El Movimiento Sin Tierra se plantea nuevos métodos de lucha
João Stedile Kaosenlared
João Stedile, miembro de la Coordinación Nacional del MST, relata en este
artículo cómo se modificó la lucha por la reforma agraria dependiente ya no sólo
de la propiedad de la tierra sino también del modelo de un producción. Una
mirada retrospectiva en estos 25 años del MST de Brasil (San Pablo, Brasil.
Por João Pedro Stedile* para Revista Caros Amigos)
La lucha por la reforma agraria que antes se basaba sólo en la ocupación de
tierras del latifundio, ahora se presenta más compleja. Tenemos que luchar
contra el capital. Contra la dominación de las empresas transnacionales. Y la
reforma agraria dejó de ser aquella medida clásica: expropiar grandes
latifundios y distribuirlos en lotes a los pobres campesinos. Ahora, los cambios
en el campo, para combatir la pobreza, la desigualdad y la concentración de
riquezas, dependen de cambios no sólo de la propiedad de la tierra, sino también
del modelo de producción.
En enero de 1984, había un proceso de reascenso del movimiento de masas en
Brasil. La clase trabajadora estaba reorganizándose, acumulando fuerzas
orgánicas. Los partidos clandestinos ya estaban en la calle, como el Partido
Comunista Brasileño (PCB), el Partido Comunista del Brasil (PCdoB), etc.
Habíamos conquistado una amnistía parcial, pero la mayoría de los exiliados
habían regresado.
Ya se habían conformado el Partido de los Trabajadores (PT) y la Central
Unitaria de Trabajadores (CUT) y el Congreso Nacional de las Clases Trabajadoras
(CONCLAT), impulsada por los comunistas que más tarde se fundió en la CUT.
Amplios sectores de las iglesias cristianas ampliaban su trabajo de hormiguita,
para ir generando consciencia y núcleos de base en defensa de los pobres,
inspirados por la teología de la liberación. Había entusiasmo en todo lado,
porque la dictadura estaba siendo derrotada y la clase trabajadora brasileña, a
la ofensiva; luchando y organizándose.
Los campesinos en el medio rural vivían el mismo clima y la misma ofensiva.
Entre 1979 y 1984 se realizaron decenas de ocupaciones de tierra en todo el
país. Los posseiros (1), los sin tierra, los asalariados rurales, perdieron el
miedo. Y fueron a la lucha. Ya no querían migrar más a la ciudad como bueyes que
marchan al matadero (en la expresión de nuestro recordado poeta uruguayo
Zitarrosa).
Fruto de todo eso, nos reunimos en Cascabel, en enero de 1984, estimulados por
el trabajo pastoral de la CPT (Comisión Pastoral de la Tierra), líderes de
luchas por la tierra de dieciséis estados brasileños. Y allá, después de 5 días
de debates, discusiones, reflexiones colectivas, fundamos el MST: el Movimiento
de los Trabajadores Rurales Sin Tierra.
Nuestros objetivos eran claros. Organizar un movimiento de masas a nivel
nacional, que pueda concienciar a los campesinos para que luchen por tierra, por
reforma agraria (implicando cambios más amplios en la agricultura) y por una
sociedad más justa e igualitaria. Queríamos, en fin, combatir la pobreza y la
desigualdad social. Y la causa principal de esa situación en el campo era la
concentración de la propiedad de la tierra, conocida como latifundio.
No teníamos la menor idea de si eso era posible. Ni cuanto tiempo llevaríamos en
busca de nuestros objetivos.
Han pasado 25 años. Mucho tiempo. Fueron años de muchas movilizaciones, muchas
luchas y de una obstinación constante, de siempre luchar y movilizarnos contra
el latifundio.
Pagamos caro por esa obstinación. Durante el gobierno Collor fuimos duramente
reprimidos, con la instalación inclusive de un departamento especializado en sin
tierra en la Policía Federal. Después, con la victoria del neoliberalismo del
gobierno de Fernando Henrique Cardoso, hubo luz verde para que los latifundistas
y sus policías provinciales ataquen al movimiento. Y tuvimos en poco tiempo dos
masacres: Corumbiara y Carajás. A lo largo de esos años, cientos de trabajadores
rurales pagaron con su propia vida, por el sueño de la tierra libre.
Pero seguimos la lucha.
Frenamos al neoliberalismo eligiendo el gobierno Lula. Teníamos esperanza de que
la victoria electoral pudiese desencadenar un nuevo reascenso del movimiento de
masas y que, con eso, la reforma agraria tendría más fuerza para ser
implementada. No hubo reforma agraria durante el gobierno Lula. Al contrario,
las fuerzas del capital internacional y financiero, a través de sus empresas
transnacionales, ampliaron su control sobre la agricultura brasileña.
Hoy, la mayor parte de nuestras riquezas, producción y distribución de
mercancías agrícolas está bajo control de las empresas transnacionales. Ellas se
aliaron con los hacendados capitalistas y produjeron el modelo de explotación
del agro-negocio. Muchos de sus portavoces se apresuraron a preanunciar en las
columnas de los grandes periódicos de la burguesía que el MST se acabaría.
Equívoco engaño.
La hegemonía del capital financiero y de las transnacionales sobre la
agricultura, no consiguió, felizmente, acabar con el MST. Por un solo motivo: el
agro-negocio no presenta solución alguna para los problemas de los millones de
pobres que viven en el medio rural. Y el MST es la expresión de la voluntad de
liberación de esos pobres.
La lucha por la reforma agraria que antes se basaba sólo en la ocupación de
tierras del latifundio, ahora se presenta más compleja. Tenemos que luchar
contra el capital. Contra la dominación de las empresas transnacionales. Y la
reforma agraria dejó de ser aquella medida clásica: expropiar grandes
latifundios y distribuirlos en lotes a los pobres campesinos. Ahora, los cambios
en el campo, para combatir la pobreza, la desigualdad y la concentración de
riquezas, dependen de cambios no sólo de la propiedad de la tierra, sino también
del modelo de producción. Ahora, los enemigos son también las empresas
internacionalizadas, que dominan los mercados mundiales. Significa también que
los campesinos dependerán cada vez más de las alianzas con los trabajadores de
la ciudad para poder avanzar en sus conquistas.
Felizmente, el MST adquirió experiencia en estos 25 años. Sabiduría necesaria
para desarrollar nuevos métodos, nuevas formas de lucha de masas, que puedan
resolver los problemas del pueblo.
Nota: (1) Campesinos que tienen posesiones precarias de tierra, sobre todo en la
Amazonía, que, sin embargo, no tienen títulos de propiedad.
João Stedile miembro de la Coordinación Nacional del MST y de la Vía
Campesina Brasil.