En los años 60 el director neorrealista italiano Mario Monicelli dirigió dos
testimonios cinematográficos de las luchas de los trabajadores en la Italia
prefascista una "la clase obrera va al paraíso", y otra "il compagni", traducida
en nuestro país como los compañeros. En las mismas los personajes eran
activistas y delegados sindicales sacrificados que preferían pasar hambre a
disponer del aporte de los trabajadores para comprar alimentos.
De esa madera era Agustin Tosco, el "gringo" como le llamaban sus compañeros.
–Nacido en Córdoba en un hogar campesino, al terminar la primaria ingresó a una
Escuela de Artes y Oficios. A los 19 años entró a trabajar como ayudante en la
Empresa Provincial de Energía, y fue elegido como subdelegado. Al año siguiente
era ya delegado y a los 23 años – en 1953 –fue electo Secretario General del
Sindicato de Luz y Fuerza de Córdoba
Simpatizante del peronismo enfrentó el golpe de 1955.Luego de la intervención
recuperó el gremio siendo en la década del 60 uno de los mas destacados
dirigentes, liderando junto con Atilio López y Elpidio Torres el "Cordobazo".
Detenido, fue juzgado por los Consejos De Guerra y recluido en la cárcel de
Rawson, encabezando en el pabellón carcelario el homenaje a los compañeros
asesinados en Trelew.
Enfrentado a la burocracia sindical y con la oposición de la dirigencia nacional
de Luis y Fuerza fue ungido nuevamente, al recuperar la libertad como Secretario
General de Luz y Fuerza.-
Lo había conocido en 1967 antes de que se constituyera la C.G.T. de los
Argentinos, en el Instituto de Capacitación Obrera que dirigía Luis Cerruti
Costa, estrechamos más la relación al comenzar a organizar el diario "El
Mundo",proyecto que el compartió, participando en el Consejo de Redacción y
escribiendo como columnista.
Luego de la renuncia del presidente Cámpora, y ante la proclamación de la
fórmula Perón –Perón viajé varias veces a Córdoba para convencerlo de la
necesidad de armar una alternativa al proyecto del oficialismo, con una fórmula
presidencial que integrara él y Armando Jaime-un compañero del peronismo
revolucionario salteño.
Su negativa fue terminante."Mirá Manolo, me dijo, los trabajadores peronistas
han luchado 18 años por la vuelta de Perón al gobierno, y yo no puedo enfrentar
esta decisión, mas allá de que tenga dudas serias de cómo va a terminar este
proceso".
No se equivocaba el General estaba en un laberinto, que lo llevaba a confiar en
su esposa y en López Rega y a impulsar la estructuración de un "Somaten",como en
la España franquista-banda paraestatal que asesinaba a dirigentes anarquistas,
comunistas y socialistas.-
Lo vi por última vez dos meses antes de su muerte en setiembre de 1975.Hacía
mucho tiempo que estaba clandestino, el Sindicato estaba intervenido, habían
asesinado varios compañeros de su agrupación y la represión en la Docta era cada
vez mas intensa.
Viajé para encontrarme con él con un amigo entrañable de ambos Jorge Lannot. Le
di un informe completo de cómo analizábamos la coyuntura desde el PRT, de las
perspectivas del golpe militar y de la necesidad de constituir un Frente
Democrático y Antigolpista con todos los sectores del campo popular.
A esos efectos le propuse que viajara a Buenos Aires en dos semanas para darnos
tiempo de preparar las reuniones.
A su llegada lo alojamos en la casa de dos compañeros jóvenes abogados. Ella,
Liliana estaba embarazada y era una casa segura.
Agustín había viajado con tres compañeros entre los cuáles estaba Di Tofino, su
adjunto, un personaje alegre simpático amplio y generoso, que fue al año
siguiente secuestrado por la patota del ex General Menéndez, recluido en La
Perla y luego de un largo cautiverio asesinado.
Pese al dramatismo de la época que estábamos viviendo se dieron situaciones muy
especiales en ese viaje.
Cuándo nos trasladábamos a la casa de Oscar Alende, que nos había invitado a
cenar íbamos en tres vehículos .En el de adelante viajaba el "Gringo",como
acompañante de la compañera Liliana, que tenía un a gran panza que podía
disuadir a los controles .A su lado Agustín tenía una larga melena postiza,
anteojos, y un aspecto distendido fungiendo de esposo de Lilí.
En el vehículo de atrás iba Di Tofino, yo y los compañeros de Córdoba, y en el
último compañeros de la custodia que pertenecían al ERP.
Todo parecía normal, caía un a pequeña lluvia finita que mojaba el pavimento y
la Avenida 9 de Julio mano al Sur estaba bastante cargada de vehículos, era un
sábado y muchos porteños se trasladaban a provincia a visitar a sus familiares,
y ocurrió lo que no habíamos previsto. En un semáforo el vehículo en que viajaba
el Gringo no pudo frenar en un semáforo y golpeó a otro de adelante.
El conductor de este último descendió indignado. Liliana frenó, puso el guiño y
bajó para explicarle lo que le había pasado .Agustín estaba quieto, sentado en
su asiento. Resultaba increíble para quién observara la escena que ella, con una
panza de seis meses descendiera del auto y no lo hiciera su "marido".
Di Tofino, con una reacción rápida, bajó del auto, se acercó al conductor del
vehículo embestido, le dio su número de seguro y le dijo que no se hiciera
problema que la Compañía cubriría el daño.
Ya en la casa de Don Oscar, la narración de lo que había pasado provocó muchas
risas y cargadas a Tosco, que no se había portado como un "marido solícito".
El precario estado de salud que advertimos durante su estancia en la Capital, la
clandestinidad, la imposibilidad de tener una atención médica integral,
determinó que se le desatara una septicemia, falleciendo el 25 de noviembre de
ese año 1975, a los 45 años de edad.
Su ausencia se nota hoy cuándo crece la protesta de las bases obreras que
enfrenta al "sindicalismo de negocios" que hoy como ayer conduce los principales
sindicatos en contra de los intereses de la clase obrera.
La vida sin utopías es un largo camino hacia la muerte, como decía el poeta; en
el caso del "Gringo", fue un trayecto de luchas y sueños en un momento muy
particular de la Argentina
Manuel Justo Gaggero es Abogado. Ex director del diario "El Mundo".