Latinoamérica
|
![]() |
En la selva sí hay estrellas
Por Alberto Adrianzén M.
En nuestro país la política corre el peligro de convertirse en una mofa
permanente, en una suerte de mueca burlona, en una gran mecedora. Porque eso es
lo que estamos viviendo en estos días cuando se observa lo que sucede con la
protesta amazónica.
Cuando las comunidades indígenas de la amazonía le demandaron al Ejecutivo que
derogara varios DL, entre los cuales destaca el 1090, así como la Ley Forestal y
de Fauna, se les dijo que no se podía porque eso correspondía al Legislativo que
era un poder autónomo. Luego, el Ejecutivo los invitó, cosa que accedieron, a
participar en una Mesa de Diálogo.
El jueves pasado una mayoría de congresistas, integrada por el APRA, Unidad
Nacional y el fujimorismo, decidieron suspender el debate en el Pleno sobre el
DL 1090 argumentando que esperaban los resultados de la Mesa de Diálogo
integrada por el Ejecutivo y las comunidades nativas. La burla no puede ser más
grotesca: cuando los amazónicos le piden al Ejecutivo que derogue dichas normas
legales, este les dice que vayan al Congreso, y cuando van al Congreso, este les
dice que vayan al Ejecutivo.
Lo que queda claro de este juego es que ni el Ejecutivo ni la mayoría en el
Congreso, están dispuestos a encontrar una solución pactada a las demandas de
los indígenas amazónicos.
Estos hechos, a los que se suman la declaratoria del Estado de Emergencia en
varias provincias de nuestra amazonía y las proclamas en algunos medios pidiendo
una represión indiscriminada, demuestran que hay conflictos, como el amazónico,
cuya solución requiere de un cambio de la correlación de fuerzas. Por lo tanto,
no estamos frente a un conflicto "normal" sino más bien frente a otro que tiene
como característica principal cambiar el status quo. Por eso, para el gobierno
los indígenas amazónicos son enemigos (y no adversarios) y, por ello, deben ser
derrotados políticamente.
Ello es así porque las demandas de los pueblos amazónicos afectan el corazón del
modelo económico neoliberal al intentar frenar el proceso de desnacionalización
de nuestra economía, pero sobre todo la entrega de nuestros recursos naturales a
los grandes grupos capitalistas. Es una demanda que si bien parte de la defensa
de intereses locales, se convierte, por su contenido, en un conflicto de
naturaleza nacional. Dicho de otra manera, hoy los indígenas amazónicos
representan a todos aquellos que están en contra de un modelo económico
privatizador que beneficia a pocos, pero también en contra de una democracia que
ha sido privatizada por unos cuantos.
Ahora bien, si se acepta lo dicho hasta aquí, es decir, si reconocemos que
estamos frente a un conflicto atípico, también debemos aceptar que lo más
probable es que su solución, sea cual fuere el resultado, implique una gran
convulsión social. Por eso no nos debe extrañar que el presidente Alan García
haya dicho recientemente que "no cederá más" y que "implantará el orden" en esa
zona del país. En este contexto, lo más factible es que el gobierno haya tomado
la decisión, luego de pelotear, como se dice comúnmente, a las comunidades
amazónicas, de reprimir la protesta social sin importar el costo que ello pueda
significar o representar.
Si eso sucede, habremos llegado a un nuevo punto de inflexión que definirá,
entre otros temas, el clima político de las próximas elecciones.
El anuncio es claro: no se tolerará a todos aquellos que desafíen el modelo
económico neoliberal. Es, en última instancia, el despliegue de una política
autoritaria que reforzará la alianza con el fujimorismo y con la derecha más
reaccionaria de este país. Será el suicidio político del APRA, del gobierno y de
la propia democracia.
Coda Este artículo lo terminé de redactar el jueves en la noche. El viernes, una
llamada telefónica muy temprana, me informaba de la gravedad del conflicto y de
un número de muertos que, conforme pasan las horas, va en aumento. También ese
mismo día, El Comercio tituló en primera plana: "Humalismo incentiva crisis en
la selva". El círculo se ha cerrado. La masacre de Bagua, que es responsabilidad
de este gobierno y del Congreso, tiene otros responsables para ese diario: el
nacionalismo, el indigenismo y la izquierda. En realidad, lo que hoy se vive en
la amazonía es el mensaje más claro de que los opositores al gobierno y al
modelo neoliberal serán tratados con la misma dureza como sucede hoy con los
pueblos amazónicos. La "guerra civil política" se ha iniciado en el país y el
lugar ha sido Bagua.
Finalmente, tiene razón el presidente García cuando dice que "detrás del paro
hay intereses extranjeros". Sin embargo, hay que precisarle que esos intereses
no son los de gobiernos extranjeros como pretende hacernos creer, sino más bien
los de las grandes compañías transnacionales a las que él representa en este
país.