Latinoamérica
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Un mal viejo y añejo
¿Aún existe racismo en Brasil?
Rodrigo Menitto
APM
Pasado más de 100 años del final de la esclavitud, muchos indicios hacen notar que los negros y los mulatos aún son discriminados. El Estado, los medios y el mercado laboral en la mira.
En los años 40 y 50 del siglo pasado se constituyó la idea que en Brasil
existía una "democracia racial", un concepto que pretendía hacer
creer en una coexistencia pacífica y harmoniosa entre razas con oportunidades
iguales para todos.
Recién en los años 60 y 70 los movimientos negros comenzaron a luchar contra
esta idea y a colocar en evidencia no sólo el racismo en Brasil, sino a
revalorizar el ser negro. En 1971 fue instituido por la ONU (Organización de
las Naciones Unidas) el Año Internacional para Acciones de Combate al Racismo y
la Discriminación Racial, dentro de este marco con manifestaciones se
propuso el 20 de noviembre como el Día Nacional de la Conciencia Negra.
La fecha es en homenaje a la muerte del mayor líder negro del país: Zumbi dos
Palmares. Al norte del país, en el estado de Pernambuco, esclavos escapados
de las haciendas conformaron y defendieron durante 100 años una tierra libre que
llamaron Quilombo dos Palmares. Zumbi fue su máximo jefe militar y político que
combatió a los portugueses entre 1672 y 1695.
En ese marco, el primer problema que enfrentan las personas que sufren el
racismo es cuando ellas mismas deben auto definir su color de piel.
En 1995, en una encuesta realizada por la empresa Datafolha (perteneciente al
diario paulista Folha de Sao Paulo) los entrevistados respondieron que se
consideraban en un 50 por ciento blancos. Actualmente, realizada la misma
pregunta, el 54 por ciento se considera negro o mulato. Hay
principalmente dos factores que mudaron radicalmente dicho porcentaje.
La tasa de hijos de mujeres negras y mulatas siempre fue superior a la tasa de
las mujeres blancas, pero principalmente las conquistas de los sectores negros
hacen que se revindiquen con orgullo su color de piel.
Para el sociólogo José Luiz Perucelli, del IBGE (Instituto Brasileño de
Geografía y Estadística), contribuyó para el proceso de revaloración de
identidad. "Lo que antes no entraba en los padrones de belleza o prestigio y
era desvalorizado, hoy cambió" dice en referencia a las acciones que
beneficiaron el ingreso de negros y mulatos a la universidad.
La historiadora de la USP (Universidad de San Pablo) Lilia Moritz Schwarcz
no duda en afirmar que "todo brasileño se siente como una isla de democracia
racial, rodeado de racistas por todos lados". Para el 91 por ciento de los
entrevistados, los blancos tiene prejuicios contra los negros, sin embargo sólo
un 3 por ciento (excluyendo a los negros y mulatos) admiten tal hecho.
Como aspecto positivo, desde 1995 bajó de un 22 para un 16 por ciento las
personas que se sintieron discriminadas por su color de piel.
"Las cosas cambiaron, pero no mucho. Las personas reaccionan más a las frases
prejuiciosas, como se estuvieran vacunadas. Es positivo ver que existe una
mayoría consciente, pero es preocupante constatar que la ambivalencia se
mantiene. Parece que los brasileños tiran cada vez más el prejuicio para el
otro. `Ellos son, pero yo no`", afirma la historiadora.
En un mismo sentido la socióloga Fernanda Carvalho del IBASE (Instituto
Brasileño de Análisis Sociales y Económicas) confirma la tesis afirmando que
"no dejamos de ser un país con fuerte racismo, pero evolucionamos. No se
discutía tanto la cuestión del negro. Hoy, las personas están comprendiendo
mejor el tema y tienen más consciencia de que el prejuicio es un valor negativo".
El acceso de la población a la educación ha cambiado bastante esta visión
negativa. Era y sigue siendo común escuchar por las calles brasileñas que los
negros son buenos únicamente para el futbol y la música. Pero sólo un 5 por
ciento con estudios superiores creen en ello, para los que no concluyeron la
primaria el porcentaje sube al 31 por ciento.
En estudios desarrollados por la ONU, el Índice de Desarrollo Humano,
hace comparaciones sobre las diferencias de los ingresos de negros y blancos. En
1987 una mujer negra recibía, promedio, un 38 por ciento de un sueldo de un
hombre blanco. Vente a años después el porcentaje llega a un 56 por ciento.
Pero cuando se compara entre hombres los avances fueron menos significativos. En
1987 un hombre negro ganaba 58 por ciento de lo que ganaba un hombre blanco. En
2007 el porcentaje pasó a un 62 por ciento.
Ahora, si los números los trasladamos para el 10 por ciento de la población más
pobre, los negros y mulatos conforman el 68 por ciento del total.
El racismo brasileño está embebido de una fuerte asociación entre el color de la
piel y una condición social esperada o deseada. Una correlación que actúa en los
diversos momentos de la vida social, económica e institucional.
En sus 20 años como médico, Eudes Freire, vivió innumerables situaciones que
refleja su condición profesional como excepción. Nunca falta el paciente que
lo para por el pasillo del hospital llamándolo de enfermero para saber si el
médico ya está atendiendo. Como una vez que un chico de siete años, acompañado
por el padre, al verlo exclamó: "¡Pá, el médico es negro!".
Freire es parte de una minoría de 9,7 por ciento de negros que ejerce la
medicina. Y no es para menos, en la encuesta de Datafolha el 51 por ciento de
los entrevistados dijeron no conocer ni siquiera un profesor negro.
Este fue el principal problema apuntado por los sectores negros en Brasil: las
grandes dificultades en conseguir trabajo. El IBGE constató que dentro del 92
por ciento de las profesiones, los blancos ganan más que los profesionales
negros. En 2007, un abogado que se declaró blanco ganó en promedio mensual
de 2.911 reales; un mulato 2.304; un negro 2.243.
En lo que se respecta al desempleo, en 2006, hombres blancos tienen una tasa de
5,6 por ciento, mientras que en los negros es de un 7,1 por ciento. Para las
mujeres la diferencia aumenta en el sector del trabajo informal (no registrado)
donde las blancas tuvieron 47,4 por ciento, las trabajadoras negras tuvieron un
62,7 por ciento.
Otros datos de IBGE muestran que la renta promedio de los trabajadores
blancos es de 977 reales, casi el doble de los negros y mulatos que llega a 506
reales. Estos números no son necesariamente resultado de una discriminación
racial y si de las posibilidades de instrucción de este sector.
En el mundo empresarial es algo todavía más notorio, donde las dificultades
enfrentadas por los negros y mulatos son notorias. Carlos Eduardo Santos, 53
años, es dueño de una universidad en el estado sureño de Paraná. Su visión
explica como se transformó el racismo brasileño que "no está disminuyendo,
sólo está disimulado; y el racismo disimulado es el peor".
Por otro lado, el ingeniero Nelson Narciso Filho, 53 años, director de la ANP
(Agencia Nacional de Petróleo) cuenta: "nunca encontré un negro en un
puesto de director en las empresas en la que trabajé (...) Acá la cosa es peor
que en los Estados Unidos".
"En Brasil, no existe un negro en la presidencia de una empresa como la
Amercian Express ni un vice-presidente en la IBM. En el mundo corporativo,
Brasil es el más racista que el propio Estados Unidos", explica José
Vicente, 48 años, rector de la Unipalmares (Universidad Palmares).
Brasil, como muchos países de América Latina, produce un gran número de
telenovelas, donde negros y mulatos asumen personajes muchas veces negativos. En
este aspecto las opiniones se dividen en partes muy iguales.
Mientras que el 31 por ciento dicen que los negros aparecen como realmente
viven, el 27 por ciento creen que son retratados de forma más positiva de lo que
realmente viven y el restante 33 por ciento de forma negativa.
Bajo este aspecto, los cambios en la política estatal comenzaron a darse
tímidamente en los años 90 con el gobierno de Fernando Henrique Cardoso.
Así lo afirma el sociólogo Carlos Hasenbalg, profesor jubilado del IUPERJ
(Instituto Universitario de Pesquisas del Río de Janeiro):
"Un punto de ruptura fue 1995, cuando por primera vez se admite, desde la
Presidencia de la República, la existencia de racismo en Brasil. Y se comienza
la implementación de una serie de programas para promover la igualdad racial".
Durante el gobierno de Cardoso se sancionó la ley que reconoció a Zumbi dos
Palmares como héroe nacional (no en la práctica como feriado nacional como a los
demás héroes brasileños), y se crearon grupos ministeriales para desarrollar
políticas a favor de los negros y mulatos.
Por su lado, el actual presidente Luiz Inácio Lula da Silva, en visita
oficial a la isla Gorée, en Senegal, pidió perdón por el tráfico de esclavos,
creó la Secretaria Especial de Promoción de la Igualdad Racial, e indicó a
Joaquim Barbosa como juez la Suprema Corte Federal (primer negro en asumir dicho
cargo).
Además, durante su gestión se sancionó la ley que incluye en los planes de
estudio de las escuelas de forma obligatoria la materia Historia y Cultura
Afrobrasileña.
La representación política en las Cámaras también es un reflejo de lo mucho que
falta por hacerse respecto al tema. De los 513 diputados electos en 2006,
apenas 46 son de origen negro o mulato y de los 81 senadores sólo 4 se
autodefinen como negro o mulato. Lo mismo ocurre en el poder judiciario donde de
los 68 jueces de la suprema magistratura apenas dos son negros.
Por otro lado, cabe recordar que desde 1888 con la proclamación de la Ley Áurea
que puso fin formalmente a la esclavitud. Sin embargo, recién en los últimos 20
años se llevaron a cabo -tímidamente- acciones concretas para revertir las
desigualdades raciales en Brasil.
Pese a esto, lo que antes era negado a los esclavos porque no eran considerados
seres humanos, de alguna manera, en la actualidad se les es negado la condición
de ciudadanos. Si antes eran las pesadas cadenas, hoy son obligados a aceptar
una pobreza extrema que les restringe la educación, la salud y el trabajo digno.
Entre otras cosas…