Argentina, la
lucha continua....
|
Es urgente redistribuir la palabra
Sergio Peralta
Alai
Pocas veces, la República Argentina se ha visto atravesada, como lo está siendo
hoy, por aires que tienden a desvirtuar la información o "en el mejor de los
casos a callarla". Los mal llamados medios de comunicación, son empresas
económicas y financieras que usan a sus distintas patas elefantiásicas apoyadas
en lo gráfico, lo radial, lo televisivo, lo digital, para fijar posiciones que
tienen más que ver con los intereses empresariales que con la misión de
informar.
Toman posiciones y modelan el relato de la gente de una manera tosca y
descarada. La comunicación de las acciones públicas no tienen modo de llegar y
dependen de los humores y de la trama de los multimedios. De esta forma el
sujeto social se ve imposibilitado de defender los cambios que favorecen a sus
intereses.
Pero para entender de alguna manera el proceso deberíamos darle una mirada al
origen más reciente de la causa. Seguramente la punta del ovillo se pierde en
los primeros pasos del país. Contarlo excede largamente el espacio de esta
escritura y la paciencia del que lee esto.
La sociedad argentina se vio desbastada por la década del 90. Los diez años de
Carlos Saúl Menem al frente del Ejecutivo Nacional llevaron al país al borde de
la dependencia económica-financiera de las angurrientas empresas
multinacionales. Claro está que sin el nefasto accionar de los militares y
civiles genocidas que participaron del golpe de 1976 hubiese sido imposible
llevar adelante la implantación del modelo neoliberal que se venía perfilando
Nos creímos en el primer mundo, en su discurso triunfante, el Gobierno hizo de
la mente de no pocos argentinos una caja llena de especies de la India, los
bolsillos llenos de galletas de Viena. El lomo a la pimienta era solamente lomo
si la pimienta era de Cayena. Nunca hubo tantas zapatillas importadas, ni tantos
perfumes franceses, ni tantos argentinos viajando por el mundo gastando los
pesos que valían uno a uno con el dólar. Los medios masivos de comunicación
alentaban la gran fiesta. Sus dueños pasaron a ser socios de empresas que nada
tenía que ver con la información. Los periodistas estrellas, chupa medias del
poder, viajaban en aviones privados, privados de toda ética profesional,
privados de todo sentido de autocrítica. Claro, el banquete estaba servido y
había muchas servilletas para ponerse al cuello. Nuevamente estábamos a la
búsqueda de Trapalanda, la mítica ciudad de los Césares que los invasores
coloniales soñaban encontrar en la inmensa Cordillera de Los Andes. El
individualismo fue uno de los objetivos a cumplir, el plan necesitaba de gente
sola, como objeto social, para aplicarse.
Con la debacle generada por el Presidente De La Rúa, la Argentina quedó en la
calle. Nunca un apellido significó tanto una situación. Bajamos por un tobogán y
nos vimos parados en Latinoamérica. Éramos nuevamente "sudacas", adiós brillos.
Claro que aquellos que tenían en su poder la pasta de pulir se quedaron con todo
la que pudieron y más.
Cuando asumió Néstor Kirchner como presidente, había perdido con Carlos Saúl
Menem, los argentinos habían vuelto a votar al artífice del país de cartón
pintado. Es esta una clara muestra de cómo los medios asociados a quién los
había favorecido anteriormente, trabajaron sistemáticamente para instalar en el
imaginario colectivo la figura exitosa de "su candidato" y lograr que nuevamente
se votara como consideraban favorable a sus "necesidades". Menem, sabedor de que
en segunda vuelta perdía decidió no presentarse.
La política llevada adelante, primero por Néstor Kirchner y luego profundizada
por Cristina Fernández ha hecho que lo más rancio de la sociedad argentina se
sienta molesta. Los intereses de la gauchocrasia tienen un sentido opuesto al
del resto de la sociedad. Y es que han logrado sumar en su disputa a sectores
que jamás pisaron una bosta de vaca.
En este contexto los medios de comunicación se sumaron a la coerción de los
prepotentes "estancieros". La lógica los obliga a sumarse, es que revuelto entre
tetas de vacas, camiones llenos de soja y campos brillantes de trigo, viene
peleando por salir una nueva Ley de Servicios Audiovisuales.
No es casual esta preocupación, el discurso del amo necesita de una voz, de unos
ojos para poder imponerse. La legislación en materia de comunicación pertenece a
la última dictadura militar, no solo es anacrónica por lo anticuada sino que es
la expresión de un grupo cívico militar que definió el funcionamiento de todo el
esquema comunicacional del país.
La voluntad política del gobierno de Cristina Fernández se vio expresada al
presentar este año en un Teatro de la ciudad de La Plata el texto de la nueva
Ley de Servicios Audiovisuales. Posteriormente se han debatido en 22 foros de
discusión a lo largo y ancho del país su contenido, se han hecho aportes que
enriquecen esta Ley y ahora esperamos la presentación Legislativa.
Uno de los pilares del proyecto político actual es la redistribución de la
riqueza. Para ser coherente con él es necesario redistribuir LA PALABRA. Es este
el invento más útil y hermoso que el ser humano pudo generar.