Argentina, la
lucha continua....
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Un Rosario de orfandad
Néstor Sappietro
La información llega desde Rosario, y cuenta que las pibas que viven en la calle aumentaron un 60 por ciento en el último año.
Las cifras hablan de niñas de entre 12 y 16 años arrojadas a la intemperie.
Esto sucede en la ciudad que algunos llaman ampulosamente "la Barcelona argentina".
La misma Rosario que cada tanto se postula como capital de algo.
Desde 1868, 1869 y 1973; cuando aspiró a ser declarada capital de la República por el Congreso Nacional, se la declamó capital varias veces: por prepotencia popular, por necesidades oficiales o por intereses privados.
La lista de postulaciones es interminable: Capital de los cereales, de la mafia, del peronismo, del fútbol, del helado artesanal, del shopping, de la construcción, de la república sojera, de la poesía, de la luna llena... y podríamos seguir hasta cansarnos.
En fin, el deseo de ser capital de alguna cosa se transformó en un viejo trauma que arrastra la ciudad y que con los años se acentúa.
La multiplicación de pibes que deambulan las calles de Rosario hace pensar que no faltará quien se anime a postularla como capital de las desigualdades.
De un lado, las luces, la luna llena, los fastuoso centros comerciales... y ahí nomás, la noche oscura, el desabrigo, la mendicidad...
La crónica tomó el testimonio de una de las pibas sin techo que caminan las calles de Rosario. Celeste, tiene 15 años y está embarazada.
Celeste duerme en una plaza céntrica sobre unos cartones que por la noche se disfrazan de precario colchón. Por la mañana andará como siempre: pedirá una moneda, intentará vender tarjetas en el bondi, se encontrará con el desprecio, la indiferencia, el frío, el hambre, el miedo... "Vienen los tipos, te ven solita y te pueden hacer millones de cosas"; y cuando la tristeza le caiga encima, se acariciará el vientre buscando algo bueno con que soñar...
Marcela Lapenna, directora del centro de día de la asociación Chicos, señaló que "creció el números de chicas que duermen en la calle y es necesario que el estado de una respuesta orgánica". Además advirtió que la escasez de lugares para niños y adolescentes en riesgo acentúa el problema. La situación se complica más aún si se trata de mujeres, ya que el único centro de noche estatal que existe es para varones.
Celeste elige mirar hacia delante, porque atrás solo encuentra una niña expulsada de su casa en situación de violencia, su tránsito por el Hogar del Huérfano donde "te tratan mal, te hacen estar horas leyendo letras y si no te las aprendés te dejan sin comer. Hay maestras que te agarran de los pelos o te arrancan las orejas..."
La directora del centro de día también cuestionó el estado de muchos lugares destinados a recibir niñas, a los que calificó de "nefastos" porque "tienen pésimas condiciones de higiene y no contienen ni escuchan" a las chicas que alojan. "Tienen una lógica: tratar de sacárselos de encima lo antes posible".
Celeste elige mirar hacia delante, y asegura que sus adicciones quedaron en el pasado; "consumimos mucha marihuana, pastillas y si alcanzaba cocaína también. La tomaba con alcohol y quedaba dada vuelta todo el día... pero ya no. No quiero que le pase nada a mi bebé".
Anhela ser una buena madre y se anima a proyectar un futuro para su bebé, "quiero que vaya a la escuela, que haga la primaria y toda la secundaria. Yo no fui, nadie me llevó. Ya te digo: nunca tuve a nadie que me quisiera. Pero él sí, él va a estudiar".
Ojalá llegue el día en que los sueños de todas las Celeste que caminan con miedo, frío y hambre las calles de las grandes ciudades se hagan realidad.
Para que eso pase habrá que modificar la agenda de prioridades.
Mientras tanto, la otrora capital de los cereales, se quedó sin pan para cientos de pibas.
Mientras tanto, la ciudad que se promocionara como capital de la construcción, multiplica soledades en sus niñas sin techo.