Latinoamérica
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Entrevista al sociólogo argentino Atilio Borón
Consolidada, la Revolución Cubana requiere romper con el inmovilismo social y
burocrático
Valeria Nader y Gabriel Brito
http://www.correiocidadania.com.br/content/view/2880/9/
Tal como lo recordara todo el mundo, el 2009 comenzó marcado por el
cincuentenario de la Revolución Cubana –cuando, guiados por los posteriormente
míticos Fidel Castro y Che Guevara, los guerrilleros descendieron de las
montañas de Sierra Maestra y derrumbaron la sanguinaria dictadura de Fulgencio
Batista.
Discutida según las preferencias personales e ideológicas de los medios de
comunicación y sus respectivos opinadores, los acontecimientos de medio siglo
atrás permearon la vida de generaciones e inspiran hasta hoy ideales de ruptura
y cambio social. Con la revolución consumada, lo que se coloca de aquí para
adelantes es el futuro de la Isla, tema central de la entrevista realizada por
Correio da Cidadania con el sociólogo argentino Atilio Boron.
Para este cientista social, también columnista del periódico porteño Página/12,
la revolución no corre ningún riesgo en Cuba pues ya está entronizada en la
población la conciencia de que una capitulación ante las fuerzas del mercado
"retrotraería Cuba al siglo 19." De acuerdo con Boron, el momento en que la
revolución podría haber sido derribada ya pasó; las condiciones más favorables
que habían para acometer una tal empresa ya dejaron de existir.
A pesar de los devastadores huracanes que asolaron el país en 2008 Atilio
observa que Cuba cuenta hoy con posibilidades para una mayor inserción en la
economía mundial debido a los convenios de cooperación firmados con China y
Venezuela, entre otros. Mientras tanto el sociólogo afirma que los cubanos no se
ilusionan con la elección de Barack Obama pues de hecho no hubo un auténtico
cambio de retórica en relación a la Isla.
Si no hubiera sido por los "revolucionarios barbudos"en la actualidad nuestro
continente sería un inmenso y subyugado "protectorado" estadounidense, lo que de
por sí torna la solidaridad con el pueblo cubano un imperativo para nuestras
poblaciones, resalta Boron.
¿ Cual es el real significado de las medidas que Raul Castro ha tomado en
Cuba relativas a la propiedad agrícola, a las posibilidades de adquisición de
artículos electrónicos, al salario de los funcionarios estatales y a la
circulación de cubanos en las áreas turísticas, entre algunas con mayor
visibilidad en nuestros medios de comunicación?
Estas medidas indican que la reforma económica dentro del
socialismo está comenzando a llevarse a la práctica. Es el inicio de un proceso
largo y difícil, porque se quiere evitar, con toda razón, aplicar reformas que
impliquen de un modo u otro la reintroducción de relaciones capitalistas en Cuba
o la ficción de un "socialismo de mercado", en donde el segundo terminaría
devorándose al primero. Esto es lo que, al menos parcialmente, ha ocurrido en
China y en Vietnam y los cubanos no están dispuestos a incurrir en ese mismo
error. Esa sería la ruta reformista más fácil, pero desencadenaría una enorme
regresión económica y social en la revolución cubana que remataría en su
práctico agotamiento. El otro camino, el de las reformas dentro
del socialismo, es más dilatado y complejo y no existen antecedentes
internacionales que permitan extraer algunas lecciones acerca de lo que se debe
hacer y lo que no se debe hacer. Las reformas de la ex-Unión Soviética
culminaron en un fenomenal retroceso y con Rusia convertida en un país
capitalista. Y en China y Vietnam, como se dijo más arriba, se inició un
tránsito que, especialmente en el segundo caso, bien podría terminar igual que
Rusia. China es distinta, porque por sus meras dimensiones geográficas y
demográficas unidas a la fortaleza de su estado le otorgan la posibilidad de
fijar condiciones al capital extranjero (y al nacional) que ningún otro país del
planeta posee. Por eso los cubanos están a la vanguardia de la historia,
haciendo un experimento muy complicado. Por otra parte, la inédita circunstancia
de que tres huracanes arrasaran la isla en el 2008 ha obligado a lentificar el
proceso de reformas y a moverse con gran cautela en una situación de emergencia
económica nacional. Además, la continuación del bloqueo imperialista es otro
obstáculo formidable en un proceso de innovaciones como el que Cuba está
ensayando.
Según usted, ¿qué es lo que caracterizaría actualmente a algunos "impasses"
de la sociedad cubana?
Creo que hay muchos factores. En la respuesta anterior ya mencioné algunos, muy
importantes como el carácter inédito de reformas socialistas dentro del
socialismo, el bloqueo imperialista, la devastación de los huracanes. Habría que
agregar otros: la existencia de una burocracia con muy poca vocación innovadora
es uno de los factores que también explica la existencia de esos "impasses".
Otro elemento importante es la debilidad del debate económico en Cuba, que en
los años iniciales de la revolución supo tener una notable densidad teórica,
como lo demuestra el intercambio entre el Che Guevara y Bettelheim. Hoy ese
debate está ausente, o tiene una incipiente presencia. Las reuniones anuales de
la ANEC han sido uno de los pocos ámbitos en los cuales los economistas y los
especialistas comenzaron a discutir estos temas, centrados en torno a una gran
pregunta: ¿qué hacer ante la irreversible obsolescencia del modelo de
planificación ultracentralizada? Si ese modelo funcionó en el pasado, cosa que
es motivo de intensas polémicas, no cabe duda alguna de que ya no funciona más.
¿Con qué reemplazarlo? Por otra parte, y esto lo señalaron Fidel y Raúl de
manera reiterada en los últimos años, hay una tendencia "quietista" en una
sociedad que luego de cincuenta años de revolución se acostumbró a que los
problemas, cualquier problema, lo resuelva el estado. La consecuencia es la
pasividad y el inmovilismo, y para cambiar se requiere precisamente lo
contrario: activismo y movilización. Finalmente, creo que el Partido debería
cumplir un papel educativo y movilizador que no estoy seguro esté desempeñando
con la intensidad que se necesita. Lo hace, pero sus esfuerzos son parciales e
insuficientes. Y esto se agrava por la aparición de un importante hiato
generacional entre los grandes líderes de la revolución y la juventud, que
considera a la epopeya de la Sierra Maestra con la lejanía de los
acontecimientos históricos y quiere el cambio ya. Esta urgencia despierta, en
amplios sectores de la burocracia estatal, una reacción "inmovilista" que lejos
de facilitar los cambios los torna mucho más difíciles.
¿Cómo será posible solucionar estos "impasses"? ¿Proseguirá Cuba su camino
socialista?
Estoy seguro que sí, que Cuba, que rompió los moldes de la tradición con el
triunfo de su revolución en un país de la periferia y subdesarrollado y que,
pese a ello, sobrevivió a medio siglo de bloqueos, atentados y sabotajes de todo
orden, también sabrá responder exitosamente a los desafíos actuales. Cuba es un
país que cuenta con un amplio sector de la población que posee un elevado grado
de conciencia política, como no existe en esa proporción en ningún otro país de
América Latina y, tal vez, del mundo. Es además una población que ha sido muy
bien organizada por el Partido y que sabe que una eventual caída del socialismo
retrotraería a la isla al siglo diecinueve, con la mafia terrorista de Miami a
la cabeza y dispuesta a cobrar revancha por la osadía de haber desencadenado la
revolución. Sabe también que los logros de la revolución, en campos como salud,
educación, deportes, cultura, que tiene a Cuba muy por encima de cualquier otro
país de América Latina, serían barridos por el retorno de la derecha en caso de
que flaquearan las fuerzas revolucionarias. Pero no hay tal peligro: Fidel se
mantuvo a pie firme cuando el socialismo se derrumbaba en todo el mundo y la
historia, también en este caso, "lo absolvió" dándole la razón. Y su ejemplo
seguirá vigente, aún después de su desaparición física, para inspirar a los
millones que están dispuestos a entregar su vida por la defensa del socialismo y
el comunismo en Cuba.
Se especula mucho respecto del tipo de socialismo que deberá existir en Cuba,
aludiéndose, por ejemplo, al modelo chino y también a los gobiernos de Chávez,
Morales y Correa en América Latina, que han tenido un enfrentamiento más fuerte
con el neoliberalismo. ¿Como es que usted encara esta cuestión?
Algo de eso examiné in extenso en un libro que acabo de publicar y que se llama
Socialismo Siglo XXI. ¿Hay vida después del neoliberalismo? La
tesis central es que no hay ningún modelo o tipo de socialismo que se pueda
imitar o que se encuentre listo para aplicar. Cada proceso es una creación
histórica única y más allá de algunos "comunes denominadores" -como por ejemplo
la intransigente batalla en contra de las relaciones capitalistas de producción
(y no sólo del neoliberalismo) y la mercantilización de todos los aspectos de la
vida social, incluyendo desde los bienes y servicios hasta las ideas, las
religiones, la política y el Estado- las experiencias concretas de construcción
socialista en este siglo serán muy distintas entre sí. Lo de Cuba es inimitable;
lo de Chávez también, y lo mismo ocurre con lo de Correa o Evo. Vale aquí el
verso de Machado, con un par de ligeras variantes: "militante no hay modelo, se
hace el modelo al andar." Brasil, Argentina, Chile, en la medida en que
abandonen las ilusiones centroizquierdistas de la "tercera vía" (que tanto daño
nos han hecho y tanto tiempo nos han hecho perder) se irán incorporando a este
proyecto de construcción socialista pero con características absolutamente
propias, idiosincráticas, irrepetibles. Y está bien que así sea: esa diversidad
de caminos hacia el socialismo nos enriquece y nos hace más fuertes.
¿Existe el temor de que las fuerzas imperialistas puedan de alguna forma
doblegar la resistencia cubana?
No lo lograron en cincuenta años, cuando la correlación mundial de fuerzas era
mucho más favorable para el imperialismo. Ahora no tienen condiciones para
intentar algo así. La incorporación de Cuba al Grupo de Río y a la Unasur, así
como la práctica expulsión del imperio en la resolución de la crisis boliviana
del año pasado, demuestra que, como dice el presidente Correa, "estamos viviendo
un cambio de época y no sólo una época de cambios." ¿Quién se hubiera imaginado
hace apenas unos pocos años que un presidente de Bolivia podría expulsar al
embajador norteamericano sin tener que enfrentarse, a los pocos días, con un
golpe militar? ¿Quién podía pensar que la flota rusa haría maniobras en el
Caribe con la Armada venezolana sin desencadenar un ejemplar escarmiento de los
Estados Unidos? ¿O que Ecuador podría decirle a Washington que no le renueva el
alquiler de la base de Manta, estratégica para el control político del área
andina? La reacción imperialista no pudo acabar con la revolución cubana cuando
existían condiciones internacionales propicias para ello. Perdió esa
oportunidad, y hoy esas condiciones ya no existen más. La revolución llegó para
quedarse.
¿Cuál es la expectativa en Cuba en relación al gobierno de Obama y que
relación se piensa tener con los estadounidenses a partir de ahora?
No hay grandes expectativas. No puede haber grandes expectativas porque las
declaraciones de Obama en relación a Cuba fueron bastante poco felices, para no
hablar de lo mala que fueron las de Hillary Clinton en su audiencia de
confirmación en el Senado. Siguen exigiendo "libertades políticas para la
oposición" sin reconocer que en Cuba esa oposición es contrarrevolucionaria y
está probadamente financiada y organizada por la CIA y las diversas agencias del
gobierno norteamericano. Existen hasta filmaciones que constatan que esa
oposición es, en realidad, un grupo de agentes del imperio operando en Cuba.
Obama ha dicho que no piensa levantar un bloqueo que ha sido condenado desde la
Asamblea General de la ONU hasta Juan Pablo II, pasando por las más importantes
personalidades del mundo entero. Creo que los cubanos, con razón, no se hacen
ilusión alguna con Obama, y sería bueno que en el resto de América Latina
tampoco nos la hagamos. Si por algún motivo Obama "se saliera del libreto" y
tuviese gestos concretos de apertura, comprensión y mayor racionalidad hacia
Cuba La Habana respondería positivamente.
¿ Cómo viven los cubanos el momento actual? ¿Es perceptible el crecimiento de
algún tipo de ambivalencia en la población o persiste con fuerza el apoyo a la
experiencia revolucionaria?
El apoyo a la revolución sigue siendo impresionante. Por supuesto, no es
unánime, ni podría serlo. Pero es muy fuerte. Eso no significa que aprueben
todas las políticas que sigue el gobierno revolucionario. Hay muchas críticas
sobre la escasa oferta de alimentos, los bajos salarios, la vivienda, el
burocratismo, el limitado acceso a Internet o las restricciones para viajar.
Pero la gente sabe que estos problemas se originan en causas que en buena medida
exceden lo que el gobierno pueda hacer o manejar. El bloqueo le ha costado a
Cuba casi 100.000 millones de dólares, más de dos veces el PBI de la isla. El
impacto sobre las finanzas públicas ha sido demoledor. Además, debido a la
permanente agresión de Washington Cuba debe destinar a gastos de defensa una
proporción muy elevada de su presupuesto público. Si no existieran estas dos
condiciones, es decir, sin bloqueo y sin amenazas permanentes de ataque
exterior, Cuba dispondría de muchos más recursos para incentivar la producción
de alimentos, construir viviendas, mejorar los salarios. Pero esas condiciones
no existen, lamentablemente. Por supuesto, aún así algunas cosas podrían
mejorarse: por ejemplo, adoptando una política más flexible en relación al
campesinado para incrementar la oferta alimenticia, o para explotar tierras que
siguen sin cultivarse. Allí pesa el papel de una burocracia que se ha
conservatizado y que no está pensando en una alternativa "post-planificación
centralizada". Otras restricciones también causan malestar en la población: el
transporte era un problema muy grave, sobre todo en La Habana, pero en el último
año ha habido una considerable mejora gracias al apoyo de China. Internet es un
problema, porque EEUU sanciona a cualquier país que le facilite la banda ancha a
Cuba. Ahora Venezuela está tirando un cable submarino para resolver ese
problema. En fin, hay protestas, además porque el pueblo cubano es muy
extrovertido y no tiene temor alguno a expresar sus quejas y demandas. Pero
estas se dirigen fundamentalmente hacia algunas políticas y no al régimen
revolucionario o al socialismo. Mucho menos hacia la figura de Fidel. Creen, y
tienen razón, que puede haber un socialismo más eficiente, con mayor capacidad
de proporcionar bienestar a la población. Pero no se les olvida que pese a todas
las limitaciones y restricciones Cuba cuenta con la tasa de mortalidad infantil
más baja de las Américas, igual a la de Canadá y menor que la de Estados Unidos,
y tres o cuatro veces más baja que la que tienen países potencialmente tan ricos
como Argentina o Brasil.
¿Cómo se vio la Cumbre de las Américas, en Bahía, los pedidos de los
gobernantes para poner fin al embargo son cada vez más frecuentes –mismo la ONU
se manifestó en el mismo sentido, por 17º vez, en el 2008? ¿Existe en la isla la
ilusión de, finalmente, poder insertarse plenamente en la economía o, por lo
menos, de estrechar las asociaciones y acuerdos con algunas naciones
latinoamericanas?
El cubano es un pueblo muy culto y que ha aprendido mucho con la revolución. No
abrigan ilusión alguna porque sabe que el imperialismo nunca dejará de hostigar
a Cuba y, por lo tanto, su inserción en la economía mundial dominada por las
grandes transnacionales, muchas de ellas norteamericanas o de países gobernados
por aliados o clientes de la Casa Blanca, estará plagada de dificultades. No
creen que en lo inmediato EEUU vaya a levantar el bloqueo (no se trata de un
embargo sino de un bloqueo, que es algo mucho más grave), aunque si lo hace
sería una gran noticia. Pero al poder comerciar libremente con los países de
América Latina y el Caribe, unida a su creciente relacionamiento con China,
Rusia y otras grandes economías, Cuba puede resolver gran parte de sus
problemas. Por eso es de suma importancia que las mayores economías de América
Latina, como Brasil, México y Argentina, adopten una política de solidaridad
militante con la revolución cubana. Una revolución que exporta médicos,
enfermeros, odontólogos, maestros, instructores deportivos; una revolución que
ayuda a desterrar el analfabetismo en Bolivia y Venezuela, que devuelve la vista
a millones de personas, que vende vacunas para combatir enfermedades al margen y
muy por debajo de los precios del mercado. Una revolución, en suma, que siempre
fue solidaria con nuestros pueblos y que merece nuestra más rotunda solidaridad.
Basta con pensar, para quienes todavía tengan dudas, lo que hubiera sido de
América Latina si la revolución cubana hubiese sido derrotada en Playa Girón o
si, luego de la implosión de la Unión Soviética, hubiera llegado a la conclusión
de que había que retornar al capitalismo lo antes posible. Si tal cosa hubiera
ocurrido en América Latina no existiría un Chávez, un Evo, un Correa, un Lugo,
para ni hablar de la "centroizquierda"; estaríamos convertidos en un inmenso
protectorado norteamericano, y en donde las figuras más a la izquierda de la
región serían políticos como Álvaro Uribe, Alan García u Oscar Arias. Gracias a
la presencia inquebrantable de la revolución cubana nos ahorramos esa pesadilla.
Por eso, nuestra deuda con Cuba será eterna y todo lo que hagamos para ayudarla
será poco.