Argentina, la
lucha continua....
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Los últimos espacios autóctonos de la provincia de Córdoba
virtualmente ya están muertos
Del monte diverso y necesario para la vida, al árbol vaciado y solitario
Emiliano Bertoglio
En simultáneo con la aprobación de una legislación que permite avanzar y
terminar con las últimas regiones de flora autóctona, el mismo gobierno de
la provincia de Córdoba y su Secretaría de Ambiente (entre otros) lanzan una
supuesta campaña de concientización social para "rescatar la importancia de los
árboles nativos y preservar el ambiente". Cinismo macabro el de los órganos
gubernamentales y entidades ruralistas que llaman a la "defensa" del bosque, en
tanto sobre su cadáver sacian la propia voracidad.
Las parcialidades políticas supuestamente opuestas hasta lo visceral en su
propuesta de sociedad (Unión por Córdoba, Unión Cívica Radical y otros bloques
unipersonales) estuvieron rápidamente de acuerdo en las últimas semanas en
rubricar una ley de bosques nativos que fomenta la avidez inescrupulosa de los
productores y empresarios rurales. El proyecto finalmente aprobado es incluso
mucho más permisivo de lo que estos últimos pretendían, pues apoya abiertamente
la apropiación-destrucción de las últimas regiones de bienes naturales
autóctonos, patrimonio y necesidad de un colectivo social que excede el interés
de crecimiento privado de unos pocos. Es que no son pocos los especialistas que
definen a estos ambientes en jaque como las "fábricas de agua" fundamentales de
la provincia.
En paralelo, como una broma macabra, el gobierno de Córdoba ha lanzado con toda
pompa el programa "Árboles del Bicentenario – Historias que harán historia"[1].
Esta iniciativa consiste en recuperar relatos sobre ejemplares únicos, como si
la inmensa complejidad del mundo natural "cupiese" en ellos. El evento que
pretende mostrar la sensibilidad gubernamental por la flora autóctona se
viabiliza a través del Ministerio de Educación, del Ministerio de Agricultura,
Ganadería y Alimentos, y de la misma Secretaría de Ambiente (centralmente
involucrada en la tergiversación del proyecto de ley finalmente aprobado)[2]. La
convocatoria es co-organizada por los diarios Puntal Villa María, Puntal Río
Cuarto, y por el grupo radial Cadena 3 (todos abiertamente a favor del sector
ruralista).
¿Casualidad, no prevista contradicción, o estrategia de invisibilización
complementaria a la nueva reglamentación?
Al fin y al cabo, cuál de estas dos cosas se instalará más en la sociedad sino
la multiplicación permanente de esta campaña "verde" que efectivizan los
penetrantes parlantes de Cadena 3 y las influyentes páginas (en el sur
provincial) de los diarios Puntal, antes que la denuncia de la ley de "desmonte"
aprobada por la Legislatura.
Así es como se articula el pasaje desde el bosque –en tanto conjunto complejo
que da lugar a la vida múltiple-, al ejemplar solo –simple ente individual
despojado del entorno sin el cual no es completamente-. El árbol reducido a un
elemento paisajístico, a un ornamento.
Bastas regiones de Córdoba, aún importantes relictos ecosistémicos, quizá se
parezcan en un tiempo no muy lejano al jardín de un buen burgués: un territorio
libre de "malezas" en donde apenas queden unos pocos ejemplares robustos
preciados por su valor exótico, como si fuesen el botín de un bárbaro tras
vencer en un combate insensato y desigual, o como testimonio muerto de algo que
ya fue.
Allí, en los confines de la provincia, la eliminación del monte pleno. Aquí, en
lo urbano, la preservación totémica de unas escasas muestras de flora impoluta.
Una conservación casi pulcra, engendrada por la mentalidad hija de la modernidad
que descree y desconoce todo lo que no pueda ser sometido a sus designios, a su
voraz pretensión por hacer de lo que la rodea una mercancía útil (¿para qué
sirve sino el monte lejano, cerrado, desértico, monótono, indómito?).
El árbol originario, como especie en general antes que como objeto singular, es
traducido a simple fetiche, es minimizado a expresión ya no representativa de
algo mayor, se lo transforma a existencia aislada y vaciada de sus sentidos
históricos, ecológicos y socio-culturales no occidentales.
Este es el escenario modelado por la matriz productiva hoy dominante en la
región central de Argentina.
Sin pretensiones de augurio apocalíptico, debe reconocerse que quizá el único
límite que reconozca este sistema son los inevitables confines físicos de los
recursos naturales que necesita para regenerarse siempre. Acaso al fin se
materialice el carácter suicida inherente a toda explotación intensiva e
impiadosa del entorno, condición medular del capitalismo salvaje.
Notas
[1] El concurso se orienta a rescatar la importancia de los árboles nativos en
la vida de los pueblos y a preservar el medio ambiente a partir de narraciones
que los ubiquen como protagonistas, según la definición de sus promotores. La
página web en donde se encuentran disponibles los aparentes fundamentos de la
convocatoria es