Los últimos acontecimientos acaecidos en el tema
del Sáhara Occidental, desde la retirada del controvertido diplomático holandés,
llevan consigo varias notas que indican que la cuenta atrás para acabar con este
conflicto ha empezado. En todo caso, es el deseo del conjunto de la comunidad
internacional que ve en este problema el reflejo de los muchos puntos flacos de
la organización mundial. Incluso Marruecos está dispuesto a contribuir, a su
manera desde luego, para hallar una solución que le favorezca. No es por buena
voluntad de los responsables marroquíes, sino porque, 34 años después, Marruecos
no ganó más que 16 años de guerra sangrienta entre dos pueblos hermanos,
incalculables gastos para mantener un ejército de 200.000 soldados, una
situación social explosiva y un pueblo cada vez más consciente de lo absurdas
que son las reivindicaciones territoriales marroquíes, aunque el régimen haya
hecho todo lo posible para mantener la "unanimidad" en torno al palacio ara
seguir sus intentos de imponer el hecho consumado de la invasión y la ocupación
ilegal del Sáhara Occidental.
El escenario imaginado por Hasán II para salir de la crisis política ya no es
válido ahora que el pueblo saharaui se ha armado de la legalidad internacional
frente a las maniobras marroquíes tendentes a desvíar al principio de
autodeterminación de su único sentido : el voto. La libre elección a través de
las urnas, la única solución válida para salir de una vez por todas de un
conflicto que duró demasiado. Toto intento para salir de esta vía llevará
obligatoriamente a la reanudación de las hostilidades.
Hace 34 años, Hassan II cometió el error de subestimar la capacidad de este
pequeño pueblo, pensando que la vuelta a la normalidad en el Sáhara no es más
que cuestión de un ejercicio muscular de dos semanas para el ejército marroquí.
El difunto rey estaba lejos de pensar que ya no iba a conciliar el sueño a causa
de los comunicados y balances militares que llegaban del campo de batalla y en
los que las derrotas militares de la armada real se acumulaban una tras otra.
Día tras otro, más muertos, más heridos, y más armamento sofisticado capturado
en plena batalla por los combatientes del Frente Polisario.
Hoy en día, su hijo, Mohamed VI, está repitiendo el mismo error. Piensa que de
esta manera puede conturnar la legalidad internacional y sofocar las
aspiraciones saharauis. La memoria del palalcio real parece ser muy corta.
La dinastía alauita hizo del Sáhara un tema de la política interna de Marruecos.
Las reivindicaciones de los partidos políticos, las reformas sociales, la
democracia, son temas que quedarán en "stand-by" en nombre de la "integridad
territorial" del reino.
El sacrificio y la perseverancia del pueblo saharaui permitieron denunciar a
todas las maniobras dilatorias del gobierno marroquí. La proposición de
autonomía fue rechazada en la ONU. Esta última insiste en la búsqueda de una
solución basada en el respecto de la voluntad de la población saharaui. Toda
solución basada en este principio será bien recibida y el Consejo de Seguridad
está lejos de pronunciarse por una solución unilateral, como la proposición
marroquí. Por respeto a la voluntad de este pueblo que ha sabido sobrepasar
todas los obstáculos para impedir que su tierra sea absorbida por un Estado
dirigido por mafiosos. Un Estado edificado sobre la sangre de los demócratas
marroquíes, sobre los cadáveres de Tazmamart, sobre falsas divinidades, la
miseria de la sociedad marroquí, el dinero sucio del turismo sexual, el
clientelismo, la corrupción… La lista es interminable.
Desde que el asunto del Sáhara fué adoptado por el Consnejo de Seguridad, las
sorpresas, contradicciones, chantajes se convirtieron en moneda corriente del
palacio cherifiano. Pero los saharauis estaban ahí para poner el péndulo del
reloj en la hora exacta. A pesar de la negativa intervención francesa, en la
última resolución del Consejo se habló de derechos humanos. La mención "dimensi
ón hu mana del conflicto" pone a disposición de Ban Ki-moon el derecho de
intervenir para que el aspecto humano del conflicto se tenga en cuenta. En otras
palabras, Marruecos estará bajo control en caso de cualquier nueva violación de
los derechos humanos. La máscara que lleva el rey caerá pronto y el mundo verá
que la realidad difiere de lo que pretenden los responsables marroquíes y sus
clientes zapateristas. El telón levantado sobre los supuestos "avances
realizados por Marruecos en lo político, social, económico…" no son más que una
pequeña parte de la campaña llevada a cabo por los lobbies promarroquíes para
disimular la verdadera cara del régimen feudal alauita. Una cara cruel, inhumana
y criminal.
La monarquía marroquí, en lugar de retirarse de la política y permitir la
instalación de una cultura democrática y un verdadero Parlamento, monopolizó
todas las palancas del poder e infantilizó a los partidos políticos, los "beni-si-si".
Incluso creyó acertado su pacto con algunos antiguos opositores como Ben Zekri
et Herzenni, actual presidente del CCDH, Consejo Consultativo para los Derechos
Humanos, y otros que ofrecieron sus ideales a cambio de ciertos placeres de la
vida. Y eso que una nueva Constitución y un Estado de derecho vendría como
anillo al dedo para el país. Sólo se trata de hacer política, pero de otra
manera.
En este laberinto de maniobras políticas, chantajes y desafíos, el pueblo
saharaui no tiene más remedio que recurrir a todos los medios a su alcance para
frenar el expansionismo marroquí.
La unanimidad y el consenso nacional marroquíes son artificiales y son el
resultado de una complicidad entre el régimen, las élites y el ejército. Todos
sacan enormes provechos políticos y financieros de esta subasta nacionalista.
Ninguno de ellos está dispuesto a dar el primer paso hacia la solución por temor
a que los otros lo acusen de traición. Por ello, noosotros los saharauis,
perdonamos al pueblo marroquí y comprendemos su situación. El día que los
marroquíes tengan una verdadera monarquía consitucional, su unanimidad y
consenso irán hacia el reconocimiento del pueblo saharaui y la rectificación de
los errores del pasado como hizo recientemente con los años de plomo que
caracterizaron al reino de Hasán II.