Latinoamérica
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Qué queda después de las nuevas liberaciones de las FARC
Operación jaque a Uribe
Marcos Salgado
Las fuerzas políticas y sociales que en Colombia buscan una salida negociada a
la perenne guerra interna retomaron la iniciativa tras lograr que las FARC les
entregaran a los dos políticos que aún conservaban en su poder y a cuatro
uniformados. Mientras tanto, al presidente Álvaro Uribe se le extinguió la
intransigencia en torno al canje humanitario, de la que gozaba desde el rescate
militar de Ingrid Betancourt, hace seis meses. Se cierra así un año intenso
desde las primeras liberaciones de políticos, pero lo más importante es lo que
está por venir.
¡Que lejos quedó el Álvaro Uribe que insuflado de soberbia pronosticaba el fin
de las FARC, a la que aseguraba derrotada, infiltrada y desgranada tras el
rescate de la ex candidata presidencial Ingrid Betancourt! Fue hace apenas siete
meses, pero tras la reciente operación que culminó en la liberación unilateral
de seis retenidos por las FARC, la soberbia sucumbió, para dar paso a un Uribe
errático que con su verba inflamada sangraba por la herida por la irrupción de
un nuevo actor en la política de su país: Colombianas y Colombianos por la Paz.
Este puede ser el primer saldo de las liberaciones unilaterales del ex
gobernador del Meta, Alan Jara; el ex diputado del valle del Cauca Sigifredo
López junto a tres militares y un policía, con las que las FARC ya no retienen
en su poder a ningún civil "canjeable" por sus presos en cárceles colombianas.
Luego de la muerte natural del líder histórico de las FARC Manuel "Tirofijo"
Marulanda, mucho se escribió sobre la posibilidad de que la guerrilla mas
antigua de América Latina tomara una línea "dura" y suspendiera las liberaciones
en pos de un acuerdo humanitario para el canje de presos de ambos bandos. Esta
posibilidad pareció tomar cuerpo cuando en el mes de julio el ejército de
Colombia logró en una combinación de soborno y engaño arrancar de manos de las
FARC a la ex candidata presidencial Ingrid Betancourt, junto a tres
estadounidenses ligados al Departamento de Estado de los EE.UU. y una decena de
militares.
Sin embargo, la nueva conducción de las FARC con Alfonso Cano al frente demostró
que persiste en la voluntad del gesto unilateral para forzar al gobierno de
Álvaro Uribe al canje humanitario y, más allá, la apertura de un proceso de
garantías políticas para alcanzar la paz en el país. Alan Jara, acaso el
político más popular entre los que permanecían en poder de las FARC, lo dijo con
todas las letras en la conferencia de prensa posterior a su liberación. "No veo
otra salida que la negociada", aseguró el ex gobernador del Meta, y pidió con
urgencia un acuerdo humanitario.
Jara no vaciló además en propinar algunos contundentes cachetazos conceptuales
al presidente Uribe. Primero desmintió la supuesta situación terminal de las
FARC que se pregona desde la casa de Nariño y apuntó directamente al presidente
colombiano:
"lo digo con claridad, siento de todo corazón que Uribe no hizo nada por la
libertad de nosotros". También, consideró que la decisión de las FARC de liberar
de forma unilateral a seis rehenes en este operativo "puede indicar un camino
político".
La ecuación es simple, y debería ser cada vez más visible, incluso detrás de los
velos de los medios de comunicación adeptos al uribismo: la política de
negociación cero de Uribe no sólo no termina con las FARC, sino que tampoco dio
resultados considerables en materia de liberación de retenidos. De la "Operación
Jaque", publicitada como la demostración del fin de la guerrilla, se supo rápido
que tuvo más de golpe de suerte y traición interna de un par de jefes
guerrilleros que de delicada maquinaria de infiltración.
Tal vez por los remanentes de la soberbia de aquellos días dorados de "Jaque",
fue que las Fuerzas Armadas colombianas decidieron "controlar" con movimientos
aéreos el recorrido de la comisión humanitaria en la primera jornada de
liberaciones. Fue un miembro de Colombianas y Colombianos por la Paz, el
periodista Jorge Enrique Botero, el encargado de denunciar la intromisión que
podría haber hecho fracasar el operativo.
¿A quién hubiera beneficiado un eventual fracaso? Únicamente al gobierno de
Uribe. Será por eso que la reacción contra Botero y Telesur, el canal que
difundió su denuncia, llegó de boca de un "halcón" como el ministro de Defensa,
Juan Manuel Santos y por el mismo Uribe, quien dijo que Telesur era "Telefarc",
profundizando la falta grave que significó el uso de los símbolos del canal con
base en Caracas en la "Operación Jaque" y que no tuvo ni protestas severas por
parte del canal ni retractación desde la casa de Nariño.
El periodista no se amilanó y remarcó que presentaría pruebas de los sobrevuelos
militares en un documental de próxima aparición. Santos, por su parte, terminó
reconociendo los vuelos que el mismo había negado. Intento tardío para frenar un
escándalo que dejó con un pie afuera del gobierno de una de las espadas de
Uribe: el comisionado para la Paz, Luis Carlos Restrepo.
Dicen que de un jaque se puede salir de dos maneras: pasando a la ofensiva o
escapando. Dicen los ajedrecistas que el rey no puede escapar mucho tiempo. "Si
liberar a guerrilleros de las cárceles es un aporte al intercambio humanitario,
el Gobierno está dispuesto a hacerlo, bajo la idea de que sean gestores de paz y
no a reasumir acciones armadas", dijo Uribe el jueves en Medellín. Matizó de
esta forma su negativa cerrada anterior a cualquier intercambio.
Dicen en el ajedrez que ganar tiempo escapando tampoco evita el jaque mate.