Latinoamérica
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Entrevista al historiador colombiano Camilo Useche
"A Uribe no le interesa la paz"
Luis Martínez
Sociólogo e historiador colombiano, Camilo Useche tiene un Master en estudios de
América Latina (UAM-Madrid) y en Relaciones internacionales (UAM-Madrid) y
actualmente es candidato a Doctor por la Ecole des Hautes Etudes en Sciences
Sociales de París. La siguiente entrevista la realizamos en la biblioteca de
la Cité Internationale Universitaire de París con la intención de charlar
un poco sobre la temperatura socio-política en Colombia:
L.M. Colombia ha sido uno de los países donde se desarrolló la
Investigación y Acción Participativa propuesta por Orlando Fals Borda. ¿Qué
impactó ha tenido en los programas de desarrollo en tu país?
C.U. Indudablemente dentro de los programas de desarrollo elaborados por
múltiples organizaciones, el paradigma de la IAP (investigación y acción
participativa) ha sido fundamental para la comprensión de distintos conflictos y
problemáticas; el impacto social es evidentemente pues ha permitido no sólo
conocer las necesidades sociales de una comunidad (cualquiera que sea el área de
investigación) sino también agrupar esfuerzos para intentar transformar la
realidad con base en los recursos, sus problemas y sus necesidades, además, algo
que es fabuloso, es que favorece la conciencia crítica de la población sobre su
realidad, su empoderamiento como también la ampliación de sus redes sociales, su
movilización colectiva y su acción transformadora. Por ejemplo en la cooperación
para el desarrollo, las técnicas de la IAP han sido aplicadas con éxito por ONG
y otras agencias en campos como el cooperativismo, la extensión agraria y la
educación de adultos. En este sentido, es importante destacar que la IAP es uno
de los métodos que han servido de base a la aparición y desarrollo de otras
metodologías participativas que cuentan con un creciente uso en el campo de la
cooperación, como son el diagnóstico rural participativo y el conjunto de los
enfoques participativos
En la actualidad ha continuado utilizándose en el campo de la educación y de la
intervención social con grupos de barrio, inmigrantes, enfermos de SIDA, etc. Y
en muy diversos proyectos que van desde el desarrollo local y la alfabetización
hasta la gestión colectiva de cuencas hidrológicas. En todos esos ámbitos la IAP
ha seguido proporcionando explicaciones de la realidad en clave colectiva y
sirviendo como herramienta de acción transformadora. Ha sido precisamente esa
fusión entre la indagación sociológica y un compromiso político en beneficio de
los "sectores populares", campesinos y proletariado agrícola en general, lo que
ha hecho de este paradigma un método efectivo y loable en la praxis.
L.M. ¿Cómo ha influido el conflicto social, político y para-militar en
las propuestas literarias de tu país?
C.U. De muchas maneras, indudablemente la literatura colombiana en todas
sus fascetas tiene algo que ver con el conflicto político y social colombiano
pero sobre todo con la violencia y desde el siglo XIX hasta nuestros días,
recordemos obras como El cristo de espaldas de Eduardo Caballero Calderón
o hasta La vorágine que habla sobre la vilencia ejercida en la selva
amazónica por parte de la explotación cauchera en la frontera con Perú. Pero en
ese sentido, de la literatura que habla de la violencia, uno de los temas
recurrentes ha sido el del sicariato con novelas como La Virgen de los
sicarios de Fernando Vallejo, que refleja el sicariato en Medellín duranrte
los ochenta, y evidentemente no es una obra que habla del conflicto armado sino
del naracotráfico y el imaginario de violencia que trae sobre sí; desde esa
misma perspectiva está Rosario tijeras de Jorge Franco, novelas esta
última que parece más bien escrita para ser llevada al cine que para ser leída,
pero buena, eso hace parte de la intertextualidad actual.
Otra obra fundamental que nos abrió los ojos al fenómeno del secuestro es
Noticia de un secuestro de García Márquez, novela que es la antesala a una
serie de escritos sobre el naracotráfico y el mundo que gira alrededor de ello,
pues la sociedad colombiana había llegado a un punto, en la década de los
noventa, en el que la realidad del narcotráfico pasó a ser parte de la farándula
y de noticias varias, creándose una vanalización de la realidad que prudujo
cualquier tipo de obras sin fundamento con estereotipos que podían ser vendibles
a las cadenas de televisión y en el exterior; así mismo se producen obras serias
como la de Laura Restrepo Leopardo al sol que no habla de los cultivos
ilícitos y del exterminio de las familias ligadas al negocio. De esta manera el
tópico vertebral de la literatura en este contexto es la violencia más que le
conflicto en sí. Ya sobre el tema de la guerrilla, las obras e investigaciones
de German Castro Caicedo sobre el M19 o la obra Noches de humo de Olga
Behar, que habla de la toma del Palacio de justicia, se acercan más a labor
periodística con tonos novelísticos que litereratura pura, por decirlo de alguna
manera.
Actualmente han empezado a surgir múltiples biografías e historias de vida con
el único fin de vender el conflicto y el morbo que genera en la sociedad los
avateres del día a día de un secuestrado en la selva o una operación de rescate,
como es el caso del libro sobre la operación jaque Operación jaque la
verdadera historia que liberó a Ingid Betancourt y que ha promocionado el
gobierno uribista, tanto así que en Madrid la presentación del libro la hizo el
entonces ministro de defensa Juan Manuel Santos. Y así cualquiera exsecuestrado
saca un libro y se hace rico y lo que se produce, literariamente hablando, es un
desperdicio de papel incoherente. Algunas obras han servido para destapar ollas
políticas como fue el caso de "mi confesión" del jefe paramiliatar Carlos
Castaño, que sirvió como prueba del proceso de parapólitica contra el gobierno
de Uribe, en estos casos esas basofias sirven de algo (risas). Y así
podemos pasar por infinitude novelas y ensayos periodísticos que no hacen si no
repetir esquemas y que realmente no aportan nada a la literatura, los que más
han servido sobre estos temas han servido para delatar delitos políticos, que no
está mal. En definitava, la literatura Colombia siempre ha sido sesgada de una u
otra manera por la violencia cotidiana que azota al país, producto efectivamente
de un imaginario ya muy difícil de romper que es el imaginario de que en
Colombia la violencia vende.
L.M. El mes pasado la comunidad internacional firmó una carta respaldando
a la Senadora Piedad Córdoba para que fungiera como mediadora entre el gobierno
de Uribe y las FARC-EP. Pero parece que el nefasto gobierno de Uribe no ha
mostrado interés en crear las condiciones estructurales y políticas para que se
establezca la paz en Colombia. Cuando digo, condiciones estructurales, me
refiero al mejoramiento de las condiciones de vida. Según los índices del PNDH
la pobreza ha crecido en tu país en términos reales. Según la Central Unitaria
de Trabajadores (CUT) hay más de un millón de niños que laboran a causa de la
pobreza.
C.U. Efectivamente, el presidente Uribe desde su ya famosa "seguridad
democrática" ha demostrado que no le interesa la paz, simplemente ve como salida
al conflicto una vía, la armada, la de la guerra, concibe como único problema
social, económico, político de Colombia a la guerrilla, como si no existieran
causas para la existencia de estas agrupaciones, como la pobreza, la
desigualdad, la aprensión de las élites en el poder y el pueblo le cree, la
gente en Colombia está convencida que si derrotan a la guerrilla todo estará
bien, se acabarán todos los problemas, pero hay un vacío y es el postconflicto
¿qué se va a hacer cuando se acabe la guerra? Qué va a pasar con los miles de
excombatientes guerrilleros, con los campesinos que han sido desplazados con la
memoria de la gente, porque la memoria juega un factor fundamental para la
reconciliación ¿qué haces tú con un joven al que la guerrilla o los
paramilitares le han asesinado a sus padres? ¿Perdón y olvido? como se planteó
en la reaserción de los paramilitares observada por la OEA? No es tan fácil.
Y no se ha hecho nada para remediar eso, no hay programas reales de erradicación
de la pobreza (Colombia es uno de los países con mayores problemas de
desigualdad y de distribución del ingreso en América Latina, el 60% de los
hogares se encuentran por debajo de la línea de pobreza) o de reforma agraria
como tal vez existe en Venezuela, no hay planes a largo plazo que aseguren una
vida digna a los campesinos, a los niños, que aseguren la vida, que es justicia,
porque un Estado que no esté en capacidad de garantizar al ciudadano lo mínimo,
que es la vida, no un Estado, no es nada. Y eso pasa con Uribe, tu adjetivo de
nefasto es perfecto para definir ese gobierno que ya va para ocho años y tal vez
siga por otros más. Al gobierno de Uribe no le interesa la paz, la guerra es un
negocio, con la guerra el país recibe mucho dinero por parte de EE.UU, a cambio
de bases militares y otros requerimientos absurdos, que sólo un país como
Colombia es capaz de otorgar, dinero con el que se cubren esos vacíos sociales
que no es capas de producir el Estado.
Es por esto que se ponen tantas trabas para el diálogo para la entrega de
secuestrados, para Uribe (o para el gobierno uribista y para los uribistas, que
ya es casi una ideología) es más importante un golpe militar contra la guerrilla
(que legitimaría su "seguridad democrática") que sentarse a hablar o liberar
gente por medio de personas como Piedad Córdoba que son la antítesis del
pensamiento del gobierno. Para Uribe una acción como la "operación Jaque", en
donde liberaron entre otras personas a Indrig Betancourt, le aseguró la
reelección o por lo menos la continuidad de su gobierno por mucho tiempo. En
definitiva, con un gobierno así estamos jodidos, y lo que nos espera es mucho y
doloroso.
L.M. Para finalizar me gustaría saber tu opinión sobre la teoría social
de raigambre liberacionista. ¿En qué medida su propuesta permite evidenciar los
atavismos teóricos y analíticos que subsisten en la academia latinoamericana?
C.U. Imagino que me hablas de Santiago Castro porque es colombiano, pues
bien, creo que Santiago Castro, dentro de toda esta teoría social, que proviene
de los estudios culturales y de los estudios postcoloniales, ha sido uno de los
más prolijos pero a la vez autocríticos frente a toda la cantidad de literatura
que se encuentra ahora sobre este tema. Es decir, hoy en día conceptos como el
de colonialismo, modernidad o subalternidad han sido bastante bien trabajados,
sin embargo aún quedan muchos tópicos por desarrollar y es lo que él mismo hace
cuando habla de las Geografías poscoloniales y trans-localizaciones narrativas,
en donde Santiago Castro-Gómez hace un mapa de los estudios postcoloniales desde
su creación y la fuerza que han tenido las propuestas por parte de las Escuelas
norteamericanas en el arraigamiento de los estudios latinoamericanos, pasando
por Daniel Mato Beverley o Mignolo y la influencia de los estudios orientales en
la creación de conceptos postcoloniales para nuestro continente.
La tesis de Santiago Castro, alrededor de las nuevas tendencias globalizadas es
que las denominadas teorías poscoloniales, ante todo las que practican una "trans-localización
narrativa" de lo latinoamericano, se articulan en un lenguaje totalmente
diferente al utilizado por las teorías anticolonialistas de los años setenta. No
se trata ya de saberes locales tendientes a una descolonización global, sino,
todo lo contrario, de saberes globales, desterritorializados, que se insertan en
otras geografías para combatir situaciones coloniales de orden local. De esta
manera lo que Santiago Castro evidencia, y que corresponde también al papel de
la academia Latinoamericana, es que lo que se busca es elaborar "resistencias
locales frente a la colonización del mundo de la vida", frente a la
territorialización de una racionalidad cosificante cuya lógica escapa
definitivamente a nuestro control.