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"Razón del Derecho y Sinrazón del Gobierno"
Por Bartolomé Clavero
Servindi
Tras diversos informes en los que la Defensoría de Pueblo del Perú venía
dictaminando la ilegitimidad de la política del Gobierno durante los últimos
tiempos que no sólo viene ignorando la obligación contraída internacionalmente
de consultar con los pueblos indígenas para cuantas medidas les afecten, sino
que también ha venido desmantelando por una serie de decretos legislativos el
ordenamiento que ya existía en Perú a dicho efecto, el jueves cuatro de junio la
misma Defensoría acaba de interponer ante el Tribunal Constitucional una bien
fundada demanda de inconstitucionalidad contra uno de los principales entre
dichos decretos.
Estos mismos días el Congreso de la República había de votar el dictamen de su
Comisión Multipartidaria encargada de estudiar y recomendar la solución a la
problemática de los pueblos indígenas, cuyo dictamen también ha sido adverso
para el mantenimiento en vigor de dichos decretos. El Gobierno reacciona
provocando una masacre de indígenas el viernes cinco de junio.
Por dicha política, el Gobierno también ha podido empezar a sentirse contra las
cuerdas en el ámbito internacional o al menos en el sector que interesa a los
derechos de los pueblos indígenas. En febrero de este año el Comité de Expertos
de la Organización Internacional del Trabajo le dirigió sus observaciones
críticas al respecto instándole, frente a la regla usual de informes periódicos,
a que respondiera con urgencia, lo que viene eludiendo.
En su sesión de la segunda mitad de mayo, el Foro Permanente de Naciones Unidas
sobre las Cuestiones Indígenas apreció la novedad de dicho procedimiento de
urgencia en la supervisión de obligaciones internacionales para casos tan
flagrantes. Además de organizaciones indígenas y organizaciones no
gubernamentales que transmitieron su preocupación, a esta sesión del Foro
asistieron la Presidenta de la Comisión Multipartidaria, Gloria Ramos, y la
diputada Hilaria Supa, quienes estuvieron informando. Concluida la sesión, el
martes dos de junio la Presidenta del Foro Permanente, Victoria Tauli-Corpuz,
hizo público un comunicado manifestando alarma e instando al Gobierno del Perú a
la rectificación.
La masacre del día cinco es una masacre anunciada y no se sabe si buscada.
Ante el empecinamiento del Gobierno, la movilización amazónica paraliza
instalaciones de industrias extractivas cuyo establecimiento no ha sido
consultado y bloquea las vías de comunicación entre ellas y con el exterior. El
Gobierno no se aviene a razones, a las razones de la Defensoría del Pueblo, de
la Comisión Multipartidaria del Congreso y del Comité de Expertos de la
Organización Internacional del Trabajo. Opta el Gobierno por el conflicto.
Incrementa la militarización de la zona.
El viernes ocho de mayo decreta la suspensión de las libertades personales y los
derechos políticos en la zona amazónica, no esperando siquiera para aplicar el
decreto al debido requisito de la publicación oficial que se produce con toda
urgencia al día siguiente. La Constitución de tiempos de Fujimori, que es la que
sigue en vigor, facilita este género de cosas.
Teniendo perdidas las razones todas del derecho, opta por la sinrazón del
conflicto violento. Espera suscitar el temor y, si es necesario, derramar la
sangre que desanime a quienes optan en cambio por los caminos del derecho.
No nos limitemos a indignarnos ante la masacre. Enarbolemos las armas justas del
derecho. Exijamos el juicio de sus responsables. Cuando inició con verdadera
determinación su nefanda política de cara a los pueblos amazónicos, el
Presidente del Perú, Alan García, calificó a los indígenas como "perros del
hortelano", perros que, como reza el refrán clásico español, ni comen ni dejan
comer, esto es, ni disponen ni dejan disponer de sus territorios y recursos.
Para el supremacismo criollo, ya se sabe que es puro desperdicio el manejo
indígena de los propios territorios y recursos. Toda la implicación de ese
apelativo de perros viene presidiendo una política con el consecuente propósito
de reducir a ultranza el hábitat indígena y a la población indígena misma,
incluyendo expulsiones de pueblos, particularmente de aquellos que resisten en
aislamiento voluntario.
Júzguese a la luz de la Convención para la Prevención y Sanción del Delito de
Genocidio y del Estatuto de la Corte Penal Internacional. Son palabras reconozco
que mayores, precisamente a la altura de la gravedad no sólo de una masacre
concreta, sino también de toda la política para la que la misma es tan sólo un
episodio.