Latinoam�rica
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"Toda la naci�n" son ellos y no nosotros
Por Humberto Campod�nico
La Rep�blica (Per�)
La violencia y las muertes de ayer en Bagua son el producto de la voluntad
del gobierno de Alan Garc�a de completar la "reforma incompleta" por la que
tanto han clamado los neoliberales. La �ltima vez que un gobierno estuvo a punto
de desencadenar similares actos de violencia fue en Arequipa, en junio de 2002,
cuando miles de personas salieron a las calles a protestar contra la
privatizaci�n de Egasa y Egesur.
Entonces, la mesura del gobierno de Toledo, que desisti� de las privatizaciones,
impidi� el enfrentamiento violento. Por ello, la derecha lo acus� de
"blandengue". Dicho esto, ciertamente el gobierno de Toledo no cambi� el curso
general de la pol�tica econ�mica durante el resto de su gesti�n.
En las elecciones del 2006, la mayor�a de la poblaci�n estaba a favor del
"cambio", lo que no era novedad pues ese es el curso que, en general, estaba
recorriendo el conjunto de Am�rica Latina. As�, al asumir el poder, el gobierno
de Garc�a contaba con la legitimidad para buscar un nuevo equilibrio en las
relaciones entre mercado y Estado.
Pero eso no sucedi�. Por el contrario, el gobierno abraz� por completo el
discurso neoliberal. Como dijo ayer en un editorial Fernando Eguren, director de
La Revista Agraria de CEPES, "no podemos desligar la protesta de las poblaciones
nativas y los luctuosos hechos de Bagua, que ha cobrado hoy d�a la vida de
pobladores y de la polic�a, del discurso presidencial expuesto en el manifiesto
"El s�ndrome del perro del hortelano" de octubre del 2007" (www.cepes.org.pe).
Esto dijo Garc�a en ese -hoy tristemente c�lebre- manifiesto, lo que tambi�n nos
recuerda Eguren: "Hay millones de hect�reas (has) para madera que est�n ociosas,
otros millones de has que las comunidades y asociaciones no han cultivado ni
cultivar�n, adem�s cientos de dep�sitos minerales que no se pueden trabajar y
millones de has de mar a los que no entran jam�s la maricultura ni la
producci�n.
"Para que haya inversi�n se necesita propiedad segura [de la tierra], pero hemos
ca�do en el enga�o de entregar peque�os lotes de terreno a familias pobres que
no tienen un centavo para invertir. Pero la demagogia y el enga�o dicen que esas
tierras no pueden tocarse porque son objetos sagrados y que esa organizaci�n
comunal es la organizaci�n original del Per�.".
".existen verdaderas comunidades campesinas, pero tambi�n comunidades
artificiales, que tienen 200,000 has en el papel pero solo utilizan
agr�colamente 10,000 has y las otras son propiedad ociosa, de 'mano muerta',
mientras sus habitantes viven en la extrema pobreza y esperando que el Estado
les lleve toda la ayuda en vez de poner en valor sus cerros y tierras,
alquil�ndolas, trans�ndolas. Porque si son improductivas para ellos, s� ser�an
productivas con un alto nivel de inversi�n o de conocimientos que traiga un
nuevo comprador" (El perro del hortelano, octubre 2007).
Queda claro que para Garc�a "poner en valor" esas tierras no puede realizarse
por los comuneros o los amaz�nicos "que no tienen un centavo".
Con el argumento de que esos recursos son "de toda la Naci�n", se esconde la
intenci�n de entregarlos a grandes inversionistas para que los exploten en
beneficio de sus empresas, como viene sucediendo con las concesiones mineras y
petroleras, y no de la Naci�n.
Lo sucedido vuelve a demostrar que la aplicaci�n del modelo neoliberal es
indesligable del autoritarismo y la violencia. Recordemos que estos decretos
legislativos fueron promulgados en junio pasado para "adecuarse a las
condiciones del TLC con EEUU" y no fueron consultados a las comunidades
amaz�nicas, como lo establece el Convenio 169 de la OIT (ver "El gobierno no
cumple la ley", www.cristaldemira.com, 16/5/09). El derramamiento de
sangre dice que el gobierno ha sido incapaz de canalizar el conflicto por la v�a
pac�fica, pues considera a los ind�genas amaz�nicos como "ciudadanos de cuarta
categor�a". La defensa de los intereses "de ellos" est� llevando a niveles de
fractura y polarizaci�n que solo pueden ser detenidos con el di�logo. Otro
Premier, ya no Yehude Simon, tiene que hacerlo a la brevedad.