Latinoamérica
|
Cuba: 50 años de Revolución
Ron Ridenour
Rebelión y Tlaxcala
Traducción de Manuel Talens
I. Solidaridad
"La bandera de nuestra república debería ser tricolor como la escarapela con
que los patriotas franceses llenaron de terror a los tiranos. La formarán
franjas azules y blancas como las nubes y el cielo de nuestra Cuba. Sea una
estrella la divisa que nos guíe a un venturoso porvenir." (Gaspar Betancourt y
Cirilo Villaverde, 1848)
Medio siglo después de que los guerrilleros revolucionarios entrasen
victoriosamente en La Habana, organizaciones estatales y de militantes están
preparando las celebraciones en todo el país. Miles de activistas solidarios y
amigos de todo el mundo se unen a ello. Además de celebrar, muchos quieren saber
qué viene ahora: ¿seguirá Cuba el camino de China o desarrollará todavía más sus
raíces socialistas?
Entre 1987 y 1996 trabajé para la Editorial José Martí y la agencia Prensa
Latina y he hecho largas visitas a la Isla en 2006 y en la actualidad. He
escrito cinco libros y cientos de artículos sobre Cuba. Para comprender la
Revolución cubana hace falta toda una vida de estudio. Por el momento, trataré
solamente de narrar mis impresiones de una parte de su realidad. Una descripción
definitiva o un análisis están fuera de mis capacidades.
"Ser internacionalista es saldar nuestra propia deuda con la humanidad", decía
una valla publicitaria, la primera que recuerdo haber visto a mi llegada en 1987
y que expresaba la moralidad con la cual se inició esta revolución y sus actos
en casi la mitad del planeta. En un reciente programa educativo, retransmitido
por la televisión cubana, el reverendo Lucius Walker, líder de Pastores por la
Paz, se refirió a estos 50 años de práctica solidaria como lo que Jesucristo
habría querido que la raza humana emulase: un apoyo constante a los pobres, los
hambrientos, los sedientos, los enfermos, los explotados y los encarcelados.
Walker deseaba que su país, Usamérica, tomase el testigo del ejemplo viviente
cubano.
La ética solidaria de la revolución empezó en su propia casa. Desde el
principio, el racismo fue oficialmente abolido en el país. Los pequeños
agricultores y quienes quisiesen llegar a serlo recibieron hasta cinco
caballerías de tierra cultivable (13,42 hectáreas por caballería) en
cumplimiento de lo prometido durante la lucha armada contra el dictador Batista.
Raúl Castro, el nuevo presidente de Cuba, acaba de ampliar aquel decreto en una
o dos caballerías para aumentar la producción. El resto de la tierra, que se
compró a sus propietarios (nacionales e internacionales), fue convertido en
enormes granjas del pueblo y pequeñas cooperativas estatales. En años recientes
casi todas las granjas del pueblo han sido reconvertidas en cooperativas más
productivas, tanto privadas como estatales.
El analfabetismo fue pronto eliminado con la ayuda de 100.000 jóvenes escolares
que enseñaron a leer al 23% de los analfabetos de la nación. Sin demora, todos
los niños estuvieron escolarizados gratuitamente, mientras que antes de la
revolución el 44% de los niños en edad escolar no iban a la escuela primaria y
sólo el 17% alcanzaba la secundaria. En estos 50 años casi un millón de
estudiantes han obtenido títulos universitarios en 65 universidades y más de
400.000 cursan estudios universitarios en 3150 localidades de 169
municipalidades. Bajo el régimen de Batista había sólo 20.000 estudiantes en
tres universidades estatales y una privada.
La revolución puso en marcha de inmediato un sistema sanitario nacional
totalmente gratuito. Los resultados estadísticos muestran su importancia para
todos y cada uno de los cubanos. En 1959, la mortalidad infantil era de 78,8 por
1000 nacimientos; en 2007 había descendido a 5,5. La esperanza de vida era de 62
años. Hoy está en 77. En 1959, después de que la mitad de los 6000 galenos de la
nación huyeran del país después de la victoria revolucionaria y tras la
eliminación de la medicina privada, había sólo un médico por cada 1800
habitantes. Hoy, con 75.000 médicos licenciados desde la revolución y con 11,5
millones de habitantes, la tasa es de un médico por cada 150. Sin embargo, casi
la mitad de estos facultativos cumplen servicio en misiones extranjeras en 68
países y varios centenares han desertado a otras tierras en busca de mayores
oportunidades económicas. Esto supone una enorme carga para los 30.000 médicos
que trabajan en el país, que deben ocuparse de un mayor número de pacientes.
Cuba produce 12 de las 13 vacunas que se inoculan a cada uno de sus niños. La
nación tiene una excepcional y moderna industria biotecnológica y ha
desarrollado fármacos y vacunas extraordinarias, entre ellas la única que existe
contra la meningitis B.
La revolución también es célebre por su excelente desarrollo deportivo y
cultural, por sus soberbios atletas, músicos, cineastas, escritores, por su
ballet.
Los trabajadores y los agricultores del país establecieron también un programa
solidario destinado a servir y producir no sólo para su propio beneficio, sino
para el de toda la nación. A principios de los años sesenta se experimentó con
dos formas de sistema económico. Uno de ellos fue impulsado por el idealista
revolucionario Che Guevara, el otro por Carlos Rodríguez, uno de los líderes del
Partido Comunista, que no había tomado parte en la lucha armada. En los
esfuerzos para crear el "hombre nuevo", en la producción económica y en el
proceso de las decisiones políticas hubo avances y retrocesos, de los cuales me
ocuparé en la segunda parte.
Solidaridad internacional
La exportación de "capital humano", tal como el Estado denomina a sus misiones
humanitarias, empezó en 1963 en África y América Latina y, más tarde, en el
Caribe y en otras partes del mundo, asistiendo a los pueblos en sus necesidades
sanitarias y educativas, así como ayudándolos a alejarse de la dominación del
imperialismo explotador. Cuba proporciona más ayuda internacional médica
humanitaria que todos los países de Naciones Unidas juntos a través de la
Organización Mundial de la Salud.
Hoy, cerca de 100.000 profesionales médicos, maestros, instructores deportivos,
técnicos y consejeros ejercen su misión en 104 países. Sólo en el terreno de la
medicina, más de 10 millones de personas en 67 países han sido tratadas por
facultativos cubanos durante esta década. Millones de personas han recibido
ayuda en países afligidos por desastres naturales, como Pakistán en 2006, un
aliado militar de Usamérica. La nueva Operación Milagro, creada por Cuba, ha
devuelto la vista a medio millón de pacientes ciegos en 25 países sólo desde el
año 2004. Con los beneficios petroleros de Venezuela y los médicos de Cuba y los
que está formando en Venezuela, el plan de los dos países debe curar a 10
millones de latinoamericanos en la próxima década. Su ceguera se debe
principalmente a la desnutrición y este plan coincide con programas progresivos
para aumentar la producción nacional de alimentos por medio de cooperativas y
pequeñas granjas populares.
Poco antes del fallido intento de golpe de Estado en Venezuela, en 2002, los
presidentes Fidel Castro y Hugo Chávez ya habían empezado a planear la creación
de una alianza socioeconómica y política regional basada en la ayuda mutua y el
trueque. La Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA)
inició su andadura en 2005. Hoy, con seis países miembros –Nicaragua, Bolivia,
Honduras y la República Dominicana son los otros cuatro– hay proyectos en marcha
por valor de varios miles de millones de dólares y esto incluye también el
petróleo venezolano vendido a bajo precio a dichos países y la recién formada
alianza PetroCaribe.
Fue Fidel quien concibió dichos programas y alianzas de orientación socialista
cuando recibió a un Chávez recién liberado tras pasar dos años en prisión por
haber dirigido la insurrección en 1992.
El pasado 15 de diciembre, el presidente Raúl Castro citó las palabras de su
hermano en su discurso durante una ceremonia en Venezuela en honor de los logros
del ALBA es un programa futuro: "El siglo venidero es para nosotros el siglo de
la esperanza, el siglo de la resurrección del sueño bolivariano, el sueño de
Martí, el sueño de América Latina". Y concluyó: "Los sueños del ayer empiezan a
volverse realidad".
Otros importantes aspectos de la generosa solidaridad de Cuba son su ayuda
militar a otros pueblos para la obtención o el mantenimiento de su soberanía.
Así fue especialmente en el caso de Angola, que tuvo importantes efectos
colaterales en Namibia y Sudáfrica. Entre 1975 y 1990, Cuba envió 300.000
soldados voluntarios a Angola para ayudarla a defenderse del invasor gobierno
sudafricano del apartheid, apoyado por Usamérica. Trataban de imponer brutales
grupos contrarrevolucionarios, que hubieran apoyado al imperio.
El pasado diciembre, durante la cumbre de 33 países latinoamericanos y del
Caribe en Brasil, Raúl Castro comentó el papel de Cuba en África. Una vez
garantizada la soberanía de Angola, la liberación de Namibia quedó también
asegurada y esto ayudó de forma significativa a la lucha interna por la
liberación de los negros sudafricanos, pronto seguida de la liberación de Nelson
Mandela, quien luego viajó a La Habana para expresar su gratitud por la
solidaridad de Cuba.
Esta cumbre de Brasil fue especialmente importante para Cuba. De las diversas
alianzas latinoamericanas, el Grupo de Río es un importante foro político que ha
incluido a Cuba entre sus miembros. Fidel Castro no pudo asistir, pero debido a
su histórico papel como líder clave de la Revolución cubana y presidente elegido
entre 1976 y 2007 (cuando por razones de salud dejó paso a su hermano), recibió
el más atronador aplauso de todo el foro. El histórico papel que ha jugado Cuba
en la promoción de la soberanía y la integración de Latinoamérica y las palabras
concisas y certeras del presidente Raúl Castro ocuparon las páginas principales
de los periódicos de Brasil, México y la mayoría de Latinoamérica durante el
encuentro.
El buen humor de los líderes latinoamericanos expresó bien el nuevo viento de
liberación que sopla en este continente. Su mensaje es: ahora que el imperio
entra en decadencia no podrá detenernos.
Además de exportar solidaridad y de su papel fundamental en la integración del
continente, Cuba ofrece amplias y avanzadas oportunidades educativas
gratuitamente a decenas de miles de estudiantes de otras latitudes. En años
recientes, una nueva Facultad de Medicina, la ELAM, está dedicada a los
estudiantes extranjeros de 30 países, entre ellos usamericanos pobres.
Sin embargo, hay muchos cubanos descontentos de la amplia y costosa política de
solidaridad de su país. Debido a la doble economía –una de ellas en pesos
cubanos y la otra en moneda convertible– existe una brecha cada vez mayor entre
los nuevos ricos y los nuevos pobres. Los bienes racionados a bajo precio son
demasiado escasos y no alcanzan para cubrir las necesidades muy básicas de la
vida cotidiana. La mayoría de los cubanos se ganan la vida en pesos y esto crea
divisiones en la población e incluso animosidad en el interior de la profesión
médica, puesto que los facultativos que trabajan en la isla están pagados en
pesos mientras que los "voluntarios" en misión extranjera reciben una recompensa
pecuniaria que permite a muchos regresar a casa con utensilios de lujo y otros
bienes imposibles de obtener con pesos.
Cuba es la tierra de mi corazón y por eso soy sincero cuando cito sus
imperfecciones. No es posible amar y confiar en un pueblo si uno esconde sus
problemas y sus defectos.
II. Los retos del futuro
Los niños, el futuro de Cuba (Pioneritos, fotografía de Carlos Torres
Cairo, Cubaimagen)
Setenta días después de la victoria revolucionaria cubana, el Consejo Nacional
de Seguridad operante bajo la presidencia de Eisenhower-Nixon emitió una
directiva el 10 de marzo de 1959 para imponer "un cambio de gobierno en Cuba".
Se tomó esta decisión precisamente porque los jóvenes dirigentes cubanos habían
iniciado una política de solidaridad entre los seres humanos. Una semana más
tarde el presidente Eisenhower ordenó que la CIA preparase a exiliados cubanos
para una invasión de su país, tal como puede leerse en el libro de Eisenhower
The White House Years: Waging for Peace [sic] 1956-1961.
Conforme los aviones usamericanos volaban sobre La Habana lanzando bombas, Fidel
Castro declaró ante unas masas entregadas que la Revolución cubana era de
carácter socialista. La invasión de la Bahía de Cochinos en 1961 había
comenzado. Tras su rápido fracaso el presidente John Fitzgerald Kennedy
instituyó el bloqueo de la Isla, que aún perdura.
En 1967, el presidente Lyndon B. Johnson, enredado por aquel entonces en una
guerra contra los pueblos de Indochina, le confesó a un periodista: "Estábamos
metidos en un asunto criminal en el Caribe". Dijo esto tras enterarse de que la
CIA había hecho uso de la mafia para tratar de asesinar a Fidel Castro. La CIA
también envenenó seres humanos, animales y cosechas y aterrorizó a la población
por tierra y aire (véase mi libro Backfire: The CIA’s Buggest Burn,
Editorial José Martí, La Habana 1991).
Los lectores conocen de sobra la historia de la subversión yanqui contra la
Revolución cubana, que yo menciono aquí sólo de pasada con el único fin de
establecer los antecedentes de por qué las ideas marxistas originales de
democracia política y control popular y, de igualdad económica sin privilegios
de ningún sector no han podido implementarse, especialmente tras la caída de la
Unión Soviética y de los demás socios comerciales de Cuba en el Comecón. Además
de los ataques externos, que han distorsionado el desarrollo, hay que señalar
decisiones adversas tomadas por el gobierno de la nación y realidades del
subdesarrollo.
Ahora, sin embargo, al cabo de casi dos décadas de la caída del Comecón y
conforme Cuba empieza a celebrar el 50 aniversario de la Revolución, la Isla es
el único país socialista que queda en el hemisferio occidental (y quizá en todo
el mundo, dado que China y los países de la antigua Indochina se han convertido
casi por completo en economías capitalistas). Cuba mantiene sus raíces
socialistas y su ideología marxista, a pesar de que las concesiones que se vio
obligada a hacer durante el Período Especial, con medidas capitalistas adoptadas
por pura supervivencia, han creado desigualdad: una brecha cada vez mayor entre
los nuevos pobres y los nuevos ricos.
" Este país puede autodestruirse por sí mismo; esta Revolución puede destruirse,
los que no pueden destruirla hoy son ellos; nosotros sí, nosotros podemos
destruirla, y sería culpa nuestra", dijo Fidel el 17 de noviembre de 2005
refiriéndose a las consecuencias de una doble economía y de la descomposición de
la moralidad y la conciencia política.
Las cuatro áreas de mayor descontento popular son: a) la doble economía, con dos
tipos de moneda; b) la excesiva dependencia de las importaciones y la escasa
producción nacional; c) la perpetua escasez de viviendas, que ha empeorado en
2008 a causa de la masiva destrucción de los ciclones y d) la insignificante
mejora en el poder de decisión de los trabajadores, con pocas excepciones.
Buena parte de la población está desilusionada. Roba y se mete en chanchullos
simplemente para resolvel necesidades básicas y muchos caen en el pozo
del consumismo y de la avaricia personal. Estos crecientes sectores de la
sociedad han rechazado la consigna de la revolución –en palabras del Che–: " La
aspiración revolucionaria última y más importante: ver al hombre liberado de la
alienación".
La "nueva clase" de la que habló Fidel hace tres años incluye a agricultores
privados y artesanos de todo tipo que trabajan por su cuenta, buena parte de los
cuales se hacen pagar en moneda convertible, y a los que reciben grandes sumas
de dinero de familiares que viven fuera del país, así como a una creciente
subclase de ladrones.
Quienes se ven obligados a vivir exclusivamente con pesos cubanos no pueden
permitirse adquirir productos básicos como champú o jabón, ropa, maquinaria,
electrodomésticos o incluso suficiente comida, por no mencionar materiales para
reparar sus viviendas, que no se encuentran en establecimientos donde se paga en
pesos. La cantidad de productos ofrecidos con la cartilla de racionamiento
subvencionado es insuficiente para sobrevivir. La gente, sobre todo en las
ciudades grandes, se ve obligada a buscar la manera de suplir sus escasos
ingresos.
Omar Everleny, un distinguido economista, me ha confesado: "No es posible
estimular a la gente durante toda la vida con moralidad, con propaganda
revolucionaria, con antimperialismo. Están cansados de eso y tienen que comer.
Por supuesto, todos acuden a la plaza de la Revolución en las manifestaciones,
pero cuando regresan a sus casas exigen que el Estado les dé lo que
necesitan..."
Por ejemplo, casi todas las tiendas de La Habana ahora sólo venden sus productos
en moneda convertible (los cuc, Cuban Unit Currency). La radio más barata
cuesta 13 cuc y lo peor es que sólo funciona con pilas. Cuando compré la mía me
dijeron que no tenían pilas... Terminé por encontrarlas, a 6 cuc, después de
recorrer quince tiendas. El precio total que pagué, que equivalió a 456 pesos
cubanos (el cuc se cambia a 24 pesos), es el doble del salario mínimo mensual.
Por las calles se ven jóvenes que nunca han trabajado y que gastan más dinero
bebiendo cerveza en una tarde que toda la pensión de un mes de un jubilado. Esos
mismos adolescentes a menudo llevan sudaderas que ensalzan el capitalismo y el
imperialismo usamericanos, el FBI o el ejército imperial, cuya base ilegal en
territorio cubano es un centro de tortura. Algunos de esos jóvenes se peinan el
pelo con brillantina, llevan los pantalones a media nalga y parlotean con
teléfonos móviles que cuestan más de comprar y mantener que en el Occidente
capitalista. Cuando les pregunté a algunos de ellos por qué se comportaban así,
me replicaron que porque "está de moda". Puede que sea así en nuestro mundo
decadente, pero hay muy pocos en Cuba que tengan dinero para adoptar ese estilo
de vida incluso si quisieran. ¿Y por qué deberían querer?
Y hay muchos más coches y motos en las calles que nunca antes, y menos
bicicletas. La mayoría de los coches son privados y las piezas y la gasolina se
pagan en cuc. El precio de la gasolina es tan elevado como en Europa y el doble
o más que en Usamérica. Y el Estado vende bicicletas de China sólo en cuc.
La fuga de cerebros al mundo capitalista, que el gobierno califica de
lamentable, es un fenómeno en alza, pero también existe en el plano interno.
Cada vez hay más propietarios de vehículos –sobre todo de los viejos coches de
los años cincuenta– que los utilizan como taxis. Algunos lo hacen legalmente,
con licencia, pagando impuestos y seguro, pero muchos no lo hacen. Los taxistas
ganan más dinero en un día que un amigo mío en un mes, y eso que fue capitán de
la marina cubana y arriesgó su vida como infiltrado en la CIA. Conozco gente con
doctorado universitarios que eran directivos en medios de comunicación,
oficiales y otros profesionales que han dejado sus trabajos para poder ganarse
la vida haciéndose pagar en cuc como taxistas.
La doble economía y sus negativas consecuencias son tan galopantes que el
gobierno ha permitido que la industria cinematográfica se ocupe de ese asunto.
La película más reciente, Cuerno de la abundancia, trata de la avaricia y
la envidia que provoca la desigualdad. En vez de sacar esta conclusión, como
habría podido esperarse de una película estatal con orientación propagandística,
los espectadores no se dieron por aludidos.
Pero muchos de los medios no se ocupan de este problema o, al menos, no ofrecen
análisis o soluciones. El diario Juventud Rebelde publica una columna de
quejas de lectores sobre fallos específicos de agencias e instituciones, que en
general fustigan la ausencia de servicios y compensaciones. También hay unas
pocas revistas de pequeña tirada que a veces profundizan más, como La Gaceta,
El Caimán Barbuda o Caminos.
El Centro Memorial Martin Luther King publica Caminos y lo distribuye en
pesos. Puede hacerlo así porque recibe donaciones de gente solidaria como
Pastores por la Paz.
Mientras que la expresión "no cojas lucha" sigue siendo popular, algunos cubanos
están tratando de superar esta actitud antirrevolucionaria, generada por una
sorda estructura burocrática institucionalizada. El Centro Martin Luther King es
uno de los protagonistas de la lucha contra esa estructura. Su director, el
reverendo Raúl Suárez, es un hombre tan respetado que se ganó un puesto de
diputado en las elecciones a la Asamblea Nacional. Su centro es una casa
comunitaria, gestionada según los principios sociológicos participativos de
Paulo Freire, que trata de estimular a la gente para que se implique en
proyectos que mejoren su comunidad. Pero incluso si se trata de un progreso,
sólo hay ocho de estos centros en toda La Habana.
Los próximos 50 años
Cuando Fidel enfermó y dejó su cargo en el gobierno, Raúl ganó las siguientes
elecciones. Muchos lo consideran un innovador. Ha acrecentado algunos derechos,
como el de que cualquiera que posea divisas extranjeras pueda importar teléfonos
móviles, ordenadores, coches, etc., y alquilar lujosas habitaciones de hotel.
Pero eso no afecta a la mayoría de los cubanos. Hasta ahora, durante su mandato
y en parte debido a los peores ciclones de las últimas décadas, la distancia
entre los nuevos ricos y un sector relativamente pobre está en aumento. Hay
quienes creen que Raúl llevará al país hacia un destino similar al de China.
Entre los indicios de esta tendencia se encuentran la atribución de más tierras
a agricultores privados; más incentivos monetarios para productores agrícolas;
el aumento de la edad de la jubilación en cinco años (las mujeres hasta los 55
años y los hombres hasta los 60); más créditos y aumento del comercio con China,
país al que le compra desde baratijas fabricadas por trabajadores explotados a
modernos autobuses, trenes y toda clase de productos manufacturados para la
energía y las infraestructuras.
El hecho de que Cuba haya sobrevivido a la ira del imperialismo, mientras que
ningún otro país que haya intentado la vía socialista lo haya logrado (antes de
juzgar este detalle debemos observar cómo le va a Venezuela) es un milagro en sí
mismo y una razón para que los pueblos solidarios del exterior no se
desilusionen. Sin embargo, el 70% de la población nació después de 1959 y buena
parte de ella exige más resultados de los que está recibiendo. Esas exigencias
no se pueden aplacar cantando las virtudes de, por ejemplo, la sanidad universal
y gratuita, sobre todo cuando ésta es hoy peor que hace diez años, y ello debido
a que muchos trabajadores del personal médico están fuera en misión.
El éxito de una revolución exige un desarrollo permanente que pueda resolver las
necesidades básicas de viviendas adecuadas, alimentos y ropa, porque de otra
manera la gente busca soluciones en otra parte, como lo demuestra el hecho de
que tantos cubanos estén emigrando por motivos económicos. Y los que se quedan
están contentos de tener familiares que trabajan en el extranjero, en tierra
enemiga, porque éstos les envían parte de los beneficios que obtienen en la
economía explotadora del capitalismo. Ésa no es la mejor manera de enseñar a la
gente que el socialismo tiene más virtudes que el capitalismo.
La gente se pregunta, ¿por qué los mejores servicios y la mejor producción
provienen de los que ganan mucho dinero en moneda convertible? ¿No es esa una
prueba suficiente de que la privatización (el capitalismo) es más eficaz?
La respuesta se encuentra en depositar la confianza en los trabajadores para que
sean ellos quienes controlen granjas y fábricas; en eliminar la odiada e
incompetente burocracia; en insuflar un auténtico debate y un proceso de
decisión democrático. Es de señalar que ninguna clase trabajadora ha tenido
nunca realmente ese poder ni lo ha ejercido para construir el socialismo (o
cualquier otro sistema). Y la verdadera democracia es imposible sin que las
masas lleven la batuta. Quizá, tal como algunos interpretan las ideas de Marx,
esto no podrá suceder antes de que el capitalismo mundial sea derrotado y
eliminado para que pueda iniciarse la construcción del socialismo por parte de
la clase obrera. Las alianzas nacionales progresistas que están arraigando en
América Latina son un buen signo de que la supervivencia y el socialismo del
futuro crecerán sólo si se rechaza el capitalismo.
La crisis económica globalizada que se nos viene encima podría ser una excelente
oportunidad para que los trabajadores del mundo se olviden de cualquier solución
capitalista e inicien el proceso de transformación socialista. Pero eso requiere
sacrificio y lucha y quienes se impliquen correrán el riesgo de la prisión o la
muerte a manos de la policía de las clases pudientes y de soldados traidores.
También se necesitarán fuerzas revolucionarias preparadas. Por desgracia, mi
lectura personal de los tiempos actuales es que la mayoría de los trabajadores
no están preparados, lo cual significa que para resolver sus problemas
inmediatos podrían pasarse a la derecha, incluso al fascismo. La cultura del
miedo con sus guerras terroristas y su racismo en alza en las instituciones y
gobiernos de Europa, Usamérica y otros lugares podrían llevar al mundo a una
nueva era fascista.
Las nacientes alianzas en América Latina son la esperanza de un futuro de
independencia y de un renacimiento y un mejor socialismo en Cuba.