Medio Oriente - Asia - Africa
|
Sobre el derecho a la resistencia
El cerco de Gaza
"Si eres neutral en situaciones de injusticia, has elegido el lado del
opresor."
Desmond Tutu
Vivimos en una era definida por su brutalidad. Nuestro desafío es si aceptarlo –
o tomar los riesgos necesarios para transformar nuestros bienes comunes en una
comunidad bien amada.
En agosto del año pasado, cuarenta y cuatro personas corrientes de diecisiete
países diferentes navegamos a Gaza en dos pequeñas embarcaciones de madera.
Hicimos lo que el mundo no hizo – rompimos el cerco de Gaza. Durante el último
año el Movimiento Gaza Libre ha organizado otros ocho viajes, llegando con éxito
a Gaza en cinco ocasiones diferentes. Las nuestras son las únicas naves
internacionales que han llegado a la Franja de Gaza en más de cuarenta y dos
años.
En Oriente Próximo, la lucha por la justicia es un esfuerzo incierto en el mejor
de los casos. Por todas partes los trabajadores por los derechos humanos se ven
acosados por dificultades y penurias. Los Estados árabes son tiranías, sus
pueblos sometidos a la policía secreta, a arrestos arbitrarios, torturas y
opresión. Dentro de sus sociedades, el mundo árabe está igualmente fragmentado
por tensiones étnicas y de clase, por la pobreza y el estancamiento político.
Desde afuera, desde Occidente, el Oriente Próximo enfrenta actos de intimidación
abiertos y ocultos, intervención, desestabilización económica, e incluso guerra,
invasiones y asesinatos masivos.
A horcajadas sobre todos estos problemas, bloqueando todo intento de progreso en
la región, están los dos colosos del gran petróleo y de Israel. Pocas veces un
pueblo ha sido plagado por lastres más amargos, devastadores, y aparentemente
más intransigentes que los árabes por el petróleo y por Israel.
En ninguna parte esta situación es más real en la actualidad que en Gaza. En
1999, British Gas descubrió inmensos campos de gas natural, por un valor de
miles de millones de dólares en aguas territoriales palestinas frente a la costa
de Gaza. Israel ya ha construido un gasoducto horizontal para trasvasar gas de
por lo menos uno de esos campos. Si hay una razón tácita para el cerco de Gaza –
es ésta.
Israel mantiene el control efectivo de todos los puntos de entrada y salida de
Gaza, así como el control de facto de los ingresos y de la economía de Gaza.
Como tal, y a pesar del cierre de los asentamientos en Gaza en 2005, Israel
sigue siendo un poder ocupante en Gaza, como en el resto de Palestina. Como
poder ocupante, Israel es responsable por el bienestar de la gente que ocupa y
no puede imponer legalmente un bloqueo, en particular si castiga colectivamente
a toda la población de Gaza. Son crímenes evidentes, y el gobierno y los
militares israelíes deberían ser enjuiciados por ellos.
Durante los últimos tres años y medio el sitio israelí se ha hecho cada vez más
implacable. Menos de un veinte por ciento del comercio normal con Gaza es
permitido actualmente. El sitio ha llevado al colapso de la economía local,
produciendo fuertes aumentos en el desempleo, la pobreza y las tasas de
desnutrición infantil.
Debido al sitio israelí hay poco combustible para la central eléctrica de Gaza –
de modo que la electricidad es escasa e intermitente. Sin electricidad, los
sistemas de agua y alcantarillado no funcionan. El 27 de marzo de 2008, dos
mujeres de edad de unos 70 años, una adolescente y dos bebés murieron por una
inundación de aguas servidas en Umm Nasser. Sólo el año pasado, más de 16.000
millones de litros de aguas servidas sin tratar fueron vaciados al mar,
convirtiendo el Mediterráneo en un inodoro y creando un desastre para la salud
pública.
Gaza es una pequeña llanura costera, de apenas 40 kilómetros de largo y de entre
7 y 11 kilómetros de ancho. No tiene capacidad para sustentar independientemente
al millón y medio de seres humanos que viven en uno de los sitios más densamente
poblados del planeta. Dos tercios de los habitantes de Gaza son refugiados,
expulsados de Palestina histórica durante la guerra fundacional de Israel de
1948. Más de la mitad de la población son niños.
Israel tiene una larga historia de violencia contra los niños palestinos. Unos
pocos ejemplos: En diciembre de 2004, el ejército israelí mató a tiros a Rana
Siyam de siete años. Anteriormente en ese año, Raghda Alassar, de nueve años,
fue muerta a tiros en su escuela mientras hacía una prueba de inglés. Iman al-Hams,
de trece años, recibió diecisiete tiros del ejército israelí mientras iba
caminando a casa después de sus clases en Gaza. Un capitán israelí se acercó a
su cuerpo y le dio otro tiro en la cabeza – "para probar la muerte" de la
escolar. El ejército israelí lo procesó, pero no por asesinato. Fue acusado de
"uso ilegal de su arma," y a pesar de haber admitido que vació todo el cargador
contra la pequeña, fue declarado "no culpable."
Durante el verano de 2006, el ejército israelí mató a Bara Habib de tres años, a
Rajaa Abu Shaban de tres años, a Rawan Hajjah de seis años, a Aya Salmeya de
nueve años, y a otros treinta y cinco niños sólo en Gaza. El 16 de enero de
2007, el ejército israelí mató a Abir Aramin de diez años, hija de un activista
palestino por la paz, mientras iba a casa desde la escuela. Son sólo unos pocos
casos de los muchos que han ocurrido. La organización por los derechos humanos
israelí B’tselem estima que más de 900 niños palestinos fueron muertos por los
militares israelíes entre 2000 y 2008.
Israel ya ha recreado los peores aspectos del Gueto de Varsovia en Gaza – al
transformar esa pequeña franja de tierra en la mayor prisión al aire libre del
mundo, y la condición humanitaria del millón y medio de hombres, mujeres y niños
ilegalmente encarcelados en Gaza es ahora la peor en los últimos cuarenta y dos
años de ocupación israelí.
Pero hay historias más tenebrosas que acechan en el futuro. La simple y
aterradora verdad es que Israel empuja al mundo por un camino hacia el
genocidio. Vamos todos en camino hacia la destrucción paulatina del pueblo
palestino. Hay que enfrentar enérgicamente esa realidad y superarla antes de que
sea demasiado tarde.
Hace ya más de seis meses desde el fin del último ataque de Israel contra la
Franja de Gaza, que llevó a la muerte de más de 1.400 palestinos, y la gente en
Gaza sigue viviendo entre escombros. El cierre hermético por Israel ha creado
una catástrofe humanitaria intencional y deliberadamente mantenida. El hecho de
que la comunidad internacional no imponga sus propias leyes y proteja al pueblo
de Gaza exige que nosotros, como ciudadanos privados, intervengamos directamente
para emprender acciones conmensuradas con la crisis. Debemos entrar en acción
porque nuestros gobiernos se niegan a hacerlo.
A pesar de las amenazas o intimidaciones israelíes, los voluntarios de Gaza
Libre se proponen seguir enviando naves desarmadas a Gaza. Ahora más que nunca
necesitamos que se nos una la gente en todo el mundo.
El cerco de Gaza sólo sirve para fortalecer estructuras autoritarias de todas
las partes de este conflicto, reforzando el control centralizado, uniendo a la
gente contra un enemigo común. El aislamiento de Gaza refuerza la creencia en
que el mundo ha olvidado Palestina, y se preocupa poco por cómo se ven obligados
a vivir los palestinos o incluso por si viven o mueren.
Al contrario, la resistencia civil y los movimientos de acción ciudadana no sólo
apuntan contra las injusticias que enfrentamos – también son estrategias por el
cambio social. La resistencia no violenta empodera a todos con la conciencia de
que cualquier entre nosotros puede acercarse, organizar, y actuar para cambiar
todo el mundo. Una y otra vez, la historia demuestra que incluso la mayor de las
tiranías puede derrumbarse cuando se le enfrenta una resistencia organizada y
determinada.
Uníos a nosotros, sea en todo o en parte. Uníos al Movimiento Gaza Libre, al
Movimiento Internacional de Solidaridad, o al Movimiento BDS. Uníos a nosotros y
a otras campañas en la lucha por la justicia para Palestina. Necesitamos
voluntarios para realizar investigaciones y escribir, hacer actualizaciones en
la web, traducciones, diseño gráfico, organización local en sus comunidades, y
muchas cosas más.
Uníos a la resistencia
A menudo se nos dice que la resistencia es injustificada o imposible. Apólogos
liberales de Israel, como Thomas Friedman, exigen constantemente que los
palestinos depongan las armas, mientras llaman todo el tiempo a los israelíes a
tomarlas en actos cada vez mayores de violencia y degradación.
Cuando ven la violencia en nuestro mundo, nuestras elites nos dicen que tenemos
dos – y sólo dos – alternativas: capitular ante la violencia, o ir a la guerra.
Por cierto, cuál de esas alternativas es el camino correcto y adecuado depende
de quién uno sea. Frente a la violencia palestina, los israelíes, deben,
correcta y adecuadamente, ir a la guerra. Frente a la violencia israelí, los
palestinos deben, correcta y adecuadamente, capitular. En Tel Aviv y Washington
D.C. esto se llama "claridad moral:" la supuesta necesidad de buscar la
seguridad israelí mediante la creación deliberada de inseguridad masiva entre
los palestinos. Es una locura.
Pero incluso los movimientos "por la paz" dominantes en Occidente tratan de
deslegitimar la resistencia llamando a palestinos e israelíes a renunciar a
actos abiertos de violencia, equiparando a palestinos que cometen atentados
suicidas con israelíes que envían cazas F-16, aplanadoras militares D9, y
helicópteros artillados Apache para arrasar vecindarios enteros.
El problema es que los actos de violencia aleatorios e individuales de
palestinos contra israelíes no son lo mismo que la miríada de opresiones y
crueldades estructuradas impuestos a los palestinos a través de las políticas
gubernamentales israelíes. No hay cazas jet palestinos que bombardeen ciudades
israelíes – porque Palestina no tiene aviones caza. No hay aplanadoras
palestinas que demuelan casas israelíes – porque Palestina no tiene aplanadoras
militares. No hay soldados palestinos que invadan vecindarios israelíes
aterrorizando a la población – porque no existe un ejército palestino. El
conflicto en Palestina es una guerra del terror estatal israelí contra una
población civil en gran parte carente de armas e indefensa.
Incluso actos inmorales y contraproducentes de violencia contra civiles
israelíes (como algunos atentados suicidas) no pueden ser equiparados con las
humillaciones diarias, el terror y la muerte que Israel inflige a los
palestinos, por una política deliberada. Contrariamente a la forma cómo lo
presentan los medios dominantes, este conflicto no es ni una guerra justiciera
contra malvados terroristas árabes, ni una disputa religiosa o étnica entre dos
grupos opuestos e igualmente auto-justificados. El conflicto israelí/palestino
es la lucha entre dos causas irreconciliables y desiguales: la lucha de un
pueblo oprimido por la libertad, la justicia, y la autodeterminación contra la
lucha de sus opresores por mantener (e incluso expandir) su dominación. Bajo
esas circunstancias la resistencia no es sólo un derecho – es un imperativo
moral.
Esto no quiere decir que todos y cada uno de los actos de resistencia sean
aceptables. Obviamente no lo son. Pero se hace tedioso escuchar continuamente a
occidentales bien intencionados, pero aparte de eso despistados, que tratan de
equiparar a las dos partes de este conflicto. Estoy más que cansado de escuchar
a gente que se queja pasivamente, o pregunta estridentemente: "¿dónde está el
Gandhi palestino?"
Con todo respeto, el que alguna gente haya preferido mantenerse en la ignorancia
sobre la larga y profunda historia de resistencia no violenta palestina – desde
el Boicot de 1936 hasta Bil’in de hoy – no significa que ésta no exista. El
Movimiento Gaza Libre lucha en solidaridad con una ya vibrante resistencia civil
palestina.
Del mismo modo, la otra crítica a la resistencia – que es fútil – es igualmente
errónea. Hay un error generalizado entre muchos en el sentido de que Israel y el
lobby israelí son simplemente demasiado poderosos como para poder desafiarlos,
para no hablar de derrotarlos. No es así.
El 30 de junio de 2009 las fuerzas de ocupación israelíes abordaron por la
fuerza uno de nuestros barcos, el SPIRIT OF HUMANITY, y secuestraron a 21
trabajadores por los derechos humanos y periodistas que iban en camino a
entregar suministros humanitarios y de reconstrucción muy necesitados a la
sitiada Gaza, incluyendo a la Premio Nobel por la Paz
Mairead Maguire y a la ex congresista estadounidense Cynthia McKinney. Fueron
mantenidas en una cárcel durante una semana antes de ser deportadas.
Aunque fuimos detenidos en ese viaje en particular, no fue un "fracaso." En el
mes después del secuestro de nuestro barco, más de 100.000 noticias, ensayos,
artículos en blogs, llamados a la acción, y secuencias de radio y televisión
aparecieron sobre la reacción violenta de Israel ante nuestra misión. Es verdad
que la dura prueba de nuestros 21 voluntarios palidece en comparación con los
11.000 prisioneros políticos palestinos reclusos en prisiones israelíes. La
captura de nuestra pequeña carga de 3 toneladas de ayuda médica y materiales de
reconstrucción es insignificante en comparación con los 4.000 millones de
dólares de ayuda prometida a Gaza – ayuda que no ha sido y no será entregada
debido al bloqueo israelí.
Pero tampoco eso capta lo importante. Al decidirse por el enfrentamiento
violento y el secuestro de trabajadores desarmados por los derechos humanos en
una misión de ayuda, Israel demostró públicamente la ilegalidad y lo absurdo del
sitio de Gaza. El sitio no tiene que ver en nada con "seguridad." Nadie podría
haber creído remotamente que nuestro pequeño barco representara una amenaza
física para Israel.
Esa demostración pública de la ilegalidad del sitio llevó también a un récord en
la acción a nivel gubernamental. Los gobiernos irlandés y griego intervinieron
formalmente para proteger a sus ciudadanos y su propiedad. A pesar de no tener
relaciones diplomáticas y de negarse a reconocer la legitimidad del gobierno de
Israel – el Rey de Bahrein intervino personal y exitosamente para obligar a
Israel a liberar de inmediato a los cinco trabajadores por los derechos humanos
bahreiníes secuestrados del SPIRIT. El parlamento británico realizó un debate
formal sobre el tema, e incluso el Departamento de Estado de EE.UU. se vio
obligado a realizar una llamada nacional de conferencia para la familia y los
amigos de las víctimas del secuestro, así como para grupos
árabes-estadounidenses por los derechos civiles.
Fue algo sin precedentes, pero no basta.
El Movimiento Gaza Libre inició su pequeña parte en esta lucha en 2006.
Comenzamos sólo con esperanzas. Muchos pensaron que no podía ser hecho, pero lo
hicimos. Rompimos el bloqueo israelí. Volveremos a navegar, y estamos
absolutamente determinados a llegar a la Franja de Gaza en nuestro próximo
viaje. Nos proponemos aumentar nuestra reacción de modo no violento. Al enviar
un barco de carga, aumentaremos el desafío del bloqueo al llevar cantidades
importantes de materiales prohibidos de reconstrucción. Al enviar más barcos en
nuestra próxima misión, aumentaremos significativamente las dificultades
logísticas que enfrenta Israel si decidiera volver a atacarnos violentamente. Al
enviar aún más parlamentarios, dignatarios, periodistas, y trabajadores por los
derechos humanos a acompañar los barcos, aumentaremos significativamente las
dificultades políticas que enfrenta Israel si decidiera volver a atacarnos
violentamente.
El viaje a Gaza es peligroso. La armada israelí embistió contra nuestro buque
insignia, el Dignity, cuando tratamos de entregar suministros médicos a Gaza
durante su cruel ataque en diciembre y enero. En junio, secuestraron nuestro
pequeño barco y raptaron a todos los que iban a bordo. Israel incluso ha
amenazado con abrir el fuego contra nuestros barcos desarmados, para no permitir
que llevemos suministros humanitarios y de reconstrucción a la gente de Gaza.
Pero los riesgos que corremos en nuestros viajes son insignificantes en
comparación con los riesgos impuestos cada día a la gente de Gaza.
El propósito de la acción directa no violenta y de la resistencia civil es tomar
riesgos – colocarnos "en el camino" de la injusticia. Tomamos esos riesgos con
plena conciencia de lo que pueden ser las posibles consecuencias. Lo hacemos
porque las consecuencias de no hacer nada son mucho peores. Cada vez que dejamos
que nos intimiden, cada vez que pasamos junto a un mal y lo ignoramos – bajamos
nuestros estándares y permitimos que nuestro mundo se haga más duro e injusto
para todos nosotros.
Israel podrá amenazar nuestros barcos y sus pasajeros – seguiremos yendo. Israel
podrá interrumpir ilegalmente nuestras comunicaciones y sistemas de navegación –
seguiremos yendo. Israel podrá abrir fuego contra nuestros barcos, o intentar de
embestirlos y hundirlos. Israel podrá decidir abordarlos y secuestrarlos, y
raptar a nuestros voluntarios.
No importa. Seguiremos yendo. Armados sólo con el amor a la justicia, y el
derecho de resistencia – iremos a Gaza una y otra y otra vez, hasta que ese
cerco sea destruido para siempre y el pueblo de Gaza tenga libre acceso al resto
del mundo.
…………
Ramzi Kysia es un ensayista árabe-estadounidense y organizador en el Movimiento
Gaza Libre. Si queréis apoyar estos esfuerzos, visitad www.FreeGaza.org,
o email donations@freegaza.org. Si quiere participar como voluntario con
Gaza Libre, envíe un correo a volunteer@freegaza.org
http://www.counterpunch.org/kysia07272009.html