Latinoamérica
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Cuba, 50 años después
Malime
La revolución cubana después de 50 de lucha y de boicot supervive.
En mayo de 2006 tuve la oportunidad de conocer aquel maravilloso país, asistí
invitado a la celebración de las III Jornadas sobre la obra de Carlos Marx y los
desafíos del siglo XXI.
Mi ponencia: " Vías parlamentarias y
extraparlamentarias en las luchas de clases de hoy. La interrelación dialéctica
de la forma de lucha por el poder, como forma de poder
", puede encontrarse en esta dirección:
http://www.nodo50.org/cubasigloXXI/congreso06/ponencias06.htm
Pude apreciar cosas que me impactaron, la alegría de un pueblo, dicharachero y
parlanchín, sobre todo el pueblo joven. Lo que me lleno de esperanza en la
continuidad del proyecto revolucionario. Máxime cuando después del discurso de
Fidel Castro en la universidad el 17 de noviembre de 2005, denunciaba que el
peligro de la revolución no provenía del exterior, sino del interior.
Ello ha supuesto que se abran grandes debates, algunos de ellos muy críticos. En
esa línea de crítica constructiva, sin aludir directamente a Cuba iba mi
ponencia, la cual no debió sentar muy bien en ciertos sectores del aparato
burocrático administrativo. Aunque sí en jóvenes cubanos y venezolanos que
después de oírla, y dado el limitado tiempo de 10 minutos concedido a cada
intervención, me pidieron tener una reunión con ellos para que se la ampliara e
intercambiar opiniones, cosa que con mucho gusto acepté y nos permitió debatir
hasta altas horas de la madrugada; sobre lo que es la democracia directa de
abajo arriba y la democracia delegada en la clase política. Las formas en que la
burguesía se organiza como clase dominante y la forma alternativa de los
trabajadores cuando toman el poder. Como decían Marx, Engels y Lenin, los
trabajadores una vez organizados como clase dominante, son ellos desde cada
nivel de poder popular los que legislan, ejecutan y controlan directamente las
medidas políticas, productivas y administrativas, de forma permanente, pudiendo
revocar en cualquier momento a los cargos electos elegidos a todos los niveles
de gestión política-productiva.
En mi visita me chocaron cosas que ya me sorprendieron en la visita que hice a
Moscú en noviembre de 1967 cuando como componente de la delegación de Comisiones
Obreras, fuimos invitados al 50 aniversario de la revolución rusa. La diferencia
existente en el estándar de vida entre los aparatichis y el conjunto del pueblo.
Las diferencias entre la Habana vieja y los residentes en Vedado. Ello me
resultaba difícil de comprender, dada la moral comunista que conocía de Lenin,
que no aceptaba ningún privilegio por su estatus de dirigente. Recuerdo lo que
contaba una vieja mujer que enseñaba el cuartel general de la revolución, cómo
Lenin se ponía a la cola a la hora de comer, y cómo rechazaba el ofrecimiento de
los camaradas que estaban en la cola delante para cederle el paso al comedor.
Si bien es cierto que en la fase socialista de la revolución, la máxima de dar a
cada uno según lo que produce, también es cierto que ello se refiere al pueblo
en general que no tiene suficiente formación y conciencia comunista, lo que no
se explica es que esa máxima se la apliquen los comunistas, que en todo momento
tienen que ser ejemplo de solidaridad y moral comunista. Una moral comunista
hecha conciencia material visible mediante el ejemplo permanente.
En Cuba desde altos estamentos se escuchan grandes discursos moralistas, sobre
la necesidad del trabajo, la defensa del proceso revolucionario y el perseguir a
los ladrones, pero si no existen cauces de democracia directa y participativa en
el proceso político-productivo que permita a los trabajadores sentirse dueños de
las fábricas, difícilmente los discursos moralistas harán efecto, los
trabajadores no sentirán suyas las empresas, lo mismo que no la sienten los
trabajadores en las empresas capitalistas. El robo de gasolina, tabaco y otros
artículos que algunos trabajadores roban y luego revenden en el mercado negro se
podrá perseguir, pero difícilmente evitar que se sigan produciendo.
Es posible imaginar, por poner un ejemplo no ya en un país socialista, sino en
un país capitalista, que trabajadores que se organizan y constituyen una
cooperativa, alguno de sus miembros pudiera robar sin ser controlado y
denunciado por los demás miembros dueños de la cooperativa.
Podemos imaginar que en la URSS, si los trabajadores en vez de que las fábricas
estuvieran en manos de los aparatichis del partido, estuvieran bajo el control
directo de los trabajadores, que finalmente esas fábricas fueran privatizadas, y
el país de socialismo burocrático pasara a ser capitalista, a ser la esencia del
burocratismo, a como decía Lenin: "una de las características principales del
capitalismo es el burocratismo".
También en mi viaje, pude comprobar las semejanzas que existían entre
extranjeros aduladores "defensores de la revolución", con los pro-soviéticos
burocráticos que aprovechaban sus relaciones con los aparatichis para ser
invitados a eventos o simplemente el de disfrutar de unas vacaciones, sin
ninguna preocupación por ayudar a la revolución desde una crítica constructiva.
La esperanza sobre Cuba reside, en contra de lo que sucedió en el llamado
Socialismo Real, en que el propio Fidel ha sido el primero en fomentar la
autocrítica y que ello ha supuesto el debate en la calle, cosa que no sucedió en
la URSS y los demás países burocrático-socialistas.
Es de confiar que este problema que destacó Lenin sea superado: "…el problema
del Estado es uno de los más complicados y difíciles, tal vez aquel en el que
más confusión sembraron los eruditos, escritores y filósofos burgueses".
Confiemos en que en algún momento se comprenda la unidad dialéctica del ser
humano liberado del trabajo enajenado actuando en toda su integridad
política-productiva, administrando directamente el poder, acabando con la
división existente en la sociedad capitalista y el socialismo burocrático, que
divide a los seres humanos en sociedad civil y clase política.
Fuente: lafogata.org