Latinoam�rica
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Un dolor m�s grande que la muerte�
�Petroandina comete delitos de etnocidio contra el pueblo Moset�n?
Pablo Cingolani
Si el genocidio liquida los cuerpos,
el etnocidio mata el esp�ritu.
Pierre Clastres
La denuncia firmada por Manuel Lima y dirigida al presidente del Estado
Prurinacional de Bolivia, Evo Morales Ayma, [1] sobre los atropellos que est�n
sufriendo los Mosetenes producto del accionar abusivo e inescrupuloso de los
funcionarios del Ministerio de Hidrocarburos y la empresa Petroandina no alcanza
para terminar de expresar el terrible cuadro de avasallamiento, de humillaci�n y
de violaci�n a los derechos humanos m�s elementales que est�n sufriendo los
hermanos ind�genas que viven en la regi�n conocida como Alto Beni, en la
Amazon�a Sur boliviana.
Una compa�era, digna representante del pueblo Moset�n, nos confes� sin poder
ocultar su aflicci�n por lo que est� sucediendo: "El dolor que tenemos es m�s
grande que la muerte. �Porqu� nos est�n haciendo esto si nosotros s�lo queremos
vivir en paz?".
"Esto" que le est�n haciendo al pueblo Moset�n son, como denuncia la carta
firmada por el presidente del Foro Boliviano sobre Medio Ambiente y Desarrollo,
"acciones de soborno a dirigentes de algunas organizaciones y comunidades
ind�genas, lo que agrava el cuadro de avasallamiento de las mismas, a pesar de
que el propio Evo declar� que no se comprar�an dirigentes como antes hac�an las
trasnacionales (La Raz�n, La Paz, 29/10/2008)", en referencia a la actuaci�n de
la empresa Petroandina, responsable de las labores exploratorias en ese sector
suramaz�nico.
Varios dirigentes ind�genas han se�alado, en conferencia de prensa brindada el
26 de junio pasado en la ciudad de La Paz, que ellos est�n seguros que el
Presidente Evo desconoce estos hechos y lo instaron a que sancione a esos malos
funcionarios del estado.
�Soborno = etnocidio?
Un debate que sugerimos profundizar, y que aqu� s�lo esbozamos, es qu�
significado encierran esas acciones de soborno a dirigentes ind�genas.
La asimetr�a evidente entre un personero de pueblos hist�ricamente excluidos y
olvidados, hist�ricamente condenados al genocidio o al etnocidio, y un
funcionario de Estado (o de una empresa del estado), representante de la
sociedad dominante, hegem�nica o envolvente como gustan llamarla ahora los
cientistas sociales, y que para colmo hace uso del poder corruptor del soborno:
�no es s� misma otra muestra flagrante de una conducta etnocida? [2]
Preguntamos si esta clase de soborno: �No deber�a ser condenada y sancionada
como una violaci�n sistem�tica y agravada a los derechos de los pueblos
ind�genas, m�s all� de que alg�n dirigente haya aceptado dinero? �No es una
prueba evidente de la persistencia de los mecanismos coloniales de imposici�n,
sometimiento y dominaci�n? �No son los mismos "espejitos de colores" que usaba
Col�n para enga�ar la buena fe de los pueblos del Caribe y que si no eran
recibidos, eran acompa�ados por el m�s contundente y genocida filo de las
espadas?
Finalmente, �no es una contradicci�n insoluble a la incuestionable labor de
defensa de los derechos ind�genas que el presidente Evo Morales est� realizando
en el �mbito internacional, donde es valorado y respetado como un palad�n en la
defensa de esos derechos, como ya se demostr�, y es s�lo un ejemplo, cuando
Bolivia se convirti� en el primer pa�s del mundo en elevar a rango de ley la
Declaraci�n Universal de los Derechos de los Pueblos Ind�genas de la ONU?
Esos sobornos, �acaso no son, precisamente, una abierta violaci�n a esa
Declaraci�n? Lo mismo vale para nuestra nueva carta magna, pionera en el mundo
en cuanto a la defensa de los referidos derechos. Creo que los abogados
solidarios con los pueblos ind�genas deber�an actuar.
Algo est� podrido entre las monta�as selv�ticas del Alto Beni y esperemos, como
lo manifestaron los compa�eros de la Organizaci�n del Pueblo Ind�gena Moset�n (OPIM,
la organizaci�n matriz del pueblo Moset�n que est� siendo dividida y avasallada)
que Evo escuche ese reclamo justo y enmiende esta situaci�n escandalosa.
�Se puede comprar dignidad?
Escuchar de boca de los mismos afectados c�mo la empresa no s�lo compra con
dinero a algunos dirigentes, sino que �violando y pasando por encima a las
estructuras y mecanismos democr�ticos de la propia organizaci�n- organiza
almuerzos para hacer firmar resoluciones de apoyo a la actividad petrolera a los
propios ind�genas de las comunidades, incluso apelando a la vileza de hacer
firmar a los alumnos de las escuelas, indigna.
Este proceder vergonzoso no s�lo no es el derecho a la consulta y al
consentimiento previo al que deber�an acceder los pueblos y es doloroso, por sus
implicancias morales, en extremo: nos arroja en el rostro la triste realidad de
que a�n en pleno proceso de cambio sigue habiendo intereses econ�micos tan
poderosos, capaces de hacer lo que les venga en gana �por encima no s�lo de las
leyes, sino de las m�s elementales normas de convivencia y respeto- con tal de
conseguir sus objetivos. Ya lo dijimos: ni por todo el petr�leo del mundo vale
la pena.
Volvemos a insistir en que todo esto que se ha denunciado, y que nosotros no
hacemos m�s que amplificar, deber�a ser conocido, debatido y considerado muy
seriamente como una infame violaci�n a los derechos humanos de los pueblos
ind�genas, como un delito de etnocidio y ser sancionado ejemplarmente como tal,
y no como simples astucias de los funcionarios o parte del folklore degradante
de las personas al cual nos ten�an acostumbrados los politiqueros y, como bien
dec�a Evo, las trasnacionales.
La dignidad de las personas no se compra, no se puede comprar, sencillamente por
algo que los funcionarios y los petroleros no entienden: porque la dignidad no
tiene precio.
Hoy, vivimos en un momento hist�rico donde esa dignidad, especialmente la
dignidad de los pueblos ind�genas, ha sido puesta por delante de todo, es la
argamasa paradigm�tica del proceso que encabeza el propio Evo. Esto agrava el
dolor que sienten los hombres y las mujeres del pueblo Moset�n:
―Si Evo supiera de esto, seguro que los bota a toditos― nos afirma esperanzada
la compa�era que vive en una humilde casa de la poblaci�n de Palos Blancos.
Nosotros quisi�ramos hacer votos para que eso suceda. Ya lo dijimos: el petr�leo
lo mancha todo. Incluso la conciencia.
R�o Abajo, La Paz, julio de 2009
[1] La denuncia puede leerse entera tambi�n en
http://www.ecoportal.net/content/view/full/87061/
[2] "Declaramos que el etnocidio, es decir el genocidio cultural, es un delito
de derecho internacional al igual que el genocidio condenado por la Convenci�n
de las Naciones Unidas para la prevenci�n y la sanci�n del delito de genocidio
de 1948", afirma la Declaraci�n de San Jos� de Costa Rica de la UNESCO de 1981,
uno de los documentos claves para visibilizar la gravedad de este problema. Para
leer toda la declaraci�n, entrar en www.unesco.org/images/0004/000499/049951so.pdf
La problem�tica del etnocidio no puede aislarse del concepto de "vulnerabilidad"
que, como bien dice un especialista, "en general, todas las etnias [de la
Amazon�a boliviana] sufren de vulnerabilidad en lo econ�mico, pol�tico, social y
etnocultural� uno de los objetivos de las pol�ticas interculturales de apoyo a
los derechos de los pueblos ind�genas es atender a las etnias y sus pueblos que
atraviesan situaciones de vulnerabilidad extrema, como resultado de las
relaciones asim�tricas e injustas en su contacto con la sociedad boliviana o
extranjera. El riesgo del etnocidio y la extinci�n biol�gica es su
caracter�stica principal.". Ver �lvaro D�ez Astete: Interculturalidad y
Pueblos Ind�genas amaz�nicos. En: Memoria del Primer Foro Amaz�nico.
Identidad y desarrollo microregional. Guayaramer�n, 18 y 19 de junio de 2007.
Ministerio de la Presidencia de la Rep�blica de Bolivia, La Paz, 2007. P�g. 80