El revuelo mediático causado por la formación de un nuevo partido político en
Sudáfrica está propiciando la percepción de una realidad alterada y manipulada
en aras a determinados intereses locales e internacionales.
La decisión de los disidentes del Congreso Nacional Africano (ANC) de agruparse
en torno al Congreso del Pueblo (COPE) no ha sorprendido a aquellos que siguen
de cerca los acontecimientos sudafricanos. Las maniobras que desde la
conferencia de Polokwane del ANC el pasado mes de noviembre pusieron en marcha
algunos sectores conservadores del ANC se ha ido materializando en los meses
posteriores hasta conformara la nueva plataforma política que tiene como
objetivo acabar por todos los medios con el apoyo mayoritario que la ciudadanía
sudafricana otorga al ANC y a su proyecto.
La manifestación política del nuevo proyecto se ha ido gestando por tanto desde
que en la conferencia de Polokwane, los militantes del ANC apostaron claramente
por el modelo que proponía Zuma y su equipo. Desde Polokwane los disidentes han
puesto en marcha una nueva campaña para difamar la nueva dirección del ANC,
acusándola de poner en manos del Partido Comunista de Sudáfrica (SACP) y del
poderoso sindicato COSATU el futuro del país, haciendo gala para ello de la
retórica más zafia del anticomunismo.
Sin embargo lo que han dejado en evidencia estos disidentes es que su principal
motivación era continuar controlando el ANC y seguir su transformación hacia una
organización meramente electoralista, y como han visto truncadas sus esperanzas
se han puesto manos a la obra para destruir la organización en la que han
militado estas décadas.
Algunos señalan que las diferencias personales, los diferentes modelos políticos
y económicos (en clave izquierda y derecha) e incluso las adscripciones tribales
(Zuma es zulu y Mbeki es xhosa) son los motivos para explicar esta ruptura. Sin
embargo, y a pesar de que los disidentes claman perseguir los fines marcados
históricamente por el ANC, la realidad es muy distinta.
Los deseos de este grupo en la conferencia de Polokwane era asegurar su control
del ANC y de esa forma seguir controlando las estructuras del estado
sudafricano. Al mismo tiempo perseguía trasformar al partido en una formación
electoral al estilo de Occidente, donde la participación de la ciudadanía se
limita a las elecciones cada determinados años. Y sobre todo, y necesario para
sus fines, apostaban por acabar con la alianza histórica entre el ANC, SACP y
COSATU.
Frente al modelo progresista y participativo que representa el ANC, los
impulsores del nuevo partido han materializado una nueva alianza en torno suyo.
Las élites políticas que en los últimos años han `pretendido un giro estratégico
del ANC y de Sudáfrica, se han unido a los poderes económicos locales e
internacionales, además de algunas secciones emergentes del llamado "capitalismo
negro", y todo ello además con el apoyo de la burguesía local y los medios de
comunicación.
En resumen, estos disidentes han mostrado que tras ser derrotados
democráticamente, abandonan el ANC y forman un nuevo partido, poniendo sobre las
espaldas de los nuevos dirigentes todos los errores del pasado y acentuando una
campaña contra Jacob Zuma, y todo ello los dicen hacer en defensa de los
principios de la Carta de Libertad del ANC, es decir, siguiendo los pasos de
cualquier guión similar en otros lugares del mundo.
Para algunos analistas locales, la confluencia de otros factores marca el
nacimiento del COPE. Por un lado está la rabia de los disidentes por no haber
podido lograr el respaldo de las bases del ANC, lo que les hubiera permitido
continuar acumulando sus riquezas personales, y ampliando la red de
personalismos y una jerarquía política en aras a mantener sus privilegios.
También se puede observar la dosis de populismo que destila el nuevo proyecto,
intentando apropiarse de los ejes ideológicos del ANC (si se comparan los
manifiestos de ambas organizaciones son casi idénticos), pero al mismo tiempo
manifestando una clara contradicción que un analista ha resumido con acierto.
"Estos disidentes han mostrado con su actitud que las normas hay que respetarlas
cuando se logra lo que uno desea, y en su caso, cuando no se consigue lo
deseado, se cambian y punto. Todo un alarde de convencimiento democrático".
Finalmente, este nuevo proyecto muestra la amargura de esa élite política
acostumbrada a enriquecerse gracias a sus posiciones en le partido o en el
estado, y que se aferra al poder a costa de todo y de todos.
El papel de los medios de comunicación estos meses ha resultado clave para la
conformación del actual clima político y social en Sudáfrica. Durante muchos
meses han mantenido un juicio mediático paralelo contra Jacob Zuma, para impedir
que éste accediera a la dirección del ANC. Este dirigente ha sido prejuzgado "y
casi condenado", y todo ello en base a la creación deliberada de informaciones y
pruebas falsas que finalmente han sido rechazadas por los tribunales.
Tras esa campaña de acoso y derribo, fracasada en doble sentido con la
desestimación de las acusaciones en el juicio y con el apoyo de las bases del
ANC, los medios se han puesto en marcha para iniciar una nueva fase. Así, llama
poderosamente la interpretación que éstos hacen de la realidad surgida tras la
elección de Zuma. "En los últimos 18 años, tras la salida de Mandela de la
cárcel, el ANC ha pasado de ser uno de los más poderosos movimientos de
liberación, con un líder aclamado mundialmente, a ser una organización dividida,
liderada por Jacob Zuma, quien ha sido acusado de corrupción y malversación".
Significativamente, esos medios ocultan las responsabilidades de los antecesores
de Zuma, quienes han sido responsables directos de fracasos sonoros, y otros
ocultados, como el relacionado con el SIDA o la situación en Zimbawe. Al mismo
tiempo que quieren presentar al ANC como una organización controlada por el SACP
y COSATU.
En el pasado las organizaciones populares sudafricanas han afrontado situaciones
parecidas, y siempre han acabado imponiéndose a los reveses iniciales a
consecuencia de las disidencias y deserciones. En los años veinte se puso en
marcha un sindicato, el ICU, para frenar los avances y la organización de los
trabajadores en torno a sindicatos progresistas. En los cincuenta vino la
escisión conservadora del Congreso Pan Africano (PAC), en los setenta el famoso
"grupo de los 8" que pretendía alterar las líneas estratégicas del ANC y
acomodarlo a los cánones occidentales. Y en 1996 se produjo el último intento
para ese giro. Muchos perciben a la nueva formación, el COPE como el fruto de
esos últimos intentos de fracturar el ANC y de acabar con el camino marcado
desde sus comienzos.
Fue el propio Mandela, quien ya en 1953, en un discurso titulado "No es fácil el
camino hacia la libertad", denunció la presencia de todo un abanico de
personajes que bajo el disfraz del progresismo trabajaban para "los enemigos del
ANC" desde dentro de la propia organización. Estos días se ha celebrado el 47
aniversario de la formación del Umkhonto weSizwe (la lanza de la nación) (MK),
el brazo armado del ANC, y en los diferentes actos que han tenido lugar, las
bases de esta organización se han posicionado claramente a favor de la dirección
del partido, repudiando a los disidentes y negándoles a éstos el testigo de su
lucha.
Los dirigentes del ANC saben que cuentan con el apoyo de las bases, y conocen
que en el pasado las experiencias divisionistas han fallado, y esperan que en
esta ocasión, el proyecto de Lekota o Mbeki también acabe fracasando. El apoyo
de éstos ahora está ligado a su imagen como dirigentes del ANC, probablemente
con el paso de los días esa imagen irá desapareciendo y la mayoría de la
población seguirá apostando por el ANC.
En el fondo, en Sudáfrica nos encontramos ante la lucha de dos modelos. El
defendido por el ANC y que supone un soplo de aire fresco para el continente
africano y el modelo de los disidentes, que apuestan por la "dolarización de la
política" y con el final de la participación popular en la política, más allá de
las citas electorales. Y todo ello parejo al modelo social que se quiere para el
gigante africano, algo que pone muy nerviosos a determinados actores externos.
TXENTE REKONDO.- Gabinete Vasco de Análisis Internacional (GAIN)