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Hecha la ley, hecho el desmonte
A un año De la sancion de la norma que debia proteger los bosques nativos
Organizaciones rurales denuncian el incumplimiento de la norma, el avance de
los desmontes y la complicidad entre empresarios sojeros y la dirigencia
política de las provincias involucradas. Como en Salta, donde acaban de
autorizar el desmonte de 1,6 millón de hectáreas.
Darío Aranda
Página 12
Con una flamante ley para la protección de bosques, 2008 prometía ser el año
para detener la deforestación y conocer cuánto monte nativo permanecía a salvo.
Luego de doce meses, y ante la ausencia de datos oficiales, organizaciones
rurales relevaron seis provincias y confirmaron los temores: los desmontes
continúan, las comunidades ancestrales siguen padeciendo desalojos y los
gobiernos provinciales desoyen a campesinos e indígenas, a pesar de que la
legislación establece como imprescindible su participación. Además, el Ejecutivo
nacional aún no reglamentó la ley. El gobierno salteño –provincia líder en
destrucción de bosques nativos– acaba de autorizar el desmonte de 1,6 millón de
hectáreas (ver recuadro), justo un día antes de que la Corte Suprema prohibiera
la tala de bosques nativos en zonas autorizadas por la provincia. Y la Mesa de
Enlace de Córdoba –principal responsable del avance de la frontera sojera y la
deforestación– pretende decidir qué zonas se deben proteger y se autopostula
como protectora del ambiente.
La Red Agroforestal Chaco Argentino (Redaf) agrupa a investigadores e
instituciones que trabajan con poblaciones rurales del norte argentino. Acaba de
publicar la investigación "A un año de la Ley de Bosques: Panorama de la Región
Chaqueña Argentina", en la que monitoreó la situación de Chaco, Formosa,
Santiago del Estero, Salta, Santa Fe y Córdoba. "Los desmontes continúan",
denuncia en la primera página y detalla: "En 2008 se registraron más de 90
conflictos en la región chaqueña argentina. Sólo 35 de esos casos involucran 1,3
millón de hectáreas de tierras y 96.000 personas. Esto es sólo una pequeña
muestra de la magnitud del problema", advierte el trabajo.
Según datos de la Secretaría de Ambiente de Nación en su último "Inventario
Nacional", entre 2002 y 2006 dejaron de existir en Argentina 1.108.669 hectáreas
de bosques nativos, a razón de 280.000 hectáreas por año, que equivalen a 759
por día y 32 hectáreas por hora. La misma secretaría remarca que la
deforestación se produce para destinar esas superficies a la agricultura,
principalmente al cultivo de soja, y en segundo lugar para la industria
forestal.
La ley 26.331, de Presupuestos Mínimos de Protección Ambiental de los Bosques
Nativos, sancionada el 28 de noviembre de 2007, establece que las provincias no
pueden emitir nuevos permisos de desmonte hasta tanto no realicen un
ordenamiento territorial en sus zonas boscosas. Otorga un año, hasta el 28 de
noviembre último, para realizar un catastro que determine categorías de bosques
según colores: rojo (de alto valor de conservación y que no deben tocarse),
amarillo (de aprovechamiento limitado) y verde (que podrían talarse). La norma
establece que ese mapeo debe contar con la imprescindible participación
campesina e indígena.
"Ninguna provincia cumplió con el plazo fijado por la ley. Tampoco existen
mecanismos ni voluntad política para que organizaciones campesinas e indígenas
participen en la implementación", advierte el informe, que cuestiona al gobierno
nacional: "El Poder Ejecutivo está en deuda porque todavía no reglamentó la ley.
Esto genera matices en las interpretaciones y vuelve más notoria la falta de
políticas y recursos claros para su implementación", afirma. Las organizaciones
rurales explican que la muy demorada reglamentación presidencial (hecho que
debió producirse en un plazo máximo de 90 días luego de la sanción) produce un
vacío al momento de la implementación y no proporciona herramientas (por ejemplo
los fondos) para la ejecución de la norma. Consultados por la demora, desde la
Secretaría de Ambiente de Nación prefirieron no opinar.
El relevamiento de la Redaf cuenta con un anexo por cada provincia. Sobre la
situación en Formosa, denuncia que "son negados total y sistemáticamente los
mecanismos de participación para los pueblos indígenas. Y no existe información
alguna hacia el resto de la ciudadanía". En cuanto a Santa Fe, paradigma del
avance sojero en la última década, la investigación se focaliza en el desmonte
provincial. "Más allá de los apercibimientos y multas, continúa la
deforestación", asegura, y revela que la primera reunión impulsada por el
gobierno santafesino fue el 21 de noviembre último, sólo una semana antes de la
fecha tope (por ley) para finalizar el ordenamiento.
El trabajo de la Redaf también abarca el Chaco, y tampoco es optimista. "La
principal debilidad institucional que juega en contra de la defensa de los
bosques nativos chaqueños es la falta de voluntad política para el control y la
sanción de la tala ilegal. Sumado a la permanente presión empresarial para
ampliar zonas dedicadas a la agricultura y las constantes irregularidades en el
manejo de las tierras fiscales." Sin embargo, el gobierno de Jorge Capitanich
presentó a fines de noviembre un ordenamiento territorial, muy cuestionado por
las organizaciones sociales de la provincia.
"La propuesta del Gobierno es inoportuna, inconsulta y desprovista de
razonabilidad. Entendemos que dicho proyecto alienta actividades agresivas al
ambiente, la biodiversidad y los recursos naturales, en beneficio de empresas y
sectores muy reducidos, aumentando el riesgo social y ambiental. Si se
convirtiera en ley, este proyecto generará mayor desigualdad e inequidad social
y ambiental", denunció el Foro por la Tierra del Chaco, conformado por un
heterogéneo colectivo de organizaciones.
Chaco cuenta con diez millones de hectáreas, de las cuales 3,5 millones son
fiscales, casi su totalidad en El Impenetrable.
Córdoba, otra provincia donde el avance de los agronegocios fue desmedido,
tampoco abrió el juego para el ordenamiento territorial que establece la ley.
"Han sido prácticamente nulas las exteriorizaciones que la provincia ha
realizado a nivel de discusión. Y recién el 24 de noviembre, cuatro días antes
del vencimiento del plazo para finalizar el relevamiento, se concretó la primera
reunión oficial convocada por el gobierno cordobés", señala la Redaf.
El Movimiento Campesino de Córdoba (MCC), principal actor rural que resiste el
modelo sojero, cuenta con un detallado informe sobre los montes nativos: "La
provincia cuenta con un remanente a 1,9 millón de hectáreas, de las cuales
apenas entre 5000 y 10.000 están en buen estado de conservación", advierte el
MCC, integrante del Movimiento Nacional Campesino Indígena (MNCI), y denuncia la
complicidad de la Mesa de Enlace y legisladores provinciales para frenar la ley.
"Desde 2005 la Mesa de Enlace provincial ya se había organizado en defensa de
sus intereses constituyendo un grupo de presión para obtener rebajas de
impuestos, flexibilización de leyes de desmontes, minimizando los controles y
evitando castigos en sonados casos de contaminación ambiental por agrotóxicos.
Esa Mesa de Enlace hoy impulsa un foro que opera para flexibilizar las
restricciones de desmonte y continuar con las autorizaciones, con el apoyo de
diputados justicialistas", explica el Movimiento Campesino. Según sus
conclusiones, las consecuencias de ese modelo en la provincia son "tres millones
de hectáreas provinciales afectadas gravemente por el monocultivo de soja y la
ganadería intensiva, innumerables problemas ambientales (contaminación con
agrotóxicos), disminución de la población rural, creciente pobreza y la
concentración de la propiedad de la tierra".
En su relevamiento, el MCC señala con nombre y apellido a miembros de la
Sociedad Rural y la Federación Agraria (denunciados por ser impulsores de
desalojos campesinos de Córdoba y Santiago del Estero) y referentes de la Mesa
de Enlace que pretenden disminuir las zonas rojas –de restricción al desmonte
contempladas por la ley– y aumentar las verdes, que podrían ser arrasadas.
No menos polémico es el Fondo de Compensación, de casi mil millones de pesos,
con el que se subsidiará a los titulares de las tierras que conserven bosques
nativos (30 por ciento del dinero será para las gobernaciones). La Redaf explica
que, sin reglamentación presidencial, el destino de los fondos es incierto, y se
convierte en un motivo más para que las provincias ignoren la norma. El MCC
remarca el contrasentido de la ley: "Los mismos empresarios, entre ellos los
sojeros, que se han dedicado a desaparecer el monte nativo y expulsar
campesinos, empezarán a cobrar un subsidio por ‘cuidarlo’. Un negocio redondo".
Salta, capital nacional del desmonte
Por D. A.
Las organizaciones campesinas y las comunidades indígenas bautizaron a Salta como la "capital nacional del desmonte". Y las estadísticas le dan la razón: en sólo cuatro años, entre 2002 y 2006, el sector privado arrasó 414.934 hectáreas, más del doble del registrado entre 1998-2002, según datos de la Secretaría de Ambiente de la Nación. En 2007, superó todas las expectativas: autorizó talar 435.399 hectáreas, según datos de la ONG Asociana en base a información oficial. Para no perder ese lugar en el ranking del desmonte, acaba de aprobar un ordenamiento territorial (muy cuestionado por los pueblos originarios), que autorizaría la deforestación de 1,6 millón de hectáreas.
"No se garantizó la participación de las comunidades, el desmonte continúa y se expulsan campesinos e indígenas", resumió la Red agroforestal y advirtió la "poca capacidad institucional para regular, controlar y sancionar los desmontes que no cumplen, ni cumplieron, la normativa vigente".
El 15 de diciembre la Legislatura provincial aprobó el ordenamiento territorial por ley, inmediatamente promulgada por el gobernador Juan Manuel Urtubey. Todas las organizaciones ambientales y comunidades indígenas lo rechazaron por inconsulto y por el agregado de artículos que permitirán el desmonte de al menos 1,6 millón de hectáreas. El diputado por el Partido Obrero, Pablo López, que votó en disidencia, la denominó "la ley de los grupos sojeros".
Esta semana, la Corte Suprema ordenó frenar los desmontes autorizados en unas 800 mil hectáreas. Pero la medida no alcanza a las últimas autorizaciones.
El Consejo Directivo de la Facultad de Humanidad de Salta, mediante un comunicado, aseguró que "la ley aprobada constituye una grave amenaza para el ambiente y configura la legalización de los delitos de ecocidio y genocidio, es desde todo punto de vista violatoria de la Constitución Nacional, de los derechos ambientales y de los derechos de los pueblos indígenas".