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El primer recuerdo es para Schafick
Sergio Rodríguez Gelfenstein
Suramericapress
Mi primer recuerdo en la victoria es para Schafick, aquel hombre excepcional que
confió en nosotros para las grandes tareas que se avecinaban, aunque fuimos
nosotros los que ganamos al absorber de su infinita sabiduría, de su temple de
viejo militante, de su confianza en el pueblo combatiente.
En estos minutos, cuando languidece la noche, ha sido inevitable recordar
aquellos días de mediados del año 1980 cuando fui contactado en Managua, por un
emisario del Partido Comunista de El Salvador, quien nos solicitaba formalizar
relaciones para aprovechar nuestra experiencia y formación para la construcción
de la fuerza militar del Partido y potencialmente de la organización unitaria
cuya conformación avanzaba a paso seguro.
Los primeros contactos fueron "de reconocimiento", pero se avanzó muy
rápidamente en una febril actividad de intercambio de información, para diseñar
un plan de trabajo conjunto que se orientaba hacia nuestra asesoría -ya bajo la
conducción de Schafick- de las diferentes áreas de trabajo dentro del Estado
Mayor de las FAL.
Schafick nos abrió todas las puertas salvo aquellas que no se podía por la
necesaria compartimentación, pero nos hizo crecer, comenzamos a pensar en grande
y asistimos a la configuración de una fuerza militar que hizo al Partido
Comunista, también ser respetado en el plano militar.
El 10 de octubre de 1980, pudimos ser testigos presenciales de la consolidación
de la unidad de las fuerzas revolucionarias y la creación del Frente Farabundo
Martí para la Liberación Nacional. La alegría de Schafick lo rebasaba, por
primera vez pensamos que la guerra revolucionaria se podría proponer objetivos
de más largo aliento.
Bajo la dirección y permanente conducción de Schafick comenzamos a elaborar el
primer Plan de Guerra del FMLN, el cual sería presentado para la aprobación de
la Comandancia recién creada. Era puntilloso, debíamos revisar los datos de
inteligencia y los planes de combate para las unidades, garantizar las
comunicaciones y estar pendientes del aseguramiento logístico, Schafick revisaba
de manera permanente cada documento elaborado, hacía correcciones, apreciaba
personalmente la política nacional e internacional que conducía a la toma de la
decisión para la guerra y en esa expectante actividad pasaban los días, las
semanas y los meses.
Se hizo habitual hablar de Usulután, de Guazapa, de Sonsonate y Santa Tecla,
nuevos nombres que nos hacían recorrer la geografía salvadoreña sin haber estado
jamás ahí, la ubicación del enemigo y de nuestras unidades formaba parte del día
a día de nuestro trabajo y en la misma dimensión del avance de la guerra, del
crecimiento del FMLN, de su consolidación como un actor decisivo para el futuro
del hermano país centroamericano, avanzábamos y crecíamos en nuestra propia
formación que tenía la mente puesta en Chile y en la lucha contra la dictadura
de Pinochet.
Llegó el momento de la partida y de la despedida de Schafick, de Ramiro, de
Manuel, de Ramón y de tantos compañeros y hermanos, pero siempre volvimos al
inagotable manantial de sabiduría que Schafick nos proporcionaba, ahora para
evaluar nuestro propio combate, nuestras victorias y derrotas, nuestros alegrías
y dolores y ahí siempre estuvo presto a escucharnos para aportar con respeto,
pero con firmeza, de manera solidaria, pero transparente ante el error cometido,
con el consejo sano del padre que nos vio crecer y nos hizo crecer.
Por eso, este 15 de marzo de 2009, cuando las banderas rojas del FMLN ondean
vencedoras en San Salvador y en Santa Ana, en Morazán y Chalatenango, el primer
recuerdo es para Schafick, artífice de este triunfo, señalado por su visión de
futuro, por su firme confianza en que más temprano que tarde el pueblo vibraría
con cánticos de victoria, y en la convicción de que los que "luchan toda la vida
son los imprescindibles"
Hoy te podemos decir, Schafick, tu pueblo ha cumplido y junto a él tus hermanos
de Nuestra América celebramos -como nuestra- esta victoria y te podemos decir
Compañero Schafick Handal, ¡El Salvador ha vencido!
Comandante Simón, ¡Hasta la Victoria. Siempre!
sergioro07@hotmail.com