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Latinoam�rica

La Iglesia, operadora pol�tica

Jos� Vicente Rangel
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 CON motivo de la �ltima asamblea realizada por la Conferencia Episcopal Venezolana se evidenci�, por una lado, que el sector m�s agresivo del Episcopado, el que liderizan obispos como Baltazar Porras, Roberto L�cker y otros, reasumieron el control de la instituci�n. La tendencia que representaban otros prelados, menos beligerantes en pol�tica, tendente a la conciliaci�n y el di�logo, qued� definitivamente desplazada.

A prop�sito, el hecho hay que vincularlo al proceso que se da con la c�pula de la Iglesia cat�lica en diversas partes del mundo, en especial en Am�rica Latina, y pa�ses como Espa�a. La tendencia en los lugares donde se dan cambios sociales importantes y aparecen nuevos liderazgos, es a que los altos funcionarios de la Iglesia se ubiquen en una posici�n militantemente contraria. Ocurre en Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay, Bolivia, Ecuador, incluso en Chile, donde hay tensiones y un t�cito rechazo a algunas medidas progresistas de la presidenta Bachelet. En pa�ses de Centroam�rica como Nicaragua, Guatemala, Honduras, y en la Espa�a gobernada por el PSOE de Rodr�guez Zapatero la jerarqu�a adopta posturas identificadas con sectores poderosos, con grupos econ�micos y factores internacionales. Las reformas sociales que se cumplen son desde�adas, y la orientaci�n consiste en aliarse a fuerzas de oposici�n con programas y l�neas pol�ticas francamente de derecha. Los ataques se producen por el lado del presunto conculcamiento de las libertades p�blicas y atentados a la democracia, situaciones que en realidad no se plantean en la actualidad y que, por cierto, motivaron el silencio de la jerarqu�a eclesi�stica durante gobiernos dictatoriales y seudo democr�ticos.

En el documento titulado "Situaci�n del pa�s y renovaci�n �tica", emanado de la referida reuni�n, los obispos reivindican una abierta participaci�n en la pol�tica y asumen los argumentos de la oposici�n respecto a la enmienda constitucional. Uno de los argumentos que dan es que "la reelecci�n indefinida no resuelve la crisis social", silenciado deliberadamente que no se trata de reelecci�n sino de postularse de nuevo, sin excepci�n, para un cargo de elecci�n popular.

Argumento absolutamente banal, inconsistente, que demuestra ignorancia, ya que est� demostrado que ninguna ley y constituci�n resuelven por s� sola algo tan complejo como es la crisis social. La crisis social la resuelve, o por lo menos la aten�a, una pol�tica global donde lo legal es s�lo un aspecto. Si aceptamos el inefable argumento de los obispos no valdr�a la pena legislar, y se puede del mismo modo sostener que tampoco la alternabilidad resuelve la crisis social, como ha quedado ampliamente de- mostrado en el pa�s. Pero claro, se trata de una actitud pol�tica que toca, superficialmente, un tema de gran importancia: la existencia de un proceso de cambio social en marcha en Venezuela y la necesidad de garantizar su continuidad y el liderazgo. �No ha hecho esfuerzos gigantes el gobierno de Ch�vez, como nunca antes se hicieron en el pa�s, para encarar el drama de la pobreza y dar respuesta a los requerimientos educativos, de salud, de participaci�n que le negaron al pueblo los gobiernos del pasado? Por un elemental sentido de responsabilidad �tica los obispos podr�an hacer un reconocimiento al profundo esfuerzo social de Ch�vez desde el gobierno para cancelar la deuda que el Estado venezolano contrajo con la colectividad. Pero la visi�n contraria a los cambios y la peque�ez de alma de los prelados venezolanos, impide que reconozcan algo de lo realizado y prefieran optar por el cuestionamiento tipo partidista con lo cual pierden rango y autoridad.

EN el mismo documento los obispos se acuerdan de la calle, la cual abandonaron por completo --de ah� el crecimiento impresionante de otros credos religiosos, en particular los evang�licos-- y plantean llevar el mensaje de Jesucristo "casa por casa", con lo cual admiten que no lo han hecho. Para completar el cuadro de cr�ticas sin soporte, hablan de que la enmienda "persigue extender los privilegios de los poderosos sin que se ataquen las carencias que sufre el pueblo". Es lamentable que la alta jerarqu�a de la Iglesia cat�lica recurra a un lenguaje demag�gico, mitinero, para tratar temas de envergadura. Y, sobre todo, para eludir su responsabilidad dirigente. �C�mo es posible afirmar que la enmienda "persigue extender los privilegios de los poderosos"? Si as� fuera los poderosos seguramente estar�an con la enmienda y con Ch�vez, es decir, grupos econ�micos como Fedec�maras, Fedeindustria, los ganaderos, los latifundistas, las roscas profesionales, los bufetes tribales, etc.. Y algo m�s, a manera de pregunta provocadora: �Realmente cu�ndo se ha ocupado esa jerarqu�a de la Iglesia cat�lica de "las carencias que sufre el pueblo"? En la actualidad, es s�lo una operadora pol�tica de la oposici�n.

Fuente: lafogata.org
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