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Dimite el presidente somalí en medio de un caos humanitario y de seguridad
Gara
El presidente somalí, Adbullahi Yusuf Ahmed, dimitió ayer por no haber conseguido «traer la paz» a Somalia, al término de la mayor crisis política que ha paralizado las instituciones del país, hundido en la peor espiral de violencia desde el inicio de la guerra civil en 1991. Yusuf, que nunca logró imponer su autoridad, se sometió finalmente a las presiones internacionales y nacionales y renunció al cargo.
El presidente de Somalia, Abdullahi Yusuf Ahmed, anunció ayer en el
Parlamento que dimitía «después de haber recibido presiones por parte de la
comunidad internacional».
Yusuf, que ha permanecido al frente del Gobierno títere de transición desde el
10 de octubre de 2004, informó sobre su decisión a los miembros de la Asamblea
Nacional al no haber podido cumplir su principal objetivo, la pacificación del
país.
Somalia, una de las naciones más pobres de África, ha vivido en una constante
guerra civil desde 1991, y se encuentra en la peor situación de los últimos 18
años en materia de seguridad al tiempo que se hunde en una situación humanitaria
catastrófica, con cerca de la mitad de la población necesitada de ayuda. Además,
sus costas se han convertido en la zona del planeta peligrosa en cuanto a
piratería.
La crisis política de Somalia tocó fondo el pasado 15 de diciembre, cuando la
Asamblea Nacional rechazó la decisión del presidente de destituir al primer
ministro, Nur Hassan Hussein, con quien mantenía discrepancias sobre la composi-
ción del Gobierno y la inclusión de los islamistas moderados en el proceso de
paz.
A pesar de que los parlamentarios no aceptaron el cese, quienes mantenían que
según la Constitución somalí el presidente no disponía de los poderes
suficientes como para poder relevar a Hussein, Yusuf nombró un nuevo primer
ministro, Mohamed Guled, lo que dejó a Somalia con dos primeros ministros en
funciones. Pocos días después, Guled renunció a su puesto y afirmó no querer
involucrarse en las disputas entre los líderes del país.
«De ahora en adelante se abre una nueva página de la historia somalí», declaró
el enviado especial de la ONU para Somalia, Ahmedou Ould-Adballah, tras conocer
la dimisión de Yusuf.
Tras la renuncia de Yusuf Somalia se queda sin su máximo mandatario en un
momento en el que la milicia islámica al-Shabab, que se enfrenta al Gobierno de
transición, ha conseguido controlar casi todo el país.
Yusuf fue elegido presidente en Nairobi para que restableciera el orden en el
país, Sin embargo, durante su mandato, ha mantenido numerosas discusiones con
los miembros de su Gobierno y empeoró el conflicto con los islamistas al
permitir la entrada de tropas etíopes en el territorio somalí, apoyadas por los
estadounidenses, para luchar contra los insurgentes.
Treinta días
En el plazo de unas dos semanas, fecha en la que está previsto que las tropas
etíopes se retiren definitivamente del país, el presidente del Parlamento
asumirá la Presidencia durante 30 días, periodo tras el cual se elegirá a un
nuevo mandatario.
Es probable que Sheikh Sharif Sheikh Ahmed, el que fuera líder de los Tribunales
Islámicos y que ahora encabeza la oposición moderada, sea el próximo presidente,
poco después de su regreso al país tras permanecer en el exilio dos años.
El líder de la oposición islamista más radical, Cheikh Hassan Dahir Aweys,
señaló que esta dimisión representa sólo «el 10% del problema somalí». A su
juicio, «Yusuf no era el único obstáculo para la paz. El epicentro del
infortunio somalí es la presencia de las tropas etíopes en nuestro suelo».
PERFIL | Abdullahi YUSUF
Una mano de hierro incapaz de lograr la estabilidad
GARA |
Abdullahi Yusuf Ahmed falló completamente al intentar imponer su autoridad en un
país hundido en el caos y sus enfrentamientos con parte de su Gobierno
contribuyeron a aumentar la división al dirigir Somalia con mano de hierro como
un jefe tribal.
Elegido el 10 de octubre de 2004 para el cargo de presidente, sus detractores lo
acusan de haberse convertido en un dictador, asignando los puestos de
responsabilidad y las financiaciones en función de los clanes, así como de haber
seguido haciendo oídos sordos a los sufrimientos que millones de somalíes
padecen desde hace años.
Sus errores le hicieron perder en los últimos seis meses incluso el preciado
apoyo de la vecina Etiopía, que tanto trabajó para que fuera elegido presidente.
Oficial del Ejército en los años 60, fue detenido cuando rechazó participar en
el golpe de Estado que llevó a Siad Barre a la Presidencia en 1969. Liberado en
1975, intentó derrocar a Barre y, tras su fracaso, se exilió a Kenia. Desde allí
dirigió una guerrilla contra Barre. Se benefició del respaldo de Etiopía hasta
que sus discrepancias en el conflicto territorial le condujeran otra vez a la
cárcel en 1985, esta vez en Addis Abeba.
En los años 90, Abdullahi volvió a su región natal de Puntland, donde se hizo
con la Presidencia y declaró la autonomía en 1998. De su Gobierno en Puntland,
Abdullahi ha sacado una reputación de hombre autoritario y su nombramiento a la
cabeza del Estado fue considerada como la última oportunidad de restaurar el
orden.
En setiembre de 2006 escapó a un atentado que causó once muertos en Baidoa. A
principios de 2007, el Palacio Presidencial de Mogadiscio fue objeto de varios
ataques, de los que salió ileso.