Nuestro Planeta
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Ahora nos roban el agua
La Arena
Desde finales del año pasado comenzó a instalarse en el panorama nacional una
noticia tan singular como inquietante: ya está en marcha dentro de los límites
del país un plan de apropiación y comercialización de uno de los recursos
naturales más importantes: el agua.
El emprendimiento, como era de esperar, está en manos de una empresa
estadounidense. El alerta fue lanzado por sectores interesados en la
preservación de nuestros recursos, especialmente el acuífero Guaraní, una de las
mayores reservas de agua dulce del mundo. Ante una población global que crece
sobre el planeta, el agua dulce se está convirtiendo en un bien escaso, pasible
de disputas políticas y necesitado de un aprovechamiento más racional.
Es posible que las grandes potencias tengan ya trazada para su futuro una suerte
de "geografía del agua", y no faltan voces autorizadas que anticipan su
preocupación por la posibilidad de que esas naciones poderosas ocupen las zonas
ricas en agua dulce amparándose en cualquiera de los justificativos que se
inventan en esos casos. La invasión de EE.UU. a Irak para manejar su reserva
petrolera es un buen ejemplo y podría complementarse con los escandalosos mapas
estadounidenses, medio confirmados, medio desmentidos, en los que la Amazonia
-la mayor reserva de biósfera del planeta- aparece señalada como territorio
controlado por los norteamericanos, bajo un mandato de las Naciones Unidas que
nunca existió.
El caso del agua dulce argentina que comentamos, comparado con los ejemplos
anteriores, resulta mucho más modesto, aunque no insignificante como negocio.
Aprovechando la oportunidad y el vacío legal, la empresa Makhena S.A., con sede
en Miami y sucursal en Buenos Aires, ofrece al mercado en su página de Internet
(www.makhena.com) agua extraída de nuestros ríos. Se publicita "agua dulce,
cruda, sin tratamiento, captada en ríos de llanura, en Argentina y en cantidades
que oscilan entre 60.000 y 70.000 toneladas por envío". El sitio de la empresa
sugiere usos como potabilización, riego, etc., siendo la clave de tan singular
ofrecimiento el punto referido a la forma de transporte: buques tanque.
Lejos de fletar grandes barcos por su cuenta y riesgo, la empresa, simple e
ingeniosamente, usa el agua como lastre llenando las bodegas de esos barcos
cuando regresan al viejo mundo luego de dejar su carga en nuestros puertos. Se
sabe que para la navegación de altura los grandes navíos deben transportar un
cierto peso que los estabiliza; cuando vienen, traen la carga comercial, y
cuando regresan el agua dulce oficia de lastre.
Seguramente no es la primera vez que se da el hecho, aunque sí que alcance
dimensión comercial. La captación de agua se hace en el puerto de ultramar de
Rosario por estimarse que allí está menos contaminada que en Buenos Aires. El
negocio es redondísimo y casi sin riesgos. Baste decir que, una vez
potabilizado, el producto que se consiguió gratis, se vende en los mercados de
Europa y Medio Oriente a un precio muy considerable, lo que indirectamente
justificaría el nombre del agua promocionada por Makhena: Gold Spring, o sea
"fuente de oro".
El tema tomó estado público a fines del año pasado y si bien entre los reclamos
se han escuchado exageraciones absurdas ("se llevan agua del Paraná, por eso
baja", clama uno de los sitios en internet, sin considerar que el tonelaje total
de un barco el río lo cubre en apenas unos segundos) lo cierto es que el hecho
-y la empresa- existen. Makhena tiene su sede en Miami y tiene una sucursal en
Buenos Aires desde donde además promueve otros productos vinculados con la
alimentación.
Lo grave es el vacío legal que inhibe a cualquier repartición oficial, como
Prefectura, de intervenir a favor del fisco. Otras voces se han alzado pidiendo
la intervención de los Estados provinciales y del Congreso Nacional, a fin de
tomar cartas en el asunto. Lo cierto es que, hasta ahora, se trata de un
verdadero saqueo como en la época de la colonia.
Fuente: lafogata.org