Argentina, la
lucha continua....
|
Entrevista a Rodolfo Mattarollo, jurista y experto en Derechos
Humanos
"La política de desaparición de personas creó una parálisis de la sociedad"
Gabriel Morini
Página 12
–¿Cuál es el nexo entre el decreto "Noche y Niebla" que da nombre a su último
ensayo sobre derechos humanos, y la desaparición forzada de personas en la
última dictadura militar?
–Cuando no pudieran dictarse rápidas condenas a muerte durante la ocupación de
Europa Occidental durante el Tercer Reich, las personas debían ser trasladadas a
Alemania, en secreto, para que cundiera un sentimiento de terror duradero y
persistente entre familiares y allegados. Esto debía hacerse según los
historiadores "en la noche y en la niebla", según dijo Hitler. Este es el núcleo
central de la desaparición forzada. El terror que de alguna manera debe
expandirse en la sociedad, porque no se sabe cuál es el destino de las personas,
y por lo tanto la angustia es el sentimiento predominante. Por un lado castigar,
aniquilar a los resistentes, y por el otro paralizar al resto de la sociedad que
podía sumarse a esa resistencia. Cuando se comienza a analizar el régimen
militar de Videla, Massera y Agosti se establece la categoría de terrorismo de
Estado. El terror era la finalidad principal que perseguía la metodología de la
Junta Militar. La política de desaparición forzada de personas creó una
parálisis de la sociedad para una reorganización del Estado y la sociedad, de
acuerdo con los intereses de los grupos financieros que habían surgido en los
últimos años.
–¿La sociedad argentina está aprendiendo a tener "conciencia social" sobre lo
ocurrido durante el terrorismo de Estado?
–Los procesos judiciales que se llevan a cabo en todo el país están
contribuyendo al desarrollo de la conciencia social en todo el país. Creo que la
fue desarrollando a lo largo de los años y que a partir del 2003, se produce una
expansión de esa conciencia, con hechos tales como la renovación de la Corte
Suprema, la renovación de las cúpulas militares, el espacio de la memoria y la
defensa de los derechos humanos en la ESMA. Son hitos sobre los que se va
asentando la conciencia social. La re apertura de los juicios junto a los nuevos
procesos me parecen fundamentales. El gran debate en torno de estas cuestiones
es el límite que no se debe trascender: es el negacionismo. Eso es éticamente
reprochable, y debe combatirse con medios pedagógicos. El otro límite es la
negación de los hechos mismos. Eso sí es inadmisible porque los hechos se
imponen de una manera contundente. La prueba científica como la que lleva
adelante el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) termina por
establecer la metodología, como en el caso de los vuelos de la muerte, y la
identidad de las víctimas. Estos hechos son innegables, aunque puede haber
distintas interpretaciones; la más nefasta es la Teoría de los Dos Demonios. Los
hechos la desmienten.
–¿Cuál sería la manera de desmitificar esa teoría que los que se oponen a los
juicios a los militares esgrimen como válida?
–Lo que falta en nuestro país es una investigación imparcial, confiable, que
pueda demostrar la proporción que tuvieron los hechos armados y sus
características, respecto de los hechos de la violencia represiva ilegal. La que
se hizo en El Salvador es un ejemplo que demostró que los crímenes atribuidos a
las fuerzas armadas salvadoreñas eran sistematizados y generalizados, en cambio
eran esporádicos los atribuidos a la guerrilla. Esto no lo hemos tenido en la
Argentina, y sin duda, alimenta las interpretaciones tergiversadas de la
realidad. Llegará el día en que en la Argentina haremos una investigación con
una composición de una comisión internacional que disponga de todos los
elementos necesarios como para hacer una investigación objetiva de los hechos.
De todas maneras, hasta ahora las evidencias recogidas por los juicios penales
indican el carácter sistematizado y generalizado de la represión ilegal. A
partir de la jurisprudencia internacional se logra justificar que la
desaparición sea considerada un crimen de lesa humanidad. La comunidad jurídica
no manejaba los términos de la trilogía de Nuremberg. La dictadura produjo una
parálisis intelectual y ética durante muchísimos años. Del mismo modo,
jurídicamente tampoco los crímenes de la guerrilla pueden ser equiparados a los
delitos de lesa humanidad.
–¿Cuáles son los desafíos que tiene por delante la defensa de los derechos
humanos en el contexto de la globalización?
–En este libro hay una investigación sobre globalización y derechos humanos que
veo directamente vinculada con la lucha contra la impunidad. En las Naciones
Unidas hubo dos informes relacionados: el informe Joinet y otro mucho menos
conocido, el informe Guissé, sobre la impunidad de la violación de los derechos
económicos sociales y culturales. La intención de la Subcomisión de Derechos
Humanos de la ONU fue hacer investigaciones en esta dirección también. La
impunidad de las situaciones de hambre, falta de vivienda, falta de atención
primaria de salud, etcétera. El informe llega a la conclusión que la OIT y los
organismos de Bretton Woods (Banco Mundial y Fondo Monetario Internacional) no
parecen estar en la misma familia que las Naciones Unidas, debido a sus planes
de ajuste estructural. Las numerosas investigaciones realizadas por la ONU sobre
pobreza extrema, sobre deuda externa y derechos humanos, la impunidad de la
violación de los derechos económicos sociales y culturales, son poco conocidas.
Tendría mucha más importancia si se utilizara todo ese arsenal conceptual que
existe para aplicarlo en este contexto.
–¿Puede decirse que la Argentina es hoy un Estado "ético" a partir de su
avance en materia de derechos humanos?
–No es suficientemente percibido por la opinión pública y por los medios, el
papel de liderazgo de la Argentina en la promoción de los derechos humanos en el
plano internacional. Tiene que venir el juez Baltasar Garzón a decirlo, o tiene
que venir la Cepal a decir que por primera vez en 500 años hay crecimiento sin
desigualdad en la región sudamericana. Yo creo que es un Estado que tiende a ser
cada vez más ético. Los derechos humanos están en la base de una recuperación de
la legitimidad del Estado. Aquí hemos tenido avances y retrocesos en la lucha
contra la impunidad, pero se requieren pilares que sean firmes en esa lucha.
Hemos tenidos tres elementos que han jugado a favor: el movimiento de derechos
humanos, los juristas progresistas, y el periodismo independiente. Esos tres
pilares han sostenido la lucha en situaciones difíciles.
–No existe un "revanchismo" como sostienen desde algunos sectores.
–No es por ansias de venganza, sino que la sanción penal es reafirmar los
valores universales que protege la norma. Si se sanciona la ejecución sumaria,
es porque la vida es valiosa. Si se sanciona la tortura es porque la integridad
física y psíquica es un valor supremo. Si se sanciona la privación ilegal de la
libertad es porque es un valor altísimo en nuestra civilización. Es la defensa
de los valores sobre los que está basada la sociedad. No es el castigo por el
castigo mismo o como retribución según pretenden mostrar los nostálgicos del
terrorismo de Estado.
–¿Cómo evalúa el juzgamiento, en el país, de los crímenes cometidos durante
el franquismo en España?
–Me parece una necesidad. No puede concebirse un filisteísmo mayor que juzgarse
en España los crímenes cometidos por argentinos en Argentina, y negarse a juzgar
allí los que fueron cometidos en su propio territorio. Me parece una
incoherencia total y además anula el principio de la jurisdicción universal, que
es un principio firmemente establecido en el derecho penal internacional. La
jurisdicción universal está basada en el bien jurídico protegido, que en los
crímenes de lesa humanidad, es toda la humanidad en su conjunto, por lo tanto no
puede haber límites para el juzgamiento de estos crímenes como se trata de
imponer en España. Yo creo que la lucha contra la impunidad requiere tiempo, y
creo que sería un error negarse a facilitar la investigación.
–Recientemente, ha sido designado embajador al frente de la Secretaría
técnica de la Unasur en Haití.
–Hoy día hay condiciones mejores para afirmar que comienza a modificarse el mapa
político del mundo. En ese escenario es donde surge Unasur. Tiene
características de haber comenzado a actuar antes de haber nacido, en lo que
refiera a la vigencia del tratado aunque aún falta que sea ratificado por más
países. Hay tres manifestaciones sustanciales de las virtudes de la Unasur: la
conjuración de un golpe de estado en Bolivia –que se plasmó con la masacre de
Pando—, la labor del secretario general Néstor Kirchner para destrabar el
conflicto entre Colombia y Venezuela, y la inauguración de la Secretaría Técnica
en Haití, por el presidente pro témpore del bloque Rafael Correa, el 31 de
agosto pasado. La función básica de la Unasur en Haití va a ser la de potenciar
la ayuda sudamericana para su reconstrucción, en un respeto total de la
soberanía haitiana.
–¿Qué proyectos llevarán adelante en la isla?
–Van desde la seguridad alimentaria hasta el aumento de la capacidad de resistir
inundaciones y terremotos. El refuerzo institucional del estado de derecho donde
nunca llegó a existir realmente. Mi adjunto va a ser el ex embajador de Chile en
Haití, y juntos debemos canalizar la ayuda existente, monitorear los programas y
proponer nuevas formas de colaboración. Fundamentalmente la extensión del
programa Pro Huerta que se viene desarrollando desde el 2005, previo al
terremoto. El plan que existe es extenderlo durante cinco años para que cubra
las necesidades haitianas, lo que significa una inversión de 35 millones de
dólares, según los técnicos del INTA que asisten en el plan Pro Huerta. Los
insumos son las semillas que no se producen en Haití, herramientas, y sobre todo
conocimiento, que se desarrolla a través de técnicos argentinos y expertos
haitianos, instruidos por los argentinos. Además la posible transmisión de
experiencia en la construcción comunitaria de viviendas para el millón de
personas que hoy están desplazadas por el terremoto.
–¿Esto implica que se traslade?
–Se ha previsto la instalación de una oficina, pero siempre pensando en
estructuras livianas, sin burocracia, en la cual voy a estar establecido varios
días al mes. Allí voy a trabajar con mi equipo, el que también está conformado
por personal haitiano. Lo que trataremos de lograr es un organismo dinámico que
dinamice la cooperación y tenga la capacidad de coordinarse con otros actores,
pero al mismo tiempo que reafirme su propio estilo de acuerdo con el gobierno y
la sociedad civil haitiana.
–¿El objetivo será lograr una mayor integración regional?
–Hay países que se han integrado activamente la Secretaría Técnica y participan
de manera permanente como Chile, Argentina, Ecuador, Brasil, y Venezuela. Este
paso, sin duda, va a contribuir a facilitar la integración de otros países al
Tratado. La Unasur no solo apunta a una integración económica, sino política y
cultural. La tarea ya ha comenzado en Haití, pero es dudoso que en un año –el
tiempo que está previsto el establecimiento de la Secretaría Técnica en la isla–
pueda llegar a concretarse todo lo que está planeado. Aun así, algo que ha sido
poco destacado es el papel de la Argentina en el plano internacional de la
cooperación y el desarrollo de los derechos humanos. Nuestro país ha introducido
el derecho a la verdad, ha sido el motor fundamental de la convención sobre la
desaparición forzada en la ONU. Argentina es muy considerada en el plano
internacional tanto en las Naciones Unidas, como en la Organización de Estados
Americanos.
–¿Dónde considera que aún persiste la impunidad en lo que concierne a las
violaciones a los derechos humanos?
–Tiene relación con el problema de la responsabilidad corporativa en la
violación de los derechos humanos, que vincula a las grandes empresas
económicas, financieras y bancarias. El tema tiene tradición jurídica, lo que
pasa es que es insuficientemente conocida. El gran jurista italiano Antonio
Cassese escribió un informe fundamental sobre el impacto que para la violación
de los derechos humanos en Chile, tuvo la asistencia financiera prestada al
régimen de Augusto Pinochet. En ese estudio, encomendado por Naciones Unidas, se
analizó cómo los créditos que recibió Pinochet fueron elemento de consolidación
de su dictadura terrorista. Esta referencia es poco recordada cuando se debate
sobre este tema y es un precedente importante como lo está reflejando la
investigación del jurista Juan Pablo Bohoslavsky sobre la responsabilidad
corporativa bancaria. Es un asunto que también interesa mucho a Naciones Unidas
que tiene un especialista, John Ruggie trabajando en la materia con criterios
muy precisos. La responsabilidad de los militares ha terminado por eclipsar la
responsabilidad civil en la dictadura, insuficientemente atendida.
–Un apoyo necesario e indispensable para que lograra subsistir.
–Incluso, con una finalidad esencialmente de reestructuración de la economía, la
sociedad y del Estado, en función de determinados intereses de grandes grupos
monopólicos. La autonomización del capital financiero respecto a la producción
es una característica de esta situación, que llevó a una destrucción masiva de
fuerzas productivas, a la desocupación, a la desindustrialización, a la
desaparición de ramas enteras de la producción en nuestro país. Pienso que la
tesis del "genocidio reorganizador" de Daniel Feierstein es una postura
sociológicamente acertada. La finalidad de la dictadura militar terrorista no
fue la derrota de la guerrilla que ya había sido derrotada militarmente con
anterioridad al golpe del 24 de marzo de 1976, sino una reorganización de la
sociedad sobre nuevas bases que convenían a los grupos que todavía hoy son
dominantes en la estructura económica de la Argentina.
–Hace pocos días, Página/12 dio cuenta de las acciones judiciales que se
llevarán a cabo contra importantes bancos privados extranjeros, por su supuesta
complicidad en el financiamiento de la Junta Militar, con el conocimiento de que
se cometían delitos de lesa humanidad...
–La figura jurídica y política existe. Es más, yo creo que habría que investigar
su responsabilidad penal por complicidad en los crímenes de lesa humanidad. ¿No
hubo una asociación ilícita entre determinadas empresas y los autores del
terrorismo de Estado? Esto tendría que abarcar no sólo a las empresas
financieras y los bancos. Hay una responsabilidad evidente de tipo civil.
Eventualmente, habría que investigar si no hay una responsabilidad penal, o
incluso, una asociación ilícita para haber perpetrado crímenes de lesa
humanidad.
–¿Cuál sería el camino para determinar la complicidad civil?
–Sin dudas, el problema fundamental es el de la prueba. Insisto, yo creo que
habría que investigar muy seriamente las complicidades civiles con la dictadura,
y en función de este análisis, estructurar, la responsabilidad civil con la
penal que pudiera existir. Puede hacerse basado en la figura de la asociación
ilícita para cometer delitos, y de las diversas figuras de instigación y
complicidad. No veo que haya obstáculos teóricos, más bien hubo obstáculos
políticos que llevaron a enjuiciar exclusivamente a los autores militares de las
atrocidades, y no por los civiles. Las responsabilidades existieron, y aún
estamos en los albores de una verdadera lucha contra la impunidad de los
crímenes de lesa humanidad.
–¿Cree que es el momento político de comenzar a investigar esas
responsabilidades?
–Si no es ahora, es nunca.