Argentina, la
lucha continua....
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Una declaración de guerra contra América Latina
Ángel Guerra Cabrera
En la reciente Cumbre de UNASUR sobre la instalación de las bases
militares de Estados Unidos en Colombia, el mecanismo de integración
suramericano continuó consolidándose como espacio reconocido por todos los
gobiernos para el debate y la concertación política regional.
Hay ideas rescatables en las intervenciones de casi todos los presidentes, que
se esforzaron visiblemente en trabajar como equipo en una atmósfera cordial sin
dejar de exponer al mismo tiempo sus puntos de vista pero las intervenciones de
Hugo Chávez, Rafael Correa y Evo Morales marcaron un hito fundamental por su
solidez argumentativa y conceptual, desnudando a Estados Unidos en su condición
histórica y estructural de potencia agresiva e intervensionista a escala mundial
y cuestionando su discurso falso e hipócrita sobre el narcotráfico y el
terrorismo. Correa demolió las justificaciones que intentó dar Uribe a las
nuevas bases, demostró el fracaso del Plan Colombia en su objetivo de contener
el narcotráfico y cómo se ha elevado la eficacia de Venezuela, Bolivia y Ecuador
en la lucha contra ese flagelo desde que expulsaron a la DEA de sus países.
Chávez aportó profundidad al debate al leer a sus colegas reveladores fragmentos
de un documento académico estadounidense que analiza la proyección del poder
militar aéreo hegemónico de Estados Unidos en la región y en el mundo y en este
contexto asigna un papel de primer orden a Palanquero, una de las nuevas siete
bases yanquis en Colombia; recordó también con ejemplos irrefutables la
complicidad de Bogotá con el golpismo y la sedición en Venezuela. Evo fue muy
auténtico y convincente al relatar su experiencia con la política injerencista y
represiva de Washington, primero como líder cocalero y luego como jefe de
Estado, y al igual que Chávez y Correa se opuso resueltamente a la instalación
de las bases de Estados Unidos. Es inteligente su propuesta de prohibir todas
las bases militares extranjeras en la región. No es casual que estos tres
hombres hayan promovido enérgicamente y, a la par, sean fruto, de los tres
grandes procesos constituyentes latinoamericanos de honda raíz popular.
Se ha dicho acertadamente que Uribe quedó aislado en la reunión pues resultó
inequívoca la preocupación expresada por la mayoría de los líderes regionales
sobre la instalación de bases militares en Colombia. También es cierto que esto
no parece quitar el sueño al presidente colombiano, quien actúa de forma
desafiante como una suerte de emisario oficioso del Comando Sur y la IV Flota,
paladín regional de la guerra global contra el terrorismo. A la personalidad y
el papel de Uribe en América Latina como caballo de Troya del imperio dedicaré
un artículo próximo pues puede resultar provechoso discutir las características
y raíces del único caudillo político relevante que ha dado la derecha
latinoamericana en los últimos años.
Pero el debate sobre las bases yanquis está lejos de haber concluido. Por lo
pronto están citados este mes los ministros de relaciones exteriores y defensa
de UNASUR con la encomienda de presentar un informe a los presidentes sobre esta
situación. Lo que está muy claro es que las bases son un hecho consumado e
irreversible por el momento pues ya está firmado el convenio respectivo entre
Colombia y Estados Unidos por más que se haya hecho en violación de varios
artículos de la Constitución colombiana. La batalla en UNASUR es muy importante
y debemos estar atentos a su desenlace pero la única que puede desmantelar esas
bases es la que deben dar los pueblos latinoamericanos contra esta amenaza tan
grave. Mientras más se piensa el asunto más cuenta nos damos que estas nuevas
bases son una virtual declaración de guerra de Estados Unidos contra América
Latina. Sí, nada menos que con Barack Obama en la Casa Blanca.