Latinoam�rica
|
![]() |
El indigenismo siempre ser� pol�tica de Estado
Gilberto L�pez y Rivas
La Jornada
Una de las conquistas del movimiento ind�gena, encabezado por el Ej�rcito
Zapatista de Liberaci�n Nacional (EZLN) y el Congreso Nacional Ind�gena (CNI),
ha sido identificar en el debate nacional la naturaleza paternalista,
autoritaria y enajenante del indigenismo del Estado mexicano.
Antag�nico a los autogobiernos de pueblos y comunidades, el indigenismo se
desarrolla a partir de contradictorias y complementarias perspectivas desde los
aparatos estatales y grupos dominantes nacionales y regionales que �de acuerdo a
necesidades y coyunturas econ�micas y pol�ticas� afirman un integracionismo
asimilacionista de las entidades �tnicas diferenciadas de la nacionalidad
mayoritaria "mexicana", o establecen un diferencialismo segregacionista que las
mantiene en sus "regiones de refugio", siendo ambas pol�ticas, en esencia,
negadoras de las culturas ind�genas y causantes del clientelismo y el
corporativismo impuestos durante el r�gimen pri�sta.
La constataci�n de esta tesis en el movimiento ind�gena y el incumplimiento por
los tres poderes de la Uni�n de los acuerdos de San Andr�s provocan una ruptura
con el Estado mexicano que da cauce a procesos auton�micos de profundidad
hist�rica, como los municipios rebeldes-juntas de buen gobierno zapatistas, y
experiencias muy diversas en Oaxaca, Guerrero, Michoac�n, Jalisco, Chihuahua,
entre otras entidades.
Por ello, no es sorpresa que desde hace m�s de un mes, ind�genas nahuas,
mixtecos, tlapanecos y amuzgos de la Coordinadora Estatal Ind�gena del Alto
Balsas y la Convenci�n Estatal Ind�gena y Afroamericana de Guerrero est�n
denunciando ante la Comisi�n Nacional para el Desarrollo de los Pueblos
Ind�genas (CDI) �continuaci�n panista del Instituto Nacional Indigenista (INI)�
el nombramiento unilateral de Gonzalo Sol�s Cervantes como delegado estatal.
Con toda raz�n los integrantes de esas organizaciones ind�genas, cuyos or�genes
se remontan al Consejo Guerrerense 500 a�os de Resistencia Ind�gena, aducen que
el art�culo 6 del Convenio 169 de la Organizaci�n Internacional del Trabajo
(OIT) otorga el derecho de consulta a los pueblos ind�genas para todo aquello
que les concierne. Su ejercicio incluso hab�a sido pactado con la representaci�n
de la CDI en Guerrero desde 2007. No obstante, despu�s de realizado ese proceso
consultivo mediante el que result� electo Guillermo �lvarez Nicanor, ind�gena
nahua de ese estado, las autoridades de la CDI, encabezadas por Luis H. �lvarez,
cuyo acercamiento a la problem�tica ind�gena se fundamenta �nicamente en haber
sido miembro de la Cocopa, pasaron sobre esos acuerdos, imponiendo al delegado
de su conveniencia. Esto provoc� la ocupaci�n de la sede estatal de la comisi�n
en Chilpancingo, Guerrero, por m�s de un mes, pero ante el fracaso de la
protesta en ese �mbito, centenares de ind�genas guerrerenses arribaron a sus
oficinas centrales en la ciudad de M�xico.
Ni el titular de la CDI ni el encargado de la Unidad de Coordinaci�n y Enlace
("operador pol�tico" vacacionando en Espa�a) recibieron a los manifestantes,
quienes, por el contrario, sufrieron intimidaciones y provocaciones de la
polic�a federal los d�as que permanecieron protestando e incluso fue arrestado
Bruno Pl�cido Valerio, activo participante en la construcci�n del sistema de
justicia comunitaria en Guerrero, a quien se acusa por los delitos de mot�n,
ocupaci�n de instituciones federales y lesiones. El dirigente fue liberado tras
el pago de una fianza, mientras el plant�n se levant� el 26 de junio pasado.
Nuevamente, las organizaciones ind�genas sufren en carne propia la estrategia de
criminalizaci�n que los gobiernos panistas han impuesto como contenci�n a los
movimientos sociales.
Ante la negativa de las autoridades de la CDI de recibir a los manifestantes,
las organizaciones participantes recurrieron a diversas acciones: huelga de
hambre, demanda de mediaci�n de la Organizaci�n de Naciones Unidas por conducto
de su representaci�n en M�xico, exigencia de intervenci�n de las c�maras de
diputados y senadores, y comunicaci�n con promotores de derechos humanos y
activistas de la sociedad civil organizada, recibiendo apoyo de estos actores
pol�ticos y sociales.
La Comisi�n Permanente de la 60 Legislatura, por su parte, mediante un punto de
acuerdo, respald� al Congreso de Guerrero �que se inclin� por la consulta previa
a pueblos y comunidades ind�genas� e hizo suyo "el criterio de que la selecci�n
de nuevos delegados de la Comisi�n Nacional para el Desarrollo de los Pueblos
Ind�genas en Guerrero y de otras entidades federativas del pa�s, en igualdad de
condiciones, deber�n tener prioridad los candidatos de origen ind�gena que
cuenten con experiencia de trabajo con sus pueblos y tengan la suficiente
capacidad en la administraci�n p�blica federal, estatal y/o municipal".
Semejante resolutivo, sin embargo, aunque apoya el derecho a la consulta de los
pueblos ind�genas, enfatiza de nuevo la relaci�n paternalista de un organismo
indigenista del Estado mexicano que decide en �ltima instancia qui�n ser� su
representante y qu� pol�ticas aplica en las regiones �tnicas. Este acto
legislativo, as� como la insistencia en buscar cargos p�blicos que no logran una
articulaci�n real con los pueblos y sus autonom�as refuerzan esa perspectiva
estatista que tanto da�o hizo al movimiento ind�gena en el pasado.
Un camino fruct�fero que abri� el movimiento ind�gena nacional a partir de 1994
es continuar fortaleciendo sus instituciones colectivas, redes comunitarias,
regionales y estatales horizontales que reconstituyan a los pueblos y
desarrollen los procesos auton�micos que establecen el poder de mandar
obedeciendo. Tambi�n es necesario no olvidar que el indigenismo siempre ser�
pol�tica de Estado.