Paraguay: El gobierno apaña violaciones laborales
Carritos llenos de explotación infantil
Negocio empresarial en auge. Sistemática explotación de adolescentes.
Complicidad del Estado. Este es el escenario en el que 3.500 niños y jóvenes
empaquetadores y carriteros desempeñan diariamente sus labores en las cadenas de
supermercados, en situación de total precarización de sus derechos laborales. La
organización de los niños trabajadores, incipiente aún, busca romper este
sistema opresivo.
Vicente Páez E`A, periódico de análisis http://ea.com.py/
El Código de la Niñez y la Adolescencia establece la prohibición de la
explotación de niños, niñas y adolescentes. Sin embargo, los trabajadores
infantiles y adolescentes de las áreas de empaquetado y traslado de productos en
los carritos no tienen salarios, no tienen contratos y mucho menos tienen
cobertura del Instituto de Previsión Social (IPS), comentó Gladys González, una
de las jóvenes dirigentes de la Coordinación Nacional de Niños, Niñas y
Adolescentes Trabajadores (Connats). «Algunos de los trabajadores menores de
edad de los supermercados deben presentarse incluso antes de las siete para
limpiar los salones y luego pasan a realizar los trabajos de empaquetado y carga
en los carritos de los productos comprados por los clientes. Además, en ciertos
casos trabajan más de ocho horas», anexó. Los trabajadores deben pagar sus
pasajes, sus comidas y ni siquiera bebederos de agua existen en los
supermercados. Unos 3.500 niños y jóvenes se dedican a esta labor.
Si la explotación de los trabajadores adultos es notoria en los supermercados,
la realidad es aún más cruda con los menores. «Si faltamos, tenemos que
presentar un certificado médico para justificar nuestra ausencia», comentó uno
de los trabajadores adolescentes que presta sus servicios hace más de un año en
uno de los supermercados de la cadena que «Sale más barato». Los empleados que
llegan con 10 minutos de atraso en sus horarios de entrada no son admitidos ese
día y se pierden una jornada en la que batallarán por ingresos que puedan
contribuir a su subsistencia.
«El Estado debe crear las fuentes dignas de trabajo para los padres, de modo a
que los niños y niñas estén en sus casas, en las escuelas o jugando. Nosotros
estamos en contra del trabajo infantil», expuso Gumersindo Galeano, secretario
general del Sindicato de Trabajadores del Comercio y Servicios (Sintecoss) e
integrante del Comité Ejecutivo de la Central Nacional de Trabajadores (CNT).
El jornal mínimo en Paraguay es de 44.756 guaraníes. Sin embargo, muchos de los
pequeños trabajadores que prestan su fuerza laboral a los supermercados, reciben
insignificantes sumas diariamente, pero ni siquiera de estas empresas, sino que
dependen de las propinas que voluntariamente los clientes les entreguen. Algunos
sacan al día 15.000 ó 20.000 guaraníes, dependiendo del nivel de movimiento que
exista en la jornada, mencionó un trabajador consultado por E’a. Algunos llevan
cargas por varias cuadras y reciben como paga de parte de los clientes solo
1.000 ó 2.000 guaraníes, a pesar del gran esfuerzo, e incluso el riesgo en que
incurren al cruzar avenidas muy transitadas.
La organización obrera en otros sectores ya dio resultados. Mediante la
articulación de los trabajadores, por ejemplo ya no se tienen a niños ingresando
a trabajar al vertedero de Cateura, explicó Galeano.
Sin embargo, la persecución patronal a la organización de los trabajadores de
los supermercados es sistemática. «Existen empresas que prohíben que más de tres
trabajadores se reúnan para conversar. Hasta este nivel llega el ataque al
derecho de sindicalización de los trabajadores», graficó el dirigente sindical.
El año pasado, los trabajadores del supermercado Gran Vía de Ciudad del Este
formaron su sindicato, pero la patronal desató una cruenta persecución, despidió
a los dirigentes sindicales y se desarticuló la organización, ante la nula
respuesta del Ministerio de Justicia y Trabajo para garantizar el derecho a
sindicalización de los trabajadores.
En algunos supermercados se dan cursos para los niños y adolescentes, pero se
les insiste para que sean sumisos, para que no reclamen sus derechos, detalló
Francisco Estigarribia, dirigente de la Connats. Se hicieron varios intentos por
organizar a los adolescentes, pero es muy difícil dada la persecución por parte
de los empresarios. «En el supermercado Real, del ex senador Blas N. Riquelme,
se despidió a varios referentes que intentaron sindicalizar a los carriteros y
empaquetadores», mencionó Francisco. Sin embargo, a pesar del miedo instaurado,
y al desamparo proveniente del Estado, los niños no cesan en sus intentos por
organizarse y dignificar sus condiciones de trabajo. Incluso se obliga a los
jóvenes a elegir a un supervisor de su trabajo, para quien deben aportar cada
uno 1.000 guaraníes como retribución por esta función, detalló el dirigente. En
el supermercado Grütter, del Mercado del Abasto, los propios guardias de
seguridad maltratan a los jóvenes, expuso Gladys.
El denodado esfuerzo de los trabajadores del supermercado Arco Iris de Ciudad
del Este, con el acompañamiento de la Comisión de Defensa de los Derechos de la
Niñez (Codeni) de dicha ciudad, dio sus frutos, pues propició que desde agosto
del 2006 pudieran recibir al menos el 60% del salario mínimo de parte de la
patronal.
Clink, caja
El año 2008 fue muy sacrificado, pero con grandes satisfacciones, había
expresado el presidente de la Cámara Paraguaya de Supermercados (Capasu), Elzear
Salema. Omitió, sin embargo, que los satisfactorios resultados de los negocios
supermercadistas tuvieron como elemento importante la violación persistente de
los derechos de los trabajadores, en especial los infantes.
Las ganancias se mantienen para las empresas. Y la explotación es obrera. En las
épocas pico, como diciembre, muchos niños realizaron doble turno a fin de
obtener ingresos mayores. A esta sobrecarga de trabajo se añadió que muchos de
ellos quedaban sin posibilidad de utilizar los servicios públicos de transporte,
pues ya no habían ómnibus a ciertas horas de la noche.
Gobierno apaña violaciones laborales
El Ministerio de Justicia y Trabajo (MJT) se desentiende estructuralmente de
esta problemática. Con ello, avala la hiper explotación infanto juvenil. Esta
cartera realizó una tímida inspección del supermercado La Bomba, de Asunción, en
la primera quincena de enero de este año. Sin embargo, se carece de una política
de gobierno para obligar a las patronales a respetar los derechos de los
trabajadores y las trabajadoras.
El abogado Jorge Villalba mencionó que encara una pelea judicial contra la
cadena de supermercados España por el despido injustificado de una trabajadora.
La situación de incumplimiento de los derechos de los empleados es la constante,
añadió.
La CNT apoya la iniciativa del gobierno del Sistema Nacional del Empleo,
mencionó el secretario general del Sintecoss. «Pero necesitamos que sea una
iniciativa real, que no termine en el opareí», agregó Galeano.
El anterior presidente de la República, Nicanor Duarte Frutos, se ufanaba porque
uno de los supuestos logros de su gobierno había sido el incremento de 30% de
las ganancias de los supermercados durante el 2007. En contrapartida, el
gobierno seguía manteniendo en el desamparo a millares de trabajadores de este
sector comercial, muchos de ellos menores de edad. En medio de la campaña
proselitista de caras a las elecciones del 2008, Duarte Frutos amagó una débil
intervención del supermercado Stock, de Antonio J. Vierci, que terminó sin
mayores resultados favorables a los trabajadores.
El MJT tiene solo 50 inspectores para realizar las verificaciones de las
condiciones de trabajo en las empresas. La estructura del Estado en el mundo del
trabajo está montada para desatender los reclamos obreros. En el Chaco, solo
existe una oficina de denuncias. Las oficinas regionales del mjt solo llegan a
10 en todo el país. Para la represión de las luchas sociales, el Estado cuenta
con 50 oficinas de la Fiscalía en todo el país y centenares de funcionarios. La
sede del Viceministerio del Trabajo, ubicada en Herrera y Paraguarí, ni siquiera
tiene cartel indicador. Un claro indicador de que se busca desalentar cualquier
denuncia de parte de los obreros y obreras.
La explotación es igual a muerte
Uno de los casos más referenciales en cuanto a sistemas opresivos de trabajo se
presentó con la masacre del supermercado Ycuá Bolaños. Unos 50 empleados y
empleadas murieron calcinados en sus puestos de trabajo. La orden empresarial
era expresa: ante cualquier siniestro los trabajadores tenían prohibido dejar
sus lugares respectivos de labor. Esta es una situación que se mantiene,
mencionó Galeano.
El sector supermercadista ocupa actualmente a unos 45.000 a 55.000 trabajadores
en forma directa e indirecta. Muchos de ellos en condiciones de trabajos
altamente precarias, de acuerdo al Sintecoss. Fuente: lafogata.org