Mientras Tel Aviv y Hamas se declaran triunfadores del último asalto cíclico del
ejército israelí a Palestina, lo único indiscutible es que, además de haber
desgarrado miles de vidas, este conflicto ha dibujado un nuevo y peligroso mapa
político en Oriente Medio. La presencia aplastante de la OTAN en esta región
tras la ocupación de Irak y de Afganistán, ha cambiado el frágil balance de las
fuerzas en este enclave vital del mundo, en favor de las fuerzas más
reaccionarias civiles y militares, religiosas y laicos, de la siguiente forma:
Israel: la operación «Plomo fundido» ha sido una nueva fase del Plan Dagan,
ideado en 2001 por general Meir Dagan, el actual dirige del Mossad, y entonces
asesor de seguridad nacional de Ariel Sharon, diseñado para desmoronar la
Autoridad Palestina dirigida por Yaser Arafat, e impedir la formación de
cualquier gobierno independiente en los territorios palestinos. Ahora se
descubre por qué Sharon mandó a sus soldados, en 2005, al desmantelamiento
televisivo de los asentamientos ilegales de unos 7.000 judíos en Gaza. ¡No era
para exhibir su comprimario de paz sino desalojar al último judío de allí para
poder bloquearla y luego bombardearla tranquilamente! La actual victoria militar
de Israel a demás allana el camino a la entrada de las "fuerzas de paz", cuya
misión sería, desarmar a los palestinos (mientras se sigue armando a Israel),
maquillar la ocupación, legitimar el Aparthied a los árabes y de paso cubrir al
consorcio israilita-estadounidense Yam Tethys que acecha para apoderarse de las
reservas marítimas de gas de la Franja.
Palestina: al dolor crónico incrustado en el alma y en el cuerpo de sus gentes
se añade ahora una honda sensación del fracaso y de estar atrapados en un
callejón sin salida. Con un terrible balance de decenas de miles de muertes,
heridos, mutilados, refugiados, otros miles de casas, escuelas, fábricas
destruidas y dañadas, los palestinos además hoy están más divididos que nunca.
Una Autoridad dirigida por Mahamud Abbas desprestigiada por su colaboracionismo
con Tel Avive, y un Hamas criticado por su estrategia suicida en una batalla tan
desproporcional; aventura tan increíble que algunos observadores no descartan la
posibilidad de que la organización islamista hubiese caída en la trampa tendida
por Shin Bet, el Servicio de Seguridad hebreo, con el fin de intensificar su
radicalismo, así justificar la limpieza étnica en curso, bajo el salvoconducto
de la "guerra contra el terrorismo", e imposibilitar la participación política
de los palestinos en la gestión de sus territorios. La soledad de los palestinos
dirigidos por Hamas se hizo mayor cuando sus dos únicos aliados, el Hezboláh
libanés, y el gobierno de Irán, se limitaron a enviarle el apoyo "moral". La
Organización chiita dirigida por Hasan Nasrolah, mientras rechazaba abrir un
frente desde el Líbano para reducir el asedio israelí a Gaza, se apresuraba a
desmentir que fueses responsable del disparo de cohetes desde el sur del Líbano.
Él, consciente de que los libaneses no le perdonarían si desviara los misiles
hebreos hacia su territorio, en las actuales circunstancias no tiene ningún
interés en enemistarse con los gobiernos árabes que le acusan de ser la quinta
columna de Irán. A Hamas le quedan pocas salidas: o resistir un tiempo más en un
contexto regional nada favorable a los derechos palestinos, o reconciliarse con
la Autoridad Palestina y negociar con el Estado israelí. ¿No han hecho lo mismo
el iraquí Moghtada Al Sader o el libanés Nasroláh con los gobiernos de sus
países a los que consideraban "ilegítimos"?
Egipto- La pasividad de los principales gobiernos árabes respondía ¿cómo no? a
sus intereses. Egipto -país fronterizo con Gaza y el único que le podía ayudar-
tiene dos motivos para mirar con satisfacción el derrumbe del gobierno de Hamas:
los estrechos lazos de esta organización sunnita-árabe con el enemigo persa-chiita,
y el ser la rama palestina de los Hermanos Musulmanes, principal grupo opositor
egipcio, autor del asesinato en 1981 del presidente Anwar el-Sadat.
Siria- La destrucción total de Irak, y el bombardeo a Libia -"domesticando" a
Gadafi-, por EEUU y sus aliados, ha demostrado a los sirios hasta qué punto es
eficaz la pedagogía de miedo oculto en el refrán "cuando la barba de tu vecino
vieres pelar…". El ultimátum tuvo el sello del ataque "preventivo" de Israel
contra el hipotético reactor nuclear sirio, el seis de septiembre del 2007.
Suficiente para que un mes después, Bashar al Asad asistiera a la conferencia de
Annapolis, junto a Israel, EEUU y los países árabes para elaborar una estrategia
común contra Irán, como afirmaba el congresista demócrata Gary Ackerman. Siria
había cambiado de bando, por si aun no se han enterado quienes le piden que
declare a Israel en defensa de Gaza.
Irán- Considerado por Tel Avive su principal enemigo, se puede deducir que los
ataques contra Hezbolah y Hamas – a los que Israel vincula a Irán-, también
forman parte de la estrategia de Israel para aislar aun más a Irán. Sin embargo,
la relación entre Hamas (organización árabe y sunnita) e Irán es muy compleja.
Para empezar, su cuartel general está en Siria y no en Irán, y que los cohetes
de Qassam no son armas iraníes sino un artefacto de fabricación palestina. De
hecho la postura de Teherán sorprendió tanto a Israel como al propio Hamas.
Ante la presión de algunos sectores del propio régimen islámico que pedían a la
máxima autoridad del país, Alí Jamenei, declarar la guerra a Israel, la cordura
fue la nota dominante. Una implicación de Teherán no sólo entorpecería las
conversaciones (que no negosaciones) propuesta por Obama y un posible
acercamiento entre ambos estados con intereses comunes en buena parte de Oriente
Medio y Asia Central, sino involucraría a Irán en una peligrosa aventura
militar. El Ayatolá Jemení llegó a desconcertar incluso a sus propios militares.
Por un lado animaba a que cientos de jóvenes se alistaran para ir a Gaza (no se
sabe cómo), por otro, mandaba al hermano de Ahmadineyad para desalojar a los
jóvenes que esperaban en el aeropuerto de Teherán para ser enviados a la guerra.
La situación exige la mesura. El gobierno hebreo firme en su decisión de imponer
la "Doctrina Begin" –evitar que algún otro país de Medio Oriente posea armas
nucleares-, y habiendo fijada la fecha del 2009 como punto de no retorno del
programa nuclear iraní, desconfía de la eficacia de las sanciones económicas y
las presiones políticas para arrodillar a Irán, por lo ha elaborado su propia
agenda: neutralizar a los aliados de Irán –Siria, Hamas y Hezbolah-, en las
proximidades de su frontera.
El eje formado por Israel, los principales países árabes y el Occidente estrecha
su cerco alrededor de Irán, atrapado en el medio de dos países ocupados –Irak y
Afganistán-, y rodeado por los cuatro costados por los socios de la OTAN. Ni los
hebreos ni los países árabes perdonan a EEUU el haber entregado el poder a los
chiitas proiranies en Irak, y Mubarak acusa a Irán de querer "tragarse a los
Estados árabes". La reunión celebrada el 15 de diciembre en Nueva York entre los
cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad con representantes de
Arabia, Emiratos Árabes, Kuwait, Bahrein, Qatar y Oman, Jordania, Egipto e Irak
tuvo como objetivo coordinar sus políticas de presión sobre Irán, demostrando
hasta qué punto ese "mundo islámico" unido contra el occidente cristiano es un
bulo. La brusca bajada del precio del crudo de 160 dólares el barril a unos 45,
en menos de tres meses, que afecta directamente a Irán (además de Rusia y
Venezuela), ha sido un motivo más del empeoramiento de las relaciones de Irán
con los saudíes a quienes acusa ser responsable; pues, la renta del petróleo
cubre alrededor del 70 por ciento del presupuesto del gobierno de Ahmadineyad,
que además debe afrontar las consecuencias de la crisis económica mundial. Aun
así, y como paradoja, este tipo de "guerras de baja intensidad" en Oriente
Medio, beneficia a los exportadores de petróleo, entre ellos Irán. Con el inicio
del ataque a Gaza el precio del crudo aumentó de los 40,2 dólares a los 58 el
barril. Además, el gobierno de Ahmadineyad consiguió suspender la moción de
censura contra uno de sus ministros, "por la situación de la región" y cerrar el
diario Kargozaran por criticar a Hamas. De paso, demostró al mundo de que él
tenía razón en señalar a Israel como el peligro para la paz regional. Aunque,
Egipto y Turquía han intentado arrebatarle el protagonismo en el mundo musulmán:
Mubarak diseña planes de paz entre palestinos e israelíes, y Erdogan utiliza el
Foro Económico de Davos para criticar a Israel y convertirse en el héroe,
mientras le compra armamentos para hacer lo mismo a sus propios kurdos.
La batalla se encrudece: Obama saca de la lista de organizaciones terroristas a
los Muyahedines, un grupo armado islamista opositor al gobierno iraní, instalada
en Irak, y Joe Biden repite un viejo ultimátum a Irán: "si persigue la
construcción de la bomba atómica pondrá en peligro la paz en la región y el
bienestar de su propio pueblo". La República Islámica, mientras, celebra el
lanzamiento al espacio de un pequeño satélite experimental de fabricación
nacional, provocando la habitual alarma en Occidente, y un gran entusiasmo entre
sus ciudadanos orgullosos de sus científicos. Por cierto, si EEUU espera el
resultado de las elecciones presidenciales del próximo mes de junio para
elaborar su política sobre Irán, es que sigue sin enterarse de quien manda en
este país.
http://www.nazaninamirian.es/?p=647