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El ‘biochar’ y los suelos no deben ser incluidos en el
comercio de carbono
Biochar, una nueva amenaza para los pueblos, la tierra y los ecosistemas
Precaución ante la propuesta de utilizar grandes cantidades de carbón en los suelos para mitigar el cambio climático y para recomponer los suelos
Declaración
Agregar carbón (‘biochar’) al suelos, se ha propuesto como una estrategia de
‘mitigación del cambio climático’ y como una forma de regenerar tierras
degradadas. Se dice incluso que con ello se podría secuestrar carbono,
revirtiendo todo el calentamiento global causado por la combustión de
combustibles fósiles y por la destrucción de ecosistemas. La producción de
carbón a tal escala, requeriría cientos de millones de hectáreas de tierra para
producir biomasa, en su mayor parte a partir de plantaciones de árboles. La
propuesta es un intento de manipulación de la biosfera y de utilización de
superficies de tierra a una gran escala, en una dimensión como para alterar el
clima global, por lo que es una forma de geo-ingeniería.
Tal y como ha quedado demostrado por la sucesión de desastres provocados por los
agrocombustibles, semejante conversión de usos de la tierra supone una gran
amenaza para la biodiversidad y para los ecosistemas naturales, que juegan un
papel esencial en la estabilidad y regulación del clima y son también necesarios
para la producción de alimentos y la protección del agua. Significa también una
amenaza para el modo de vida de muchas comunidades, entre ellas indígenas.
El biochar está estrechamente relacionado con los agrocombustibles: el carbón es
un subproducto de uno de los métodos de producción de bioenergía que también se
utiliza para la producción de agrocombustibles de segunda generación, es decir,
agrocombustibles a partir de madera, paja, bagazo, residuos de palmiste y otros
tipos de biomasa sólida.
Once gobiernos africanos han hecho un llamamiento para que los suelos agrícolas
en general, y en particular el biochar, sean incluidos en el comercio de
carbono. Su solicitud indica que buscan incrementar la "financiación a través
del sector privado" (lo que implica el control por parte de corporaciones) en
áreas rurales del Sur, y establecer un paralelismo con propuestas de incluir los
bosques en el comercio de carbono (como el mecanismo de Reducción de Emisiones
por Deforestación y Degradación REDD). Ha habido oposición a esas propuestas
REDD porque se considera que comercializan los ecosistemas de bosque con
consecuencias negativas para los pueblos indígenas y la biodiversidad. La
inclusión de los suelos en esos mecanismos amplificará estos serios impactos.
La propuesta de ‘mitigar el cambio climático’ a trevés de la utilización de
‘biochar’ a gran escala es una forma peligrosa de geo-ingeniería que se basa en
afirmaciones sin fundamento.
Un grupo de presión o lobby, el International Biochar Initiative, conformado en
su mayor parte por empresas y académicos muchos de los cuales son cercanos a
intereses comerciales, está impulsando el biochar. Sus afirmaciones son muy
audaces y no se basan en el conocimiento científico.
+ Todavía no se sabe si el carbón aplicado al suelo representa de alguna manera
un ‘sumidero de carbono’. El carbón industrial es muy diferente de la Terra
Preta, un tipo de tierra altamente fértil y rica en carbono que existe en la
Amazonía central, que fue creada por comunidades indígenas a lo largo de cientos
o miles de años. Las empresas de ‘biochar’ e investigadores no han podido imitar
Terra Preta.
+ Los defensores del biochar están promocionando ‘targets’ u objetivos, que
requerirían el uso de 500 millones de hectáreas o más de tierras para producir
carbón, además de la energía correspondiente. Los monocultivos industriales de
árboles de crecimiento rápido y otras materias primas para la industria de pulpa
y papel y para agrocombustibles ya han causado impactos sociales y ambientales
serios, que empeoran el cambio climático. Esta nueva demanda de biochar en
grandes cantidades aumentará enormemente estos problemas.
+ Existe el riesgo de que el biochar se utilice en el futuro para promover el
desarrollo de variedades de árboles genéticamente modificados (GM) de modo
específico para la producción de biochar, o que se extienda el número de
especies de árboles de crecimiento rápido, lo cual tendría impactos ecológicos
serios.
+ No existen evidencias consistentes de que el carbón tenga la propiedad de
hacer el suelo más fértil. La producción industrial de carbón a expensas de
materia orgánica con la que normalmente se produciría humus tendrá más bien los
efectos opuestos.
+ Se promociona como "biochar" la combinación de carbón vegetal con
fertilizantes a base de combustibles fósiles fabricados con carbón producido a
partir de la combustión de gases en las chimeneas de las centrales energéticas
de carbón. Con esto sólo se perpetuará la quema de combustibles fósiles, así
como las emisiones de óxido nítrico, un poderoso gas de efecto invernadero.
+ El proceso de elaboración de carbón y energía (pirólisis) puede tener como
resultado contaminación peligrosa de aire y suelos.
Convirtiendo los suelos en cosechas rentables para la industria pero desastrosas
para las comunidades de bajos recursos
Se han presentado varias solicitudes de patentes para la utilización de carbón
en los suelos y para la pirólisis destinada a la producción de carbón. Si estas
patentes son concedidas, cualquier beneficio futuro generado por esta tecnología
estará destinada a las empresas y no a las comunidades. Dadas las exitosas
estrategias de combinar carbón con biomasa de origen diverso en los suelos
enriquecidos por los indígenas, es preocupante que patentar el ‘biochar’ suponga
un acto de biopiratería. La inclusión de los suelos en los mercados de carbono,
como la inclusión de bosques en el comercio de carbono, incrementará el control
corporativo sobre recursos vitales y la exclusión de pequeños campesinos,
comunidades rurales e indígenas.
El Mecanismo de Desarrollo Limpio (CDM) ha perpetuado, más que reducido, la
quema de combustibles fósiles permitiendo a las industrias comprar "derechos
para contaminar" y retrasando los cambios sociales y económicos que son
necesarios para combatir el cambio climático. Los impactos de la quema de
combustibles fósiles son irreversibles, y los llamados ‘sumideros de carbono en
el suelo’ son inciertos y temporales.
Nos oponemos decididamente a la inclusión de los suelos en el comercio de
carbono y a mecanismos de compensación, incluyendo el Mecanismo de Desarrollo
Limpio.
La propuesta del biochar no toma en cuenta las causas en las que radica el
cambio climático: la combustión de los combustibles fósiles y la destrucción de
los ecosistemas, incluyendo la deforestación y la destrucción de suelos sanos a
través de la agricultura industrial.
La agricultura agro-ecológica en pequeña escala y la protección de los
ecosistemas naturales son modos efectivos de mitigar los impactos del cambio
climático. Estas alternativas deben ser totalmente respaldadas, y no arriesgadas
tecnologías sin fundamento promovidas por intereses comerciales. Las comunidades
indígenas y campesinas han desarrollado muchas maneras de cuidar de los suelos y
la biodiversidad, y de vivir de forma sustentable. Estos métodos adaptados local
y culturalmente dependen del clima regional, los suelos, las cosechas y la
biodiversidad. Los intentos de comercializar los suelos e imponer la idea de "un
mismo molde para todo" a los suelos y a la agricultura presentan el riesgo de
apropiarse, socavar y destruir el conocimiento y diversidad, justo cuando se
necesita con mayor urgencia.
Si su organización desea firmar esta declaración, o para cualquier pregunta o
comentario, por favor envíe un email con el nombre de su organización y el país
a: