Latinoamérica
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Conspiración. Los manejos del Gran Capitán
Antonio Peredo Leigue
Una acusación muy grave a raíz de una carta y otra reacción agresiva debido a
una visita son, hoy día, los escándalos desatados contra el presidente Evo
Morales. Cada una de ellas, tanto la acusación cuanto la reacción, provienen de
autoridades de dos países limítrofes. Decir que no hay relación entre ellas es,
pura y simplemente, conocer los manejos que se hacen y respaldarlos como lo que
son: la pretensión de desprestigiar al presidente de Bolivia.
Veamos cómo se dan las cosas. En el Perú, desde el gobierno de Alan
García, se ha seguido una política de hostilidad inocultable, desde la
inmotivada reacción por el convenio con Venezuela para la refacción de los
cuarteles militares en las fronteras y la transgresión de las normas de la CAN
(Comunidad Andina de Naciones) para convenir un TLC con la Unión Europea,
similar al que firmó el gobierno de Lima con Estados Unidos de Norteamérica.
Afirmar que la soberanía está por encima de los acuerdos internacionales es,
cuando menos, despreciar la confianza que depositaron los otros países firmantes
del acuerdo.
Al otro lado de Bolivia, en Paraguay, la dictadura de Stroessner mantuvo
un diálogo basado en intereses circunstanciales con los gobiernos que se
sucedieron en Bolivia. Sólo después que fue derrocado, se avanzó en un
acercamiento de los pueblos, política que tuvo un alto realce desde que asumió
el mando el presidente Fernando Lugo. Sin embargo, los grupos cavernarios que
están agazapados en puestos de mando, aprovecharon un incidente, que en
cualquier otra circunstancia no hubiese tenido mayores consecuencias, para
lanzar una campaña contra el presidente Evo Morales.
No es posible sostener que, cada caso, tiene características distintas y
no se relacionan entre sí salvo, claro está, que el presidente de Bolivia esté
generando los incidentes. Esa es la versión de quienes se han empeñado en esta
campaña, como lo dice uno de sus más acérrimos detractores: Evo Morales está
³siempre presto a provocar y ofender como los chicos malos, pero no hay que
hacerle caso². En esto último, ³no hacerle caso², no es ignorarlo sino actuar
contra sus palabras, sus acciones, su programa.
Es lo que hacen quienes se alinean contra todo proceso de cambio. Así lo
hicieron en 1961, cuando los gobiernos sumisos al Departamento de Estado
norteamericano, expulsaron a Cuba de la OEA. Lo habían hecho antes avalando la
invasión de Guatemala y el derrocamiento del presidente Jacobo Arbenz. Lo
hicieron después, hace pocos años, aceptando el golpe de Alberto Fujimori.
Lo han hecho siempre, sentándose en la misma mesa con representantes de las
dictaduras militares que consagraba Washington.
Nuevamente la conspiración está en marcha. El objetivo es aislar al
presidente Evo Morales en los foros internacionales, con nuevos actores pero con
los mismos métodos de siempre. El reto que se han dado, hoy por hoy, es
complicado. La atmósfera internacional es complicada para sus propósitos.
Esto lo saben tanto el gobierno del Perú como el de Paraguay; lo saben en el
buen sentido del término, lo saben para bien, para que se establezcan relaciones
de mutuo respeto. Vamos a lograrlo, con gran desilusión de los maquinadores y de
sus operadores locales.