Latinoamérica
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En Bolivia la liza llega al cielo
Alejandro Dausá
En Bolivia, a poco más de dos semanas para el referéndum por la nueva
Constitución Política del Estado, son pocos los que aún piensan en analizar con
detalle su texto; en todo caso la hora de los debates quedó atrás, y llegó en
cambio el momento de la contienda de consignas. La cuestión es apelar a
sentimientos, llegar a los imaginarios, estremecer corazones, conmover.
Como calco y copia de estrategias ya ensayadas con escaso éxito en Venezuela y
Ecuador, los grupos de poder locales se decidieron a jugar a fondo una de sus
últimas cartas: la de la religiosidad. En los países mencionados sus mandatarios
se mueven con holgura en ese ámbito, e incluso manejan, elaboran y proponen
análisis de la realidad a partir de categorías teológicas impecables,
fundamentadas en principios del cristianismo liberacionista. No es el caso
boliviano, en el cual esa dimensión fue descuidada, o probablemente hasta
menospreciada por los responsables de trazar pautas desde el gobierno.
En las ciudades de Sucre y Santa Cruz, que son parte de la ahora menguante Media
Luna opositora, se organizaron en estos días concentraciones públicas por el NO
con fuerte énfasis en símbolos y discursos religiosos. A la primera acudieron
cuatro prefectos (gobernadores) que contaron con la presencia y respaldo del
arzobispo católico del lugar, Jesús Juárez. El aporte evangélico fue provisto
por un ex cantautor, devenido predicador musical. Si bien el evento se
publicitaba como una jornada "por la defensa de la fe", en la práctica se
transformó en burdo acto proselitista. Una foto antológica, muestra a esas
cuatro autoridades en pose angelical, portando cirios encendidos. Nadie creería
que son los mismos que hace pocos meses apostaron a la desintegración del país,
promoviendo la violencia, alentando y organizando saqueos, destrucción de bienes
públicos, y una masacre de campesinos.
En Santa Cruz la jerarquía católica tuvo el tino de no asistir, pero hubo en
cambio notable presencia protestante, con bandas electrónicas y un
pastor-exorcista que se ocupó de presentar a Evo Morales como una reencarnación
del mismísimo demonio, y a la Nueva Constitución como puerta de entrada para
toda clase de males. Una inmensa gigantografía proponía una diáfana síntesis del
mensaje. Se podían observar ahí grandes fotos de la portada (tachada) del nuevo
texto, la portada de una Biblia, y una imagen clásicamente anglosajona de
Jesucristo. Debajo, en grandes letras, la consigna: "Elija a Dios-vote por el
NO". Dicha consigna se reitera en un spot televisivo en el cual se contrapone la
imagen de Evo vestido a la usanza indígena, con la de Jesucristo, mientras
detrás de un ejemplar del texto constitucional arden llamas infernales.
Con franco tono escatológico, la derecha política intenta conmocionar los
sentimientos de un pueblo profundamente religioso, advirtiéndole que se trata de
la lucha entre el Bien y el Mal, y que de triunfar el SÍ el indio-presidente
obligará a todos los bolivianos a adorar a la Pachamama, a renunciar a la patria
potestad, a abominar de la fe cristiana, a cerrar escuelas confesionales,
fomentará el matrimonio entre personas del mismo sexo, el aborto, el comunismo,
y un etcétera que sólo encuentra límites en la imaginación desbocada, que se
atiza sistemáticamente desde los grandes medios de comunicación.
Este tránsito hacia lo religioso demuestra la desesperación que sufren los
sectores de poder, pero además la ausencia, reconocida por ellos mismos, de
estrategias comunicacionales efectivas. Por ejemplo, invirtieron dos años largos
en promover las autonomías regionales machacando a la opinión pública con la
palabra SÍ, y ahora se ven obligados a realizar piruetas para promocionar el NO,
lo que les obligó a derrochar millones de pesos en carteles, camisetas, banderas
y pancartas que han tenido que desechar por inútiles. En otra extraña voltereta,
deben renegar de sus propios proyectos autonómicos, ya que ahora sí las
autonomías se insertan en el marco legal del nuevo texto constitucional, lo cual
los conmina a negar rotundamente las afirmaciones que hacían hasta hace poco.
Para expresarlo en pocas palabras, construyeron dos poderosos símbolos que hoy
enarbola el enemigo.
Más allá de estas anécdotas de última hora, y a la luz del mencionado recurso a
lo religioso para desprestigiar el proyecto popular, los resultados del
referéndum serán también un interesante indicador del peso e influencia real que
tienen en la actualidad ciertas jerarquías y discursos eclesiásticos aferrados a
teologías neocoloniales, empecinadas en mantener inamovibles las estructuras de
una sociedad excluyente y los privilegios de unos pocos.