Latinoamérica
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Revolución sin ideología
Miguel Ángel Pérez Pirela
¿Quién puede dudar que exista hoy día una ideología imperante como forma de
pensamiento, cultura y modo de vivir? Ideología que se hace todavía más
peligrosa por su aceptación cuasi mundial en tanto que no-ideología.
De hecho, el neoliberalismo como ideología dominante basa su poderío
precisamente en su carácter pseudo neutral, objetivo. Según éste, la única forma
"natural" de convivencia, de poder vivir como seres humanos "modernos" en un
"mundo globalizado" es la dictada por los cánones fundados en el
neoliberalismo.
No es casual entonces que, delante de una debacle financiera como la que se está
viviendo, las soluciones aplicadas vengan del mismo neoliberalismo. Ello no
responde sólo a escondidas maniobras de algunos ladrones de cuello blanco para
estafar a los ciudadanos del mundo. La realidad es que ésta es la forma natural
de proceder por parte de un neoliberalismo que cree sinceramente que las
soluciones sólo han de encontrarse en sí mismo. He aquí su carácter ideológico.
Lo cierto es que dicha ideología, sobre todo después de la caída del Muro de
Berlín, no puede concebir sistemas de pensamiento, cultura y modos de vivir
alternativos. Lo propio de la ideología neoliberal está entonces en pensar que
la misma no es de ningún modo ideología.
Ideología para el neoliberalismo es todo aquello que se oponga o se proponga
como alternativa a su lógica de dominación. El problema fundamental de su crisis
actual no es por ende de índole financiero. Ojalá. La debacle que se vive en la
actualidad tiene acepciones más complejas y profundas: se está derrumbando un
modo de pensar, una cultura global, una metodología de vida. En una palabra: una
cosmovisión.
Por ello lo grave no está, como suelen decir nuestros intelectuales de
izquierda, en que se están invirtiendo sumas astronómicas para salvar a los
culpables de la crisis neoliberal. Lo grave está en que el mundo se cae
financieramente y, al mismo tiempo, sigue fuerte la ideología que, en forma de
cultura, educación, arte, política, deporte, belleza, y pare usted de contar,
nos trajo hasta este despeñadero.
Por ello es urgente preguntarse: ¿qué se está haciendo en la Venezuela de hoy
día para cambiar dicha ideología dominante?
Ideología que basa su poderío en, por lo menos, cuarenta años de ideologización
"cuartorepublicana", durante los cuales para ser felices bastaba con consumir,
donde el 12 de octubre se celebraba el descubrimiento de América y Rómulo
Betancourt era el padre de la democracia.
Quien les escribe fue instruido por una educación cuya escuela principal era la
televisión de los años 80 y 90, y cuyas maestras fueron las películas
estadounidenses y sus súbitos cortes comerciales que nos vendían todo tipo de
productos. En los años de nuestra infancia y adolescencia, cuando se llegaba a
la escuela, la mayoría de los libros escolares eran concebidos, producidos y
vendidos por trasnacionales de la "educación"; el sueño de nuestras hermanas y
primas era ser Miss Mundo como Pilín León; crecimos preocupados por el derecho
humano a la vida de Rambo y Rocky, mientras celebrábamos las muertes de los
vietnamitas y los rusos; soñábamos con visitar el castillo de Disneylandia
estampado en nuestros útiles escolares y loncheras; nos agarrábamos de las manos
todos los venezolanos con el "Puma" José Luís Rodríguez.
¿Había algo de ideología en todo esto? ¿O es que la "ideología" es sólo toda
"ideología" alternativa a la "ideología" neoliberal?
Es indudable que, sobre todo en estos momentos de debacle financiera neoliberal,
dicha ideología continúa realizando disciplinadamente su trabajo alienador a
través de sus medios de comunicación masiva, su educación básica y superior, su
cultura global y, cuando la cosa se pone dura, sus armas de destrucción masiva.
La ideología neoliberal continúa trabajando en todos los terrenos y con todos
los medios.
Pero lo más grave no es que ésta haga su trabajo. Lo preocupante es que formas
otras de pensamiento no hagan el suyo.
Basta pensar que nuestra Ley de Universidades data de los años 70 y la Ley
Orgánica de Educación de los 80. Basta pensar en la ausencia total de límites
mínimos a nuestros medios de comunicación privados. Basta pensar que con orgullo
se anuncia que la crisis no nos ha tocado, pues seguimos consumiendo.
Como si la verdadera debacle fuera financiera. Como si el neoliberalismo en
tanto que forma de pensamiento, cultura y modo de vivir en Venezuela estuviera
en debacle.
http://perezpirela.blogspot.com/