Nuestro Planeta
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"Eco-sencillez"
"Tenemos que aprender a vivir más simplemente, para que los otros, simplemente,
puedan vivir"
Leonardo Boff
Kaosenlared
Lo que se opone a nuestra cultura de excesos y complicaciones es la vivencia de
la sencillez, la más humana de todas las virtudes, presente en todas las demás.
La sencillez exige una actitud de anti-cultura pues vivimos enredados entre todo
tipo de productos y de propagandas. La sencillez nos llama a vivir según
nuestras necesidades básicas. Si todos persiguiesen este precepto, la Tierra
sería suficiente para todos. Bien decía Gandhi: «tenemos que aprender a vivir
más simplemente, para que los otros, simplemente, puedan vivir».
La sencillez siempre ha sido creadora de excelencia espiritual y de libertad
interior. Henry David Thoreau (+1862) que vivió dos años en una cabaña en el
bosque junto a Walden Pond, atendiendo estrictamente a sus necesidades vitales,
recomienda incesantemente en su famoso libro-testimonio: Walden, la vida en los
bosques: «sencillez, sencillez, sencillez». Afirma que la simplicidad siempre
fue el distintivo de todos los sabios y santos. De hecho, extremadamente
sencillos fueron Buda, Jesús, Francisco de Asís, Gandhi y Chico Mendes, entre
otros.
Como hoy estamos tocando ya los límites de la Tierra, si queremos seguir
viviendo sobre ella, necesitamos seguir el evangelio de la eco-sencillez, bien
resumida en las tres erres propuestas por la Carta de la Tierra: «reducir,
reutilizar y reciclar» todo lo que usamos o consumimos.
Se trata de hacer una opción por la sencillez voluntaria que es un verdadero
camino espiritual. Esta eco-sencillez vive de fe, de esperanza y de amor. La fe
nos hace entender que nuestro trabajo, por sencillo que sea, es incorporado al
trabajo del Creador, que en cada momento activa las energías.
La esperanza nos asegura que si las cosas en el pasado han tenido futuro lo
seguirán teniendo en el presente. La última palabra no la tendrá el caos sino el
cosmos. Para los cristianos, el fin bueno ya está garantizado pues algunos de
entre nosotros, Jesús y María, han sido introducidos corporalmente en el seno de
la Trinidad.
La eco-sencillez nos hace descubrir el amor como la gran fuerza unitiva del
universo y de Gaia. Ese amor hace que todos los seres convivan y se
complementen. En la modernidad, nosotros nos imaginábamos el sujeto del
pensamiento y la Tierra su objeto. La nueva cosmología nos afirma que la Tierra
es el gran sujeto vivo que a través de nosotros siente, ama, piensa cuida y
venera, Consecuentemente, tenemos que pensarnos como Tierra, sentirnos como
Tierra, amarnos como Tierra pues, en verdad, somos Tierra, especie homo, hecho
de humus, de tierra buena y fértil.
Sintiéndonos Tierra vivimos una experiencia de no-dualidad, que es expresión de
una radical simplicidad. Algo de la montaña, del mar, del aire, del árbol, del
animal, del otro y de Dios está en nosotros. Formamos el gran todo. Una leyenda
moderna da forma a estas reflexiones:
En cierta ocasión, un joven que se iniciaba en la eco-sencillez fue visitado en
sueños por Cristo resucitado y cósmico. Le invitó a caminar juntos por el
jardín, Después de caminar un buen rato observando encantados la luz que se
filtraba por entre las hojas, el joven preguntó: «Señor, cuando andabas por los
caminos de Palestina dijiste que volverías un día con toda tu pompa y con toda
tu gloria. ¡Pero tu vuelta se demora tanto! ¿Cuándo volverás finalmente, de
verdad, Señor?» Después de unos momentos de silencio que parecían una eternidad,
el Señor respondió: «Hermano mío, cuando mi presencia en el universo y en la
naturaleza sean para ti tan evidentes como la luz que ilumina este jardín;
cuando mi presencia bajo tu piel y en tu corazón sea tan real como mi presencia
aquí y ahora, cuando no necesites hacerme preguntas como ésta que me has hecho,
entonces, hermano mío, habré vuelto con toda mi pompa y toda mi gloria».
Leonardo Boff