Latinoamérica
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Desafíos mediatos de los tres países andinos frente a la
Restauración Conservadora en América Latina
Venezuela, Ecuador y Bolivia: Neoliberalismo vs. Neosocialismo
Diego Ghersi
APM
El golpe de estado que depusiera en Honduras al presidente constitucional Manuel
Zelaya disparó las alarmas regionales y en particular las de aquellos países
cuyos gobiernos se inscriben con más firmeza en el denominado "Socialismo del
Siglo XXI".
De cara al avance neoliberal, el gobierno bolivariano de Venezuela cuenta con un
considerable apoyo popular, las rentas petroleras y un marcado sostén de sus
Fuerzas Armadas.
El apoyo popular puede medirse por un dato cercano: el 15 de febrero de 2009, en
el plebiscito impulsado por el presidente Hugo Chávez para dirimir la
posibilidad de una Enmienda Constitucional, el gobierno obtuvo una aprobación
del 54,36 por ciento frente a un 45,63 por ciento opositor.
Tal respaldo en las urnas significó la posibilidad de que tanto el presidente
como los gobernadores y alcaldes puedan acceder a la reelección indefinida o
continua. Además, el hecho de que dicho triunfo se haya conseguido a 10 años de
ejercicio continuado del poder habla a las claras de que el tiempo no ha
desgastado la confianza de los electores.
Frente al triunfo, el presidente Hugo Chávez declaró en su oportunidad que
"comienza el tercer ciclo histórico de la Revolución Bolivariana, del 2009 al
2019", que se diferenciaría de los dos ciclos anteriores, el primero de 1999 al
fallido golpe de estado de 2002, y el segundo desde entonces hasta febrero de
2009.
En esta nueva etapa, el gobierno bolivariano deberá enfrentar un escenario donde
la caída del precio de barril de petróleo anclado en los 60 dólares es el límite
para el equilibrio del presupuesto del país.
Resulta evidente que la caída del precio del petróleo provocará una disminución
de la capacidad de maniobra del poder presidencial.
Por su parte, la oposición política, que trata infructuosamente de recuperarse
de las derrotas electorales, anunció el 6 de junio pasado la creación de la Mesa
de la Unidad Democrática, con representación en todas las ciudades del país, y
cuyo único objetivo es el de enfrentar la gestión del actual mandatario.
El líder democristiano Ignacio Planas, del partido opositor Comité de
Organización Política Electoral Independiente (COPEI) reconoció que la unidad
surgió de un esfuerzo muy grande de consenso, diálogo y discusión, en la
búsqueda de una instancia permanente que enfrente la gestión del actual
mandatario.
La alianza opositora intentará profundizar sus críticas sobre supuestas
violaciones de los Derechos Humanos y destrucción del sistema productivo,
política carcelaria, corrupción gubernamental, inflación creciente,
"conflictividad que impide el diálogo político", dependencia del Poder Judicial
y aspectos de fondo en cuanto a política exterior.
Por su parte, el gobierno enfrenta la lucha dialéctica por el poder exhibiendo
los resultados positivos en relación con alfabetización, reducción de la
pobreza, salud, seguridad social, desarrollo económico, soberanía alimentaria,
disminución de la deuda pública, inversión en ciencia y tecnología y
cuadruplicación de las reservas monetarias.
El arco opositor, que incluye también a la Iglesia Católica de Venezuela, cuenta
con el aporte de los medios de comunicación privados, denunciados por el
gobierno como medios de desinformación y contra los cuales, en esta tercera
etapa, el presidente Hugo Chávez continuará la política de anulación de
licencias de emisión, cuyo antecedente más resonante fue el de la televisora
privada RCTV, muy crítica con el gobierno de Hugo Chávez, que en 2007 salió del
aire en señal abierta al expirar su licencia y negársele la renovación.
En ese sentido, el Parlamento de Venezuela aprobó un informe del responsable de
la Comisión Nacional de Telecomunicaciones (Conatel), Diosdado Cabello, en el
que se afirma que "27 familias poseen de manera privilegiada más del 32 por
ciento del espectro radioeléctrico, lo cual demuestra la existencia de un
latifundio mediático."
La importancia de la resolución parlamentaria implica un respaldo categórico a
las medidas implementadas por el Ejecutivo nacional para "garantizar la
democratización del espectro radioeléctrico, la paz, la tranquilidad y la salud
mental del pueblo venezolano".
En Ecuador, el panorama parece más claro a favor del presidente constitucional
Rafael Correa, quién el 26 de abril obtuvo su reelección con el 51 por ciento de
los votos y casi un 14 por ciento más que su inmediato perseguidor.
El triunfo abrumador del partido Alianza Patria Altiva y Soberana (País)
posibilitó la desarticulación de la oposición política y significó el control de
la Asamblea Legislativa compuesta por 124 escaños. Es evidente que semejante
espaldarazo facilita la gobernabilidad futura de la gestión del actual
mandatario.
La estabilidad alcanzada es un dato no menor en un país que desde hace un
decenio se había convertido en la democracia más inestable de América Latina
(desde 1996 hubo 8 presidentes) e implica la sustentabilidad a mediano plazo del
proceso económico del país, cuyos desafíos futuros se desvían de la oposición
interna a los avatares derivados de la caída del precio del petróleo, a la
reducción de las remesas de dinero que envían los emigrados y a la ausencia del
crédito externo.
La gran habilidad de Correa ha consistido en mantener la cohesión de las
diferentes fracciones y movimientos que componen su gobierno, a pesar de las
tensiones lógicas derivadas de diferentes criterios .
El proyecto político del mandatario reelecto -la "revolución ciudadana"- se
apoya en la confrontación permanente con los poderes fácticos de Ecuador: la
banca, los medios de comunicación, la elite económica de Guayaquil, los partidos
políticos tradicionales y la lucha contra la corrupción estatal; pero
fundamentalmente representa un quiebre con el neoliberalismo económico.
El apoyo popular garantiza que Rafael Correa inicie su mandato hasta 2013 con
relativa tranquilidad respecto de la acción política opositora, sin embargo
se han insinuado algunas señales de descontento en los mandos militares,
disconformes por la eliminación del servicio militar obligatorio y por la
iniciativa gubernamental de involucrar a la Armada y al Ejército en tareas
administrativas en Petro Ecuador y en la reconstrucción vial.
Por su parte, el conflicto entre el gobierno y la Iglesia Católica se mantiene
latente luego de que en 2008 la institución declarara abortista el proyecto
constitucional sometido a referéndum en setiembre de ese año, y que resultara
también abrumadoramente favorable al primer mandatario.
Cabe señalar que la Iglesia ya se había manifestado contraria a la primera
candidatura de Rafael Correa, argumentando su condición de candidato "comunista
y abortista".
En cuanto al papel de los medios de comunicación, la batalla está abierta. En el
discurso de la victoria, el presidente reelecto manifestó que en esta nueva
etapa lucharía contra el poder corrupto de la prensa, a la que también calificó
de mafiosa.
En ese sentido, el 30 de mayo el mandatario anunció demandas contra el diario El
Universo y el canal Teleamazonas: "Ya no estamos dispuestos a ser víctimas de
una prensa corrupta. Vamos a cumplir la ley y vamos a iniciar los procesos
legales correspondientes".
El ministro de Coordinación Política de Ecuador, Ricardo Patiño Aroca, sostiene
que ante el desprestigio y la pérdida de credibilidad de los dirigentes
tradicionales, la "gran prensa", en manos de los banqueros y grupos dominantes,
privilegia las políticas neoliberales y se consolidó como el principal
partido de oposición al presidente Rafael Correa.
En Bolivia, y pese a su seguidilla de triunfos en las urnas, la batalla de Evo
Morales contra las fuerzas opositoras es diaria y constante.
"Si me pasa algo será culpa de la derecha", había declarado Morales durante su
huelga de hambre en por de la Ley Transitoria de Régimen Electoral que le
impidiera asistir a la Cumbre de la Américas en Trinidad y Tobago.
Los esfuerzos de la oposición se concentran en la búsqueda de un líder que
pueda aglutinar votos en los comicios presidenciales del 6 de diciembre entrante.
La "refundación de Bolivia" impulsada por Morales logró ganar las últimas cuatro
elecciones con una solvencia que según los analistas será difícil de igualar en
los meses que restan hasta el llamado de las urnas.
Sin embargo, el ex vicepresidente de la República, Víctor Hugo Cárdenas es uno
de los principales impulsores de un proyecto que aúne las expectativas
opositoras.
"Debemos hacer todo el esfuerzo para consolidar una sola candidatura", manifestó
Cárdenas, quién se encuentra abocado a la creación para ese rol de un Nuevo
Proyecto Político Ciudadano.
Como en el caso venezolano, la oposición apunta a la corrupción, la negación de
la propiedad privada y la violación a los Derechos Humanos.
En otro orden, el gobierno de Morales recibió su fuerza de los sectores
indígenas más empobrecidos, quienes no vacilaron en apoyarlo cada vez que fue
necesario, con grandes manifestaciones públicas. Esas manifestaciones populares
contribuyeron en gran medida al sofocamiento de la sublevación de la "Media
Luna", intento secesionista de las regiones más ricas de Bolivia, en setiembre
de 2008.
Morales goza hasta ahora de un medido apoyo militar, cuya manifestación más
importante fue colocarse a las órdenes del presidente durante el conflicto
autonómico. En aquel momento, el jefe del Ejército, General Luis Trigo, había
manifestado que las Fuerzas Armadas "apoyan el firme empeño de su capitán
general (Evo Morales) en la búsqueda de soluciones definitivas a todos los
conflictos políticos sociales, económicos, naturales y sectoriales que hoy
imperan en el país, a fin de imponer la paz la unidad y concordia entre todos
los bolivianos".
Lo cierto es, que desde la llegada al poder de Evo Morales, las Fuerzas Armadas
han mantenido un comportamiento de ejemplar subordinación al poder político.
Como en los casos de Venezuela y Ecuador, el ejecutivo boliviano mantiene una
tensa relación con la prensa local. Hastiado de la crítica fuera de tono y de la
parcialidad manifiesta en contra de su gestión, el mandatario boliviano ha
llegado al punto de sólo recibir en el Palacio Quemado a la prensa extranjera,
excluyendo a la local.
Por último, Evo Morales también debe lidiar con la oposición eclesiástica a la
que llegó a calificar de "sindicato opositor al gobierno". Y es que la Iglesia
Católica en los países andinos parece haber olvidado aquello de "dad al César lo
que es del César y a Dios lo que es de Dios" y se ha convertido en un actor
recurrentemente alejado de los más necesitados.
dghersi@prensamercosur.com.ar
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