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Seguridad en Iraq en términos relativos
Dahr Jamail
Si ha de haber algún grado de honestidad en nuestra comunicación, debemos
empezar por reconocer que el léxico de palabras que describen la condición
humana ya no es aplicable universalmente.
Hace cuatro años que no estoy en Iraq.
La mayoría de los iraquíes con los que hablé en vísperas de las primeras
elecciones provinciales que se iban a celebrar desde 2005 me dijo: "la seguridad
ha mejorado".
Yo mismo confié demasiado en una falsa sensación de seguridad en relación a mi
llegada [a Iraq] hace una semana. La seguridad es, de hecho, "mejor" en
comparación con mi último viaje, cuando el número de ataques mensuales contra
las fuerzas de ocupación y los colaboracionistas iraquíes era de unos 6.000. Hoy
apenas tenemos un soldado estadounidense muerto cada dos días y una veintena de
heridos a la semana. Las víctimas entre las fuerzas de seguridad iraquíes son
exactamente diez veces estas cifras.
Pero, sí, podemos afirmar que la seguridad es mejor si se tiene claro que es
mejor en comparación no con el centro de la ciudad de Houston sino con la Faluya
de 2004.
Comparado con los días en que había varios coches bomba, Bagdad está hoy mejor.
¿Se está más protegido? ¿Hay más seguridad?
Es difícil de decir en un lugar cuya capital está esencialmente cerrada y las
condiciones imperantes son una muestra de un Estado policial. Tenemos un Estado
en Iraq en el que el gobierno ejerce un rígido y represivo control sobre la vida
social (no se permiten manifestaciones no autorizadas, hay toque de queda, muros
de cemento en torno a la capital), económica (véase las 100 Órdenes Bremer
aprobadas bajo la Autoridades Provisionales de la Coalición, todas ellas las
leyes clave sobre el control económico y todavía vigentes) y política de los
ciudadanos.
Por definición, un Estado policial muestra elementos de totalitarismo y de
control social y en el Iraq de hoy tenemos multitud de ejemplos de ambos.
El Oxford American Dictionary define seguridad como "el estado de estar
libre de peligro o de amenaza".
Visité la zona de Dora en Bagdad, que está completamente rodeada de muros
gracias a las fuerzas de ocupación estadounidenses. Umm Shihab, una mujer de
aspecto cansado que vende verdura en el mercado local, me dijo: "nuestros hijos
siguen en la cárcel y queremos que los liberen. Queremos que el gobierno derribe
estos muros. ¿Por qué los mantiene?".
Al andar por Dora me pregunté cómo nadie puede sentirse seguro rodeado de tantos
soldados, policías y armas.
Yo no me sentía seguro y puedo asegurar que usted tampoco se sentiría seguro.
Pero somos estadounidenses y nuestra noción de seguridad es diferente.
Armados con pases de periodista se nos permitió circular por las vacías calles
de Bagdad el sábado de las elecciones. Lo que me sorprendió mientras conducíamos
y después en el colegio electoral fue que no se podía dejar de pensar en la
posibilidad de que en cualquier lugar y el cualquier momento podía estallar una
bomba. Era omnipresente, como el miedo a ser secuestrado. Aunque esta última
amenaza ha disminuido enormemente en comparación con el año pasado, sigue siendo
real. En tanto que periodistas occidentales somos un valioso rescate de un
secuestro.
Pero puedo viajar, reunir información e historias, cuando antes nunca podía
estar seguro de que iba a poder llegar vivo a la ciudad desde el aeropuerto, por
lo tanto, puedo asegurar que Iraq es, sin duda, mejor de lo que ha sido desde el
primer año de la ocupación.
Se prohibió el tráfico en Bagdad y en otras ciudades importantes el 31 de enero,
día de las elecciones. Las fuerzas de seguridad desplegadas para la ocasión
incluían cientos de miles de policías y personal del ejército iraquí , más de
130.000 personas pertenecientes al ejército estadounidense y entre 50.000 y
75.000 mercenarios.
Se cerraron completamente las estrechamente vigiladas fronteras con Irán y
Siria. El toque de queda nocturno empezó a las 10 p.m. del viernes y continuó
hasta aproximadamente las 6 p.m. del domingo.
Desde las estribaciones del controlado bajo Kurdistán en el norte hasta el Golfo
Pérsico en el sur, dobles cordones de seguridad rodeaban los miles de colegios
electorales situados en escuelas, oficinas y centros cívicos.
La pregunta ilógica que se plantea siempre es "¿por qué un país "seguro"
necesita este tipo de seguridad en un día de elecciones o en cualquier otro
día?".
Me gustaría mencionar que durante los cuatro años que he estado ausente [de Iraq]
he mantenido correspondencia regular con mis amigos y contactos en Iraq y, por
lo tanto, durante todo este tiempo he estado bien informado de la vida
absolutamente anormal que la mayoría de los iraquíes ha estado viviendo. Sin
embargo, ser testigo de ello a mi llegada me ha conmocionado.
Estoy sorprendido de que me sorprenda que la situación siga siendo tan
insoportable como sigue siendo. A modo de sucinto resumen, una semana después de
llegar puedo ofrecer lo siguiente: la situación en Iraq no ha cambiado sino para
empeorar. Lo que el paso de estos cuatros años en los que he estado ausente ha
traído al pueblo iraquí es aún más desplazamientos de población, una mayor
degradación económica, una desesperación extrema, enfermedades intratables y una
casi total pérdida de esperanza.
¿Qué supone esto para la psicología de un ser humano normal?
Y, sin embargo, "Dios mediante, estas elecciones nos ayudarán, porque
necesitamos más seguridad", dijo Ahmed Hassan después de votar el domingo; "el
pueblo iraquí está cansado. Queremos ser capaces de descansar".
Puede que ustedes se pregunten en qué puede consistir la seguridad para él y
para sus compatriotas iraquíes. Quizá lo mismo que para nosotros,
estadounidenses: poder llegar al final del día sin tener que ir por calles
repletas de hombres armados, armamento militar y oyendo sobre nuestras cabezas
el estruendo de helicópteros y aviones estadounidenses.
O esto es mucho esperar para ellos mientras millones de mis compatriotas
estadounidenses permanecen como mudos testigos de la larga, larga guerra que se
desarrolla a decenas de miles de kilómetros de casa.
……………..
Así pues, los hombres están desperdigados por los pastos del desierto y
embadurnados en él, y los generales no han conseguido nada.
Guerra nefanda, Li Po (sobre 750)
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