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La privatización de la seguridad en Guatemala
Andrés Cabanas
Albedrío
En Bowlin for Columbine, documental sobre el asesinato de 12 estudiantes y un
profesor en el Instituto Columbine de Colorado(ii), Michael Moore evidencia que
un lugar "sobrearmado" y sobreprotegido puede convertirse en peligroso e
inseguro. La afirmación se aplica rigurosamente al caso de Guatemala. Existen en
el país 218 empresas particulares de seguridad que emplean a 150.000 agentes,
18.600 Policías, 15.500 miembros del Ejército, tres mil de ellos involucrados en
tareas de seguridad interna, tres millones de armas ilegales en manos de
civiles, 50 millones de municiones vendidas cada año, en cifras aproximadas.
Lejos de un escenario de protección y seguridad, las muertes violentas se han
incrementado en los últimos años: 16 asesinatos diarios frente a menos de diez
antes de la firma de la paz. Según el Informe estadístico de la violencia en
Guatemala, "La violencia homicida ha aumentado más de 120% (…) Este
crecimiento equivale a un aumento mayor al 12% año desde 1999, superando
ampliamente el crecimiento poblacional que es inferior al 2.6% anual"(iii).
HOMICIDIOS EN GUATEMALA | ||||
Año | Número | Promedio día | ||
1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 |
3619 3998 3310 2655 2904 3230 3631 4237 4507 5338 5885 5781 |
9.91 10.95 9.06 7.27 7.95 8.84 9.94 11.60 12.34 14.62 16.12 15.83 |
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Fuente: Policía Nacional Civil |
Guatemala es así uno de los países más violentos en Centroamérica y el
continente. La tasa de homicidios (numero de asesinados por cien mil habitantes)
es de 43.3, la segunda tasa más alta en la región, después de El Salvador y
antes de Honduras (48.7 y 40.41, respectivamente(iv)). Por el contrario, en la
vecina Nicaragua es de 12.46, a partir, entre otros, de factores como la
restricción en la compra de armas y el control monopólico de la seguridad por el
Estado.
Violencia en tiempos de paz
La violencia camina a la par de la desregulación y la carencia de control sobre
las empresas privadas que prestan servicios de seguridad. Los Acuerdos de Paz,
específicamente el Acuerdo sobre Fortalecimiento del Poder Civil y Función del
Ejército en una Sociedad Democrática obligan a la reglamentación de las empresas
de seguridad y la posesión de armamento, bajo dos principios fundamentales:
1) Hacer más restrictiva la tenencia y portación de armas en manos de
particulares.
2) Transferir la responsabilidad en la materia del Ministerio de la Defensa al
Ministerio de Gobernación.
Sin embargo, estas iniciativas no logran prosperar: la obsoleta Ley de Policías
Particulares del año 1970 continúa siendo el marco normativo del trabajo de las
"policías privadas". En cuanto al control de armas y municiones, la propuesta
discutida hasta la fecha contraviene el espíritu regulador de los Acuerdos de
Paz: no diferencia entre armas deportivas, defensivas y ofensivas; otorga la
posibilidad de comprar hasta 300 municiones al mes; permite tres licencias por
persona y tres armas por cada licencia. Es decir, legitima la pistolización,
legisla para avalar lo que debería ser excepcional: "Una persona que compre
300 balas al mes tendría que disparar al menos 10 veces al día su pistola para
poder gastarlas. Este dato no concuerda con la idea de que quienes poseen un
arma para defensa propia solo la utilizan en casos excepcionales, por lo que no
adquieren más de un paquete de 50 municiones al año"(v).
Incluso la legislación estadounidense, considerada permisiva, establece límites
superiores a lo planteado en Guatemala: "El límite de compra para un
estadounidense es de 900 balas al año. Cada armería está obligada a registrar en
una computadora, que le facilita el Estado, toda compra de balas, con los datos
completos del cliente y su número de licencia de armas. Cuando un cliente común
empieza a acercarse al máximo permitido, el registro de la Secretaría de Estado
lanza una alerta, y la Policía lo visita para determinar en qué utiliza tantas
balas. La única posibilidad de un consumo tan alto es que se esté entrenando en
un polígono de tiro, lo cual debe demostrar con un carné de socio y un registro
de visitas al lugar"(vi).
La seguridad corporativa
La ausencia de control del Estado favorece intereses económicos corporativos. La
in-seguridad es, en sí misma, un muy lucrativo negocio. La Cámara de Seguridad,
organismo gremial que agrupa a los empresarios del ramo, facturó 1.200 millones
de quetzales durante 2006, con cálculos efectuados a la baja: si el Ministerio
de Gobernación, con 18.600 policías, tiene un presupuesto anual superior a dos
mil millones de quetzales, y el Ejército, con 15.500 efectivos, superior a mil
doscientos millones de quetzales, las empresas privadas de seguridad, con más de
100.000 personas contratadas, podrían facturar alrededor de diez mil millones de
quetzales. Esto convierte a los empresarios de la seguridad en poder económico
dominante y explica las múltiples resistencias para permitir control estatal
sobre dichos servicios.
Las empresas se vuelven además actores políticos decisorios: su influencia es
relevante en los discursos y programas de partidos políticos y de gobierno, como
la propuesta de mano dura contra la violencia dominante durante la pasada
campaña electoral. Se vuelven también determinantes en el organigrama de poder:
Carlos Quintanilla, exjefe de la Secretaría de Asuntos Administrativos y de
Seguridad, SAAS, encargada de la protección presidencial y financista del
partido de gobierno, es dueño de una importante empresa privada de seguridad.
Igualmente, el jefe de la SAAS durante la administración de Oscar Berger
(2004-2008).
Asimismo, la seguridad privatizada funciona bajo la lógica de defensa de
intereses particulares, la de los contratistas o propietarios de las empresas, y
no bajo la lógica de defensa del interés colectivo, fruto de consensos sociales
e institucionales. Empresarios, dueños de fincas, empresas mineras, contrabando,
narcotráfico, trata de blancas, adopciones ilegales y todo tipo de actividades
legales o fraudulentas, recurren a los servicios privados para favorecer sus
intereses, aliados en ocasiones con las fuerzas de seguridad estatales, en un
marco doctrinario de seguridad nacional y defensa del sistema político y
económico tradicional. La actual situación de inseguridad saturada de
armamento, representa la derrota del proyecto articulador e incluyente de los
Acuerdos de Paz, frente a la propuesta neoliberal de reducción del Estado y
sobre todo de subordinación de las instituciones a agendas privadas.
Casi cualquier persona o sector puede así ejercer la violencia, impunemente. En
Nueva Linda y El Corozo, durante la gestión del presidente Oscar Berger,
guardias privados participaron en el hostigamiento, secuestro y amedrentamiento
de campesinos, en complicidad con Policías, Ejército e instituciones encargadas
de impartir justicia: "El secuestro y desaparición de Héctor Reyes es uno de
los ejemplos concretos en este caso. El dirigente de los campesinos labriegos en
la Finca Nueva Linda fue detenido y desaparecido por los señores Virgilio
Casado, Carlos Vidal (dueños) y Víctor Chinchilla (jefe de seguridad de la
finca), el 5 de septiembre de 2003. Después de presentar las denuncias
correspondientes ante la PNC y el Ministerio Público de Retalhuleu y de sufrir
amenazas de los mismos finqueros, los campesinos y campesinas deciden tomar la
finca el 13 de octubre del 2003, con el único objetivo de exigir la aparición
con vida de Héctor Reyes y la aplicación de la justicia. Aunque las
investigaciones del Ministerio Público alrededor del secuestro de Héctor Reyes y
la responsabilidad de los terratenientes no avanzaron, la orden de desalojo se
emitió desde la Fiscalía Distrital de Coatepeque, respondiendo abiertamente a la
presión y los intereses de los finqueros. El 31 agosto de 2004 el gobernador
departamental Carlos Ernesto Quintana Sarabia señala que el desalojo se hará en
orden precisa del presidente de la Republica Oscar Berger. Aproximadamente a las
9:00 am, mas de 1100 elementos de la Policía Nacional Civil entran a la finca
sin que el diálogo haya terminado y se inicia la persecución de los campesinos
dejando el saldo de 13 muertos: 9 campesinos (entre ellos tres menores de edad)
y cuatro elementos de la PNC"(vii).
En este marco, la privatización de la seguridad es funcional a un modelo
económico y político excluyente. El Estado guatemalteco, configurado a partir de
la explotación, marcado por la desigualdad y dominado por las elites, permite y
avala el armamentismo y legitima la privatización de la seguridad, aún a costa
de la marginación de las instituciones estatales.
Después de la firma de los Acuerdos de Paz, la necesidad de reducción de los
efectivos del Ejército, la reacomodación de la institución al posconflicto y los
graves señalamientos de genocidio contra oficiales y la institución en sí,
aconsejaron transferir el ejercicio de la seguridad a instituciones y grupos
privados: "los principales dirigentes y gestores de las empresas privadas de
seguridad son exmiembros del Ejército, en un 75% y ex policías, en un 25%",
afirma el documento Privatización de la seguridad en Guatemala(viii).
Sin embargo, instituciones de seguridad estatal fuertes pueden volver a ser
necesarias en momentos de conflictividad social, como la generada alrededor de
los proyectos mineros, hidroeléctricos, de producción de etanol en detrimento de
la soberanía alimentaria.
Pocos meses después de la matanza de Columbine, la Asociación Nacional del
Rifle, ANR, celebró un Congreso en Denver, población cercana. Charlton Heston,
su presidente entonces, afirmó que la mayoría de muertes por arma de fuego en
Estados Unidos obedecían a la "mezcla étnica" existente. La ANR postula como "derechos
inalienables del individuo ciudadano americano", los relacionados con "adquirir,
poseer, coleccionar, exhibir, transportar, llevar consigo, transferir propiedad,
y disfrutar el derecho de usar armas, para que la gente pueda siempre estar en
posición de ejercer sus derechos individuales legítimos de auto-preservación y
defensa de la familia, persona, y propiedad, al igual que servir efectivamente
en milicias apropiadas para la defensa común de la república y las libertades
individuales de sus ciudadanos"(ix).
Si Chartlon Heston levantara la cabeza, encontraría en Guatemala su paraíso.
(i) Artículo aparecido en Revista Pueblos, número 35, diciembre de 2008.
(ii) Columbine es el nombre de una escuela secundaria situada en el Condado de
Jefferson, Colorado, conocida por el asesinato masivo que tuvo lugar el 20 de
abril de 1999. Es el tercer peor asesinato escolar en la historia de Estados
Unidos tras la masacre de Virgina Tech en 2007 y la masacre en la Universidad de
Texas en 1966. Dos adolescentes, Eric Harris, de 18 años de edad, y Dylan
Klebold de 17, entraron en la escuela, de donde eran alumnos, armados con dos
escopetas (una de ellas recortada), una carabina Hi-Point 995 semiautomática de
calibre 9 mm, una pistola Tec 9 semiautomática de calibre 9 mm, varios
dispositivos explosivos caseros y una bomba compuesta por un tanque de propano
de 9 kilogramos; los adolescentes, antes de suicidarse, realizaron numerosos
disparos en la cafetería y en la biblioteca de la escuela, asesinando a 13
personas (12 alumnos y un profesor) e hiriendo a 24 alumnos.
(iii) Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, diciembre de 2007.
(iv) En www.ocavi.com/docs_files/file_378.pdf.
(v) En www.prensalibre.com/pl/2008/abril/14/224601.html
(vi)En www.prensalibre.com/pl/2008/abril/ 14/224601.html
(viii) En www.pangea.org/epueblos/index.php?option=com_
content&task=view&id=186&Itemid=2 Misión de Verificación de las Naciones Unidas
en Guatemala, 2002
(ix) En www.nraespanol.org/mission.asp