Argentina, la
lucha continua....
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Antes de llegar a la vereda
Miguel A. Semán
APE
Podría contarse así: El 12 de mayo de este año en Villa Obrera, partido de Lanús, un chico de 18 años fue asesinado de dos balazos cuando intentaba escapar de un supermercado donde había robado trescientos pesos. El autor de los disparos fue un cliente que se retiró del lugar caminando sin que a nadie se le ocurriera detenerlo.
El cliente era integrante del grupo Albatros de la Prefectura Naval Argentina, pero eso se sabría después, en la madrugada, cuando el cliente se presentó en la comisaría 8ª de Lanús y confesó ser el "autor de los disparos".
Diarios y noticieros coincidieron en lo siguiente: el cliente siempre sería el cliente y nunca el sospechoso del homicidio. El delincuente, en cambio, pese a haber fracasado en su intento, siempre sería el delincuente y nunca el chico asesinado.
El propietario del supermercado y dueño de los trescientos pesos, sólo sería el dueño del supermercado, víctima frustrada, si se quiere, gracias a la oportuna intervención del cliente justiciero.
De haber quedado las cosas así se habría dado el caso anómalo de un ilícito rengo. Un delito con muerto y sin víctima. Tal vez para evitar tan disparatado precedente el Ministro de Justicia y otras cosas de la Nación madrugó y nos explicó que la víctima existía y no era otro que el mismísimo autor de los disparos, quien, a falta de otros personajes, se erigió también en el único héroe de la historia.
Aníbal Fernández, pocas horas después del hecho, declaró a una radio que la actuación del prefecto ponía orgullosos a la Fuerza y a su Ministerio y justificó la huida del prefecto diciendo que diez años atrás "tuvo un enfrentamiento donde recibió varios impactos de bala".
También sostuvo, anticipándose a la valoración judicial de los hechos, que el hombre actuó dentro de su poder de policía y se vio obligado a ausentarse del lugar porque "no se sentía bien". No obstante lo cual, inmediatamente, se presentó en la comisaría correspondiente con el arma reglamentaria para que fuera sometida a peritaje.
Para Fernández, el presunto homicida y confeso "autor de los disparos" fue víctima de un chico que lo obligó a matar y le dejó un recuerdo amargo en el estómago. Y el pibe de 18 años fue, es y será un delincuente aunque fracasara y lo balearan por la espalda antes de llegar a la vereda.
A modo de justificación final el Ministro dijo que después de todo "estamos hablando de un personal de comandos", lo que casi podría entenderse como alguien preparado por la Fuerza para dispararle a los pibes cuando escapan.