Nuestro Planeta
|
Los transgénicos en la nueva etapa del capitalismo
Maya Rivera Mazorco y Sergio Arispe Barrientos
Grupo Thunhupha
INTRODUCCIÓN
La lógica que envuelve a los transgénicos ampara la concentración global de los
medios de producción en las manos de intereses estatales y corporativos que a
futuro quieren ser los que deciden a quién dar de comer y a quién no, asegurando
de este modo una estratégica herramienta de poder basada en el dominio total de
los estómagos de los seres humanos. Los transgénicos están directamente
asociados a una nueva cara del capitalismo –a la cual hemos denominado neo-neolibreal
y la cual será explicada en el transcurso del presente ensayo– que ha optado por
acelerar la colonización a partir de la utilización de los valores culturales,
distintas formas de apropiación de tierra, territorio y recursos naturales, y el
dominio de la alimentación a nivel mundial. En este sentido, es de extrema
importancia reflexionar sobre el significado de los transgénicos y sus
consecuencias en la vida social, cultural y económica de nuestro país.
Sabemos que existe la suficiente capacidad social de resistencia política y
técnica que seguirá incólume para retomar la agenda social de decir no a los
transgénicos en un futuro cercano; en este sentido, pedimos con respeto que el
Presidente Juan Evo Morales Ayma vea el modo de replantear el NO a los
transgénicos agrícolas dentro del ordenamiento jurídico constitucional para
asegurar la supervivencia de las generaciones futuras de las bolivianas y los
bolivianos.
Bajo este paraguas, pasaremos a dividir la exposición en cuatro partes: 1) el
significado de los transgénicos y sus implicancias, 2) Las patentes y sus
consecuencias sobre nuestros sistemas productivos agrícolas, 3) la relación de
los transgénicos con la nueva etapa Neo-neoliberal del capitalismo, 4) sobre el
hecho de que nadie quiere responsabilizarse por los daños a la salud humana y al
medio ambiente que causan los OGM´s (Organismos Genéticamente Modificados).
1. El significado de los transgénicos y su implicancia
Los resultados de las investigaciones de los cultivos agrícolas transgénicos
difícilmente pueden ser difundidos por investigadores individuales y/o
instituciones con libertad de expresión, sin arriesgar su continuidad como
científicos así como su seguridad económica, pues al hacerlo van en contra de
los intereses corporativos interesados en lucrar de la introducción de dicha
tecnología. En este sentido, encontrar información crítica y sin parcialidades
es casi como encontrar una aguja en un pajar (especialmente en países como
Bolivia). Estamos, por lo tanto, ante una falta de información respecto a los
transgénicos que genera inseguridad a los productores, consumidores y a la
comunidad científica-social en general. Se trata de un serio atentado contra el
"principio de precaución" que toda nación debe tener en cuanto a su aplicación
dentro de un sistema productivo vital com o es la agropecuaria.
De acuerdo con este criterio inicial vemos con total claridad que aquellas
empresas, estados e instituciones que promueven dicha tecnología reflejan una
renuencia absoluta a asumir los riesgos económicos, los riesgos para la salud
pública y para el medio ambiente en general que esta tecnología representa. De
hecho ya se han presentado muchos problemas relacionados a los transgénicos que
no consiguen ningún resarcimiento.
La introducción de transgénicos en nuestro país se inicia con el Decreto Supremo
N° 28225 del 1 de julio de 2005 que autoriza la producción, procesamiento,
comercialización interna y externa de semillas de soya genéticamente modificada
(Soya Roundup Ready o RR) resistente a glifosato y sus derivados [1] .
Actualmente esta es la soya más utilizada en Bolivia.
Las experiencias del campesinado paraguayo en cuanto a la producción de soya
transgénica nos arrojan la siguiente comparación: la situación laboral que se
mantiene con los monocultivos de soja convencional requiere de una población
rural trabajadora para el desmalazamiento y la cosecha. Mientras tanto, la soja
transgénica emplea una a tres personas por 1000 hectáreas cultivada gracias a la
combinación de factores derivados de la siembra directa y la resistencia al
herbicida Roundup Ready (RR) [2] , que usualmente se aplica de manera aérea.
Tenemos entonces que la tecnología inherente al cultivo de semillas transgénicas
no representa una fuente importante de trabajo, hecho que en el contexto actual
de falta de trabajos se convierte en un serio riesgo social y económico. Un
elemento más de consideración es que este modo de aplicación difumina el
herbicida RR a sectores de tierra más allá del cultivo afectando comunidades
campesinas aledañas y el medio ambiente en general, con lo que se convierte,
además, en un riesgo ambiental.
La problemática asociada a este tipo de producción debe considerar que una parte
del paquete tecnológico asociada a la producción de soya con el herbicida RR
contiene glifosato, entre otros elementos nocivos. El glifosato, que es un
herbicida de amplio espectro que mata todo vegetal no deseado (pastos anuales y
perenes, hierbas de hoja ancha y especies leñosas), excepto cultivos
genéticamente modificados para resistir este herbicida. Nótese la lógica que
utilizan las transnacionales que venden semillas transgénicas: venden una planta
que debe utilizar este herbicida específico, con lo que diversifican su negocio.
Además, este herbicida conllevó serios problemas a la salud humana como ser: a)
daños gastrointestinales, b) daños al sistema nervioso central, c) problemas
respiratorios, y d) destrucción de los glóbulos rojos en humanos [3] .
Estudios realizados por la empresa MONSANTO (propietario de la patente de la
Soya Roundup Ready o RR) demostraron que existe diferencias significativas entre
las semillas oriundas (o no modificadas) y aquellas con alteraciones de
nutrientes y toxinas (o modificadas). Estos estudios expresaron que los
contenidos de ceniza, grasa y carbohidratos tenían grandes diferencias con la
soya no modificada; también se encontró que la soya modificada presenta un
incremento de 27% en un inhibidor llamado trypsin, sustancia que produce
alergias. Otros significativos contrastes se encontraron en los siguientes
resultados: la soya genéticamente modificada (GM) presenta disminuciones del
contenido proteínico, ácidos grasos y Fenilalanina, un aminoácido esencial ( la
carencia de aminoácidos en la dieta alimentaria limita el desarrollo del
organismo, ya que no es posible reponer las células de los tejidos que mueren o
crear tejidos nuevos) ; también se ha demostrado que al ser tostada, contiene
casi el doble de una lecitina que puede interferir negativamente en la
asimilación de nutrientes [4] , provocando problemas de nutrición al ser humano.
Por otro lado, tenemos que un estudio económico de 2004 de los cinco países
productores más grandes del mundo demostró que la torta de soya cocinada de
Argentina contenía 18.5% menos proteína que la torta de China e India. La torta
de EEUU contenía un 8.5% menos, diferencia que puede ser atribuida a las
modificaciones genéticas. Al tiempo del estudio casi toda la producción de soya
Argentina era GM, mientras que de EEUU era mixta (soya convencional y GM). En
cambio, la soya de India y China, que sostenía mejores índices de proteínas, era
enteramente soya convencional o no modificada [5] . Este factor puede
convertirse en un inconveniente , para los países que producen soya GM, a la
hora de competir en el mercado de exportación.
Incluso se ha puesto en duda el mito de que los cultivos de soya RR tienen
mejores rendimientos que la soya convencional, ya que expertos dicen que existe
un parámetro de que la soya RR tiene entre un 7% a10% menor rendimiento que la
soya convencional [6] .
En resumen, podemos decir que los pocos estudios realizados por escasos
científicos y con muy pocos recursos, muchas veces interrumpidos violentamente
por los intereses corporativos, arrojan respuestas negativas a las siguientes
preguntas que han guiado las investigaciones sobre cultivos transgénicos:
¿Serán seguros?
¿Tendrán mejores rendimientos que los cultivos no modificados?
¿Serán consistentes en sus altos rendimientos?
¿Serán mejores que opciones competitivas?
¿Son verdaderamente opciones para evitar el hambre en el mundo?
Recalcamos que se ha encontrado que todos estos cuestionamientos son falsos. [7]
En este sentido podemos decir que el objetivo esencial de la industria
biotecnológica es introducir en la producción agrícola una serie de técnicas que
pueden ser comercialmente explotadas para los bolsillos de pocos ; en ningún
momento dicha industria-comercial pretende mejorar la agricultura o introducir
tecnologías de carácter social y ambiental dirigidas a permitir el acceso a
buenos (saludables) alimentos a todos los seres humanos y a respetar la tierra y
todos los seres que la habitan. Por el contrario, la propuesta de la industria
biotecnológica recurre a crear cultivos tolerantes a herbicidas para promover un
mayor mercado para los que producen dichos productos, a pesar que sean negativos
para la salud humana y ambiental . Las semillas transgénicas están bajo el
interés de los poderes corporativos transnacionales para generar negocio; es así
que son amparadas por sus patentes y, consecuentemente, es muy caro comprarlas,
hecho que marginaliza a los pequeños productores en países como Bolivia que
carecen de las condiciones básicas para mejorar sus márgenes de producción por
su falta de infraestructura de riego, infraestructura institucional de apoyo,
tecnologías adecuadas en general –como por ejemplo la tecnología post-cosecha–.
Asimismo tampoco cuentan con un sistema crediticio adecuado, ni suficientemente
flexible para las particularidades derivadas del carácter pluri-económico del
sector campesino nacional.
2. Sobre las patentes y sus consecuencias sobre nuestros sistemas productivos
agrícolas
Existe hoy una gran tendencia de parte de las naciones ricas y los intereses
corporativos de obligar a los países como los nuestros a aceptar condiciones
injustas para acceder a los mercados más importantes de la economía global. Sin
embargo, una de las condiciones más duras que Bolivia y países en similares
condiciones deben aceptar, reconocer y hacer prevalecer, es la existencia de
patentes que admiten el cobro de regalías por la utilización de genes, técnicas,
plantas, químicos y/o cualquier cosa comercializable que tenga una patente
vigente. En este juego de reglamentos internacionales que tienen por finalidad
mejorar las posibilidades jurídicas de defensa de las patentes dentro del plano
mundial, debemos igualmente contemplar que hoy en día los parámetros de las
patentes son cada vez más amplios (cubren más y más cosas), su duración para los
beneficiarios es cada vez más larga y las sanciones internacionales que devienen
de no hacer respetar dichas patentes son cada vez más duras e inflexibles. Todos
estos factores en conjunto hacen más difícil desarrollar y adquirir tecnología
para los países en vías de desarrollo.
En esta coyuntura de gestión de acuerdos bilaterales o multilaterales tenemos
las negociaciones que realiza Bolivia con la UE. La UE contempla, entre sus ejes
de negociación, capítulos sobre patentes. Al igual que EEUU, en la mayoría de
sus acuerdos bilaterales, exige entre sus condiciones la adopción del "UPOV
1991" (Unión Internacional para Protección de nuevas variedades de plantas) que
prohíbe a los agricultores intercambiar o vender semillas protegidas. La UE,
incluso permite que se concedan patentes sobre la base de recursos genéticos
robados de los países en vías de desarrollo, sin la debida consulta a los mismos
[8] .
La intención de los acuerdos bilaterales ya viene siendo estudiada por la UE
desde 1998, cuando, en la Ronda de Doha, trató de introducir el tema de
inversiones en la OMC al modo del ALCA impulsado por EEUU, pero fue parada por
los países en desarrollo [9] . En consecuencia, optó por los tratados
bilaterales en lugar de los multilaterales. Hoy en día, la UE es el bloque
económico que más negociaciones bilaterales está impulsando. Son 75 países
americanos, africanos y del pacífico, entre otros, con los que está intentando
gestionar APEs (Acuerdos de Partenariado Económico).
La UPOV , desde los años 70, ha permitido que las semillas comerciales de las
transnacionales eliminen todas las prácticas agrícolas tradicionales de crianza
de las semillas en los países desarrollados, mediante recursos legales y
crediticios que imponen condiciones de certificación que obligan al agricultor a
comprar semillas certificadas de las grandes empresas. Cabe mencionar que el
monopolio de las transnacionales semilleras no afecta únicamente la venta de
semillas, sino que tiene poder sobre el precio de los productos agrícolas,
afectando el bolsillo del consumidor [10] .
Otro factor importante es que la UE, en sus acuerdos, está presionando por la
total eliminación de aranceles para que los productos europeos entren en los
mercados de los países tercermundistas, pero no está dispuesta a abrir sus
mercados, en las mismas condiciones, a los productos de los países
subdesarrollados. Estos mecanismos de liberalización unilaterales generan la ya
conocida oleada de importación de productos con valor agregado de los países
europeos, matando las industrias nacionales de los países del Tercer Mundo. Por
ejemplo, el Líbano es uno de los productores de aceite de oliva más competitivos
a nivel global, sin embargo, el 95% del aceite de oliva que se vende en los
supermercados de todo el mundo procede de España, Italia y Grecia, debido a los
grandes subsidios que la UE da a sus productores de aceite, montos que se elevan
a 2,300 millones de $us al año, así como cuotas de importación que protegen su
producción [11] .
Por si esto fuera poco, los métodos agroindustriales de dumping son
también impulsados por la UE. Estos métodos consisten en la inundación de
productos alimenticios de países desarrollados en los mercados de los países
tercermundistas, lo que se logra muy efectivamente gracias a que son alimentos
subsidiados por sus gobiernos, alcanzando precios más bajos que los costos de
producción local. Tal hecho mata toda posibilidad de soberanía alimentaria en
los países del Sur, estimulando la competencia desleal.
En tanto la UE apoya estas iniciativas, entonces es un imperativo reflexionar
si, como país integrante de la CAN, estamos en condiciones de enfrentarnos con
esta acometida que le quitaría espacio a la industria nacional del país, así
como a otros procesos de autodeteminación. Es crucial ser críticos y no olvidar
que la colonialidad del poder está asumiendo una nueva embestidura adornada por
discursos de inclusión, diálogo y respeto mutuo, orientados a establecer
relaciones interculturales en las que las reglas del juego la siguen poniendo
los intereses internacionales. En conclusión, es menester tomar con pinzas las
negociaciones UE-CAN y apostar por tomar parte en el diseño de los paradigmas de
comercio, desde nuestra propia visión.
2.1. Sobre la Revolución Verde [12] :
La revolución verde fue promocionada como la solución del hambre mundial durante
la década de los 60, cuando en realidad fue nada más y nada menos que la
introducción y desenvolvimiento de una cadena de técnicas que podían ser
comercialmente explotadas . La revolución verde implicó sustancialmente tres
puntos: 1) la introducción de semillas "mejoradas" nuevas de supuesta alta
productividad a cultivos alimentarios importantes para la alimentación a nivel
mundial como el trigo, arroz y otros productos; 2) la uniformización de los
alimentos a nivel global (mediante campañas de desinformación), desechando los
alimentos locales que muchas veces superan con creces los aportes nutritivos de
alimentos importados y de dudosa procedencia y manipuleo; y 3) el deterioro de
los sistemas de abastecimiento y redistribución económica inherentes a la
producción local de alimentos. Todo esto y la falta de incentivos públicos hacia
la producción local abrieron las puertas de par en par a la crisis alimentaria y
social que hoy lamentablemente sufre la humanidad.
Todos los elementos importantes de conocimiento local productivo-tecnológico
fueron reducidos a sus mínimas expresiones, lo que significó una pérdida de
incalculable valor para la humanidad entera.
Asimismo, tenemos que los gobiernos neoliberales, derivados de esta visión, no
han incentivado a los campesinos pequeños productores a desarrollar una
agricultura acorde con las condiciones sociales, culturales y económicas
nacionales. Por el contrario, a parte de la reducida promoción que los gobiernos
le han dado a la agricultura rural, se ha recurrido a imponerle condiciones
traídas desde los organismos internacionales a través de tecnologías importadas
y totalmente ajenas a la realidad nacional. Tenemos por ejemplo el ingreso de
los actuales paquetes tecnológicos compuestos entre otras cosas de fertilizantes
y químicos que se producen en el exterior, convirtiendo al productor en
dependiente de productos importados y haciendo que se olvide la ciencia agrícola
local campesina. De este modo se logra generar una dependencia continuada ya que
las posibilidades de auto-producción de las condiciones e insumos de trabajo que
antes caracterizaba a todo el campesinado, ahora ya prácticamente han
desaparecido.
En este contexto, el cambio de variedades de semillas locales por las de las
semillas de la revolución verde ha herido de muerte al sistema tradicional de
interdependencia solidaria entre distintos productores, basado en el intercambio
de conocimiento y de insumos, así como en la ayuda comunitaria en las labores
agrícolas, y lo ha reemplazado por una alternativa individualista que no permite
los intercambios de semillas y otros insumos ya que éstos tienen patentes que
convierten a las empresas transnacionales en únicas dueñas y señoras, hecho que
les da, solamente a ellas, la potestad de decidir a quien vender las
semillas; y en caso que un pequeño productor opte por repartirlas entre sus
vecinos, se atiene a las multas y sanciones legales establecidos por ley. De
este modo, las grandes transnacionales monopolizan el conocimiento de producción
alimentaria en oligopolios cada vez más concentrados, dejando sin oportunidades
económicas a los pequeños productores y a los consumidores, ya que los alimentos
son cada vez más caros, pues los precios los imponen los pocos dueños de las
semillas que alimentan al mundo.
Así, se da el cambio de sistemas controlados por los campesinos, a sistemas
controlados por las corporaciones de agroquímicos y semillas y, por ende, por
los institutos internacionales de investigación [13] . " Las semillas,
de haber sido un recurso libre que se reproducía en la propia chacra se
transformó en un insumo caro que debía ser comprado. Los países pobres y los
campesinos tuvieron que endeudarse para utilizar las nuevas semillas y los
campesinos terminaron en las manos de los bancos y los proveedores de
agroquímicos, que una vez establecido su monopolio hicieron subir los precios;
por ejemplo, entre fines de los 60 y principios de los 80, el precio de los
fertilizantes se incremento en 600%." [14]
En este sentido el paulatino ingreso de la matriz económica occidental a los
lugares más recónditos de nuestra nación ha permitido "desvalorizar todas las
demás formas de existencia social, [desvalorización que] produce una
metamorfosis grotesca de las destrezas en carencias, de los ámbitos de comunidad
en recursos, de los hombres y mujeres en mano de obra comercializable, de la
tradición en carga, de la sabiduría en ignorancia, de la autonomía en
dependencia" [15] , del ser humano integral [16] en un ser humanoide
mutilado, alienado y que hoy es, además de mano de obra barata, capital variable
y constante.
Se trata de un proceso constante de descampesinización que conlleva un sostenido
proceso de pérdida de la autodeterminación de los países.
Si bien las consecuencias de la práctica inherente a los transgénicos que hemos
venido describiendo no surgirán a inmediato plazo, sí lo harán a mediano y largo
plazo. No se ha tomado en cuenta que esta medida implica la inserción
progresiva, sostenida y segura de nuevas formas de destrucción de culturas de la
producción de semillas y alimentos, de aniquilación de diversidades de semillas
y de involución del ser humano que cada vez tiene menos opciones de
alimentación. De ese modo, se establecen mecanismos de re-colonización
inherentes al modelo de desarrollo.
3. La relación de los transgénicos con la nueva etapa Neo-neoliberal del
capitalismo
El paradigma de desarrollo ha demostrado estar sujeto a profundas
contradicciones sociales, económicas y ambientales expresadas en el aumento de
la pobreza, la agudización de los conflictos sociales y profundos e irreparables
daños ambientales. Los cimientos de este paradigma han tambaleado ante el alto
costo social y ambiental del crecimiento económico de los países del Primer
Mundo, el fracaso de los modelos de desarrollo para el Tercer Mundo y la
emergencia de movimientos sociales, indígenas y ambientales que claman por "otro
mundo posible" [17] .
Ante el fracaso del modelo de desarrollo, el neoliberalismo se ha reforzado a
través del discurso de que no hay otro modelo alternativo al capitalismo, de que
existe la posibilidad de formas eco-capitalistas –es decir, capitalistas pero
respetuosas del medio ambiente– de hacer economía y de que el respeto a la
pluralidad (interculturalidad) de identidades es factible a pesar de la
globalización de la economía. Todo esto, sumado al componente político-militar
reforzado a partir del 11 de septiembre del 2001, "… reconfigura el
neoliberalismo en un neo-neoliberalismo armado e intervencionista, fuertemente
anti-democrático, disfrazado de humanismo anti-terrorista, que pretende desarmar
los sistemas de defensa de todos los países del sur y el este que representan un
obstáculo a las pretensiones norteamericanas de dominio del planeta". [18]
Es decir, estamos ante un contexto de autocríticas al sistema que más allá de
ser sinceras y recurrir a un cambio verdaderamente equilibrado, fortalecen la
lógica y esencia desarrollista a través de adjetivos de corte ambiental (eco,
bio…) y cultural. De este modo el modelo se las ingenia para renovarse sin
cambiar su esencia. En este marco, bajo el mando del eco-capitalismo, cobra
fuerza la lógica capitalista de producción sustentada en la extorsión de los
recursos naturales, la potencialización de la lógica agroindustrial basada en
los monocultivos, utilización de aditivos agrícolas químicos (pesticidas,
fertilizantes, herbicidas), la manipulación genética de semillas para dominar la
distribución de semillas a nivel mundial y, por ende, la producción y
distribución de alimentos; elementos que no son criticados y que más bien son
impulsados bajo el manto de un discurso ambiental y cultural.
Las prácticas de colonización se van renovando constantemente en el mundo y en
nuestro país. En Bolivia la re-colonización y la re-evangelización son prácticas
que perduran a través de grupos evangelistas (ej. Misión Evangélica Nuevas
Tribus) y varias ONG´s auspiciadas por el Banco Mundial, por el Fondo Monetario
Internacional y por Fundaciones como Rockefeller y Gates, quienes difunden firme
y constantemente la fe ciega en la tecnología derivada de la matriz filosófica
occidental a la cual nosotros denominamos de No Unidad o filosofía de
dicotomización del hombre con su entorno.
En cuanto el tema central del presente artículo son los transgénicos, es
indispensable detenernos un momento en el escenario de la manipulación genética
para producción de alimentos y hacer una breve comparación con la "manipulación"
cultural e ideológica. Ambas son estrategias de colonización del ser humano y de
los seres de la naturaleza en tanto las dos responden a la lógica de la
homogeneización de la identidad. En tanto la homogeneización cultural responde a
la imposición de la cultura occidental para romper con la diversidad de cultural
y lograr una monocultura globalizada que permita una más fácil dominación
cultural, la homogeneización de los alimentos (y de la biodiversidad) responde a
la lógica del monocultivo que hace que un tipo o un número reducido de semillas
implique la desaparición de la virtuosa variedad de semillas pre-existentes. Por
ejemplo, tenemos que la diversidad agrícola genética de tipos de maíz, de papa y
de otros vegetales está desapareciendo. Si bien antes cada población tenía una
cultura específica y ciertas variedades de alimentos, las cuales eran
intercambiadas con otras culturas que ofrecían otras diversidades y variedades
de alimentos, ahora tanto la cultura como los alimentos son prácticamente
homogéneos en el mundo entero. Así como la biodiversidad desaparece gracias a la
incorporación de nuevas tecnologías abocadas a proveer a las elites sociales
nuevos modelos de opresión y lucro, la especie humana pierde su diversidad de
identidades. Y considerando que "uno es lo que come" la biotecnología no es más
que un mecanismo que da mayor viabilidad al proyecto colonizador de mono-cultura
y a mono-identidad.
Como resultado de este modelo colonizador de la biología, la mente y el
sentimiento de todos los seres de la realidad, la crisis alimentaria que se está
viviendo a nivel mundial ha adquirido una mesura nunca antes vista en la
historia –nótese que el paradigma del desarrollo (revolución verde,
biotecnología, etc.), a pesar de su promesa de brindar grandes beneficios a todo
el mundo, ha ocasionado una crisis inconcebible–. Como lo dijo muy sabiamente el
jefe Seattle, de la tribu Suwamish, al Presidente de EEUU, Franklin Pierce en
1854 [19] , la vorágine del ser humano occidental depara un futuro que contiene
un destino infernal; " la vida ha terminado, ahora empieza la
supervivencia" [20] , dijo el jefe Seatlle hace tanto tiempo. Y esta
lógica devoradora no pretende cambiarse, no con las modificaciones que estamos
puntualizando en el Proyecto de Nueva Constitución Política del Estado de un
país como Bolivia, liderado por un indígena/originario defensor de la madre
tierra.
La decisión de dar a los transgénicos puerta abierta en el Proyecto de
Constitución Política del Estado de Bolivia significa que no estamos preparados
para la nueva etapa colonial que estamos viviendo. Más aun si consideramos que
Bolivia no tiene las condiciones económicas ni sociales para lidiar con la
problemática inherente a los transgénicos, pero que sí es un país que todavía
presenta las condiciones para ofrecer una variedad agrícola genética rica de
alimentos producidos naturalmente a través de la sabiduría campesina. No podemos
dejar de considerar que no hasta hace mucho tiempo Bolivia era un país que podía
jactarse por ser un reservorio de alimentos diversos producidos con métodos
soberanos, ecológicos, orgánicos y con precios accesibles a la gran mayoría de
su población. Hasta los menores ingresos podían sostener una alimentación
soberana y orgánica. Ahora el panorama ha cambiado. Si bien todavía no se ha
perdido del todo esa incomparable cualidad, ya no es la misma. El acceso a
alimentos orgánicos empieza a convertirse en un tema de clase social, al igual
que en los países del Primer Mundo en los que sólo quienes tienen plata pueden
comer sanamente.
Los transgénicos benefician solamente a un círculo muy pequeño de
agroindustriales que tienen grandes extensiones de tierra y que asumen este
negocio a pesar que perjudica a la biodiversidad y a la salud humana. Los
transgénicos son el reflejo de la colonización que persiste en los bolivianos
que todavía creen que copiar las recetas externas de desarrollo va a mejorar la
vida en el país, cuando hasta ahora sólo la han empeorado. También son el
reflejo de que algunos pueden beneficiarse de negociar con los transgénicos a
costa de cualquier otro perjuicio, pues el negocio de los transgénicos se basa
en la competencia (anular a otro para triunfar, aunque muera de hambre) y el
monopolio, y no en la complementación (ingresar en iniciativas económicas que
beneficien a todos los que nos rodean).
Bolivia en su conjunto no presenta las condiciones para beneficiarse del negocio
de los transgénicos ya que a su alrededor se encuentran la mayoría de las
naciones productoras y exportadoras más grandes del mundo (Argentina, Paraguay,
Brasil, etc.) de soya transgénica y convencional (no transgénica), frente a las
cuales nuestro país no tiene oportunidades para competir. En este sentido,
convendría más impulsar la producción agroindustrial de soya orgánica [21] o
desarrollar otras alternativas agroindustriales acordes con las potencialidades
que ofrece el país. Este hecho se agudiza más aun si consideramos que el mercado
más importante de la soya producida en Bolivia, la Comunidad Andina de Naciones
(CAN), se ha debilitado debido a los acuerdos bilaterales que pretenden impulsar
Colombia y Perú, hecho que pone en riesgo el mercado de la soya nacional que es
más cara que la soya producida en otros países que subvencionan su producción
con cuantiosas sumas económicas.
Si bien vivimos en un mundo diverso en el que todos tenemos derecho a apoyar una
u otra posición y se ha optado por los transgénicos, solamente pedimos que se
hable y actúe con la verdad. Que no se diga que se decidió por los transgénicos
porque son la solución a los problemas de alimentación y una gran oportunidad
económica para el país. Que se diga lo que verdaderamente son y a quien
benefician. Lo mínimo que podemos exigir en a un mundo que se encuentra
suspendido en un creciente desastre ambiental y una creciente hecatombe social,
es que se deje de mentir y se hable con la verdad. Quien quiere negociar con la
biodiversidad y la identidad humana y natural a pesar de los desastres que
implica, que lo diga, pero que no nos vean la cara de que todavía, después de la
crisis de este modelo, nos vamos a creer que sus recetas son la solución a la
crisis que ellas mismas han agravado.
Quien domina la producción y distribución de la alimentación, también domina la
identidad. Quien pretende anular la emergencia creciente de movimientos anti-sistémicos,
debe controlar la alimentación de la humanidad a nivel de todo el globo
terrestre. Como un excelente ejemplo de este mecanismo tenemos a la población
norteamericana que sufre en gran parte de una aguda deficiencia alimenticia
reflejada especialmente en la obesidad. Una persona con problemas de obesidad,
sometida a una involución biológica y genética progresiva a través de su dieta
alimenticia, se convierte en un ser con discapacidad para oponerse al sistema de
vida que le enferma. No es casual que una sociedad como la americana se vea en
la constante necesidad de robar cerebros del tercer mundo, cuya población aun
conserva cierta salud biológica y mental proveniente de sus posibilidades de
alimentación.
La desbiologización de la tierra, de los alimentos y por consecuencia del ser
humano, debido a la constante alienación y mutilación de su identidad, es el eje
del devenir histórico. La depravación de los avances tecnológicos vertidos del
marco recolonial del Neo-neoliberalismo expresado mañosamente en la industria
biotecnológica sólo ha dado continuidad al intento inicial del capitalismo, a
partir de la revolución verde [1] , de erradicar la agricultura
campesina basada en la autoproducción y en la diversidad de formas de
producción, para implantarla por una sola lógica de producción basada en la
concentración de los medios de producción (tierra, territorio, agua, maquinaria,
insumos agrícolas, etc.) y distribución de alimentos. Actualmente y bajo esta
lógica los proveedores de insumos agrícolas (plaguicidas fertilizantes y demás)
están en contubernio con los creadores y distribuidores de semillas
genéticamente modificadas que sirven, además, para alimentar a los animales de
crianza, los que, vale la pena recalcar, ahora se crían en cubículos toda su
vida, sin ningún tipo de cariño ni respeto a su identidad; ya ni siquiera se
requiere ejercer la actividad del pastoreo, con lo que se completa la cadena de
destrucción de la identidad del campesino. De este modo y a paso seguro, se
concentra en pocas manos el dominio de la totalidad de la cadena de producción
alimentaria para decidir, en un futuro cercano, quien come y quien no.
Nadie quiere responsabilizarse por los daños a la salud humana y al medio
ambiente que causan los OGM´s
Habiendo asistido en calidad de representantes nacionales a la C onferencia
de las Partes del protocolo de Cartagena y del Convenio de Diversidad Biológica
(Bonn-Alemania, 12-30 mayo de 2008), fuimos testigos de los
impedimentos constantes y desgastantes de parte de los Estados (EE.UU. que ni
siquiera ha firmado el Protocolo de Cartagena, Japón, Australia etc.) y los
intereses corporativos (MONSANTO, BAYER, SYNGENTA, etc.) relacionados con la
temática, orientados a imposibilitar y/o diluir cualquier propuesta que intente
encontrar responsables por daños a la biodiversidad o salud humana en casos
directamente relacionados con Organismos Genéticamente Modificados (OGM´s).
Esta convención viene ya 10 años tratando el tema de qué actores se
responsabilizarán por las consecuencias de los transgénicos. A pesar de todo
este tiempo no ha habido ningún resultado importante relacionado con un
resarcimiento futuro a los afectados tanto social, como económica, ambiental y
culturalmente. De hecho se ha configurado una institucionalidad internacional
que deambula el globo realizando diversos talleres de elevadísimos costos en los
que no se llega a discutir los problemas de fondo inherentes a los transgénicos
y en los que participan Estados y empresas que en realidad no tienen el interés
de resolver los problemas de fondo que devienen de sus actividades. Muy por el
contrario, en estos eventos los distintos miembros trabajan para cooptar
progresivamente a aquellas instituciones e individualidades que critican los
intereses corporativos. Estos eventos se caracterizan además por significativos
auspicios monetarios, elevadas remuneraciones al personal dependiente, lujosas
acomodaciones y cuantiosos viáticos; todos estos factores son alicientes para
dispersar todo movimiento antisistémico insurgente.
Todo estos elementos crean, a su vez, mecanismos de desgate progresivo de las
fuerzas sociales e individuales que realizan intentos sobrehumanos para
consolidar un régimen jurídico internacional fuerte orientado a proteger los
intereses de los pueblos y del medio ambiente o madre tierra. La magnitud de la
embestida corporativa en estos escenarios da como resultado mecanismos jurídicos
internacionales débiles y sin fuerza vinculante a los países que han ratificado
el Protocolo de Cartagena. En base a discursos que esconden los efectos adversos
de los transgénicos y que, por el contrario, los promocionan como una opción
para mejorar la tecnología de producción agrícola, los intereses corporativos
relacionados a la biotecnología agrícola, logran mejorar sus márgenes de
ganancia y consiguen no pagar un peso por los efectos adversos de sus productos.
Por este motivo, cuando los casos adversos devenidos de la actividad de
producción de transgénicos empeoren y se diseminen por todo el globo terrestre,
los únicos responsables de intentar resolver los dilemas son y serán los países
empobrecidos.
En este sentido es importante saber que no existe ni existirá un verdadero
mecanismo jurídico nacional o internacional que ampare siquiera el resarcimiento
económico a los afectados. Esto ya es suficiente argumento para evitar una mayor
inserción de los trasgénicos en nuestro país o, en mejor caso, eliminarlos por
completo.
Como conclusión
Los métodos de implantación económica de los países industrializados ejercen su
hegemonía a través de la imposición ideológica, dejando en el olvido la
posibilidad de otras concepciones de desarrollo que no asuman precisamente los
conceptos de progreso, linealidad del tiempo, calidad de vida, sostenibilidad,
separación del tiempo y el espacio, etc. El contexto plurieconómico, derivado de
nuestra matriz bicivilizacional indígena/originaria, es un gran aportador de una
distinta concepción del tiempo, del espacio y de los parámetros de un vivir
equilibrado. A pesar de esto, la economía de occidente se impone con facilidad y
logra su objetivo de "subordinar a su dominio y subsumir en su lógica
cualquier otra forma de interacción social en cualquier sociedad que invade […],
[de perpetuar] la historia económica [que] es una historia de conquista y
dominación, […] de violencia y destrucción que a menudo adopta un carácter
genocida" [22] .
Este paulatino ingreso de la matriz económica occidental a los lugares más
recónditos de nuestra nación ha permitido "desvalorizar todas las demás
formas de existencia social. [Desvalorización que] produce una metamorfosis
grotesca de las destrezas en carencias, de los ámbitos de comunidad en recursos,
de los hombres y mujeres en mano de obra comercializable, de la tradición en
carga, de la sabiduría en ignorancia, de la autonomía en dependencia" [23] ,
del ser humano integral en ser humano mutilado y alienado que hoy es, además de
mano de obra, capital variable y constante.
"Sobre esta falsa naturaleza humana, mezquina y enajenada de su realidad, se
puede decir que la posibilidad de superar la explotación del humano no es
posible si no se deja de explotar también a otros seres de la tierra y la
realidad. La unidad indisoluble de la realidad explica el hecho de que los actos
desequilibrados con la naturaleza, el cosmos y la realidad, conllevan actos del
mismo orden con el mismo ser humano, a pesar de que la intención sea la
contraria. Es el antropocentrismo el que lleva a la especia humana a
caracterizarse por su falta de identidad, por su desbiologización,
descosmologización destotalización. La filosofía que alimenta la civilización
occidental desvirtúa la unidad de la realidad separando todo lo que existe y
muestra a la realidad de forma invertida, hecho que hace que toda acción,
pensamiento y sentimiento que pretenda proponer un verdadero nuevo paradigma
para superar los "males" de esta civilización, culmine en un resultado también
invertido, es decir, tan "desequilibrado", tan dicotomizado y tan contradictorio
como el paradigma que lo antecedió. [24]
En el largo camino hacia lo Humano Integral, éste, para alcanzar sus metas,
debe amar a la naturaleza. De lo contrario, se dirá que lo humano fue un sueño.
La "transformación" de la naturaleza (sin dañarla, hoy) es tarea de lo Humano
Integral, para que éste, por el consenso, el equilibrio, la complementariedad,
la autocomplementación y el respeto a cada identidad individual y colectiva en
su diferencia-semejanza, tenga el "habitat" donde pueda realizarse en todas sus
dimensiones de existencia. Si lo Humano "no cuida" a la Naturaleza, como
elemento en el cual es contenido y al cual contiene, fracasará frente a su
"destino". Sus metas nunca serán alcanzadas, y de lo Humano "nada quedará". [25]
* Grupo Thunhupha. Contáctelos en: