Argentina, la
lucha continua....
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Niños con cáncer. La contaminación por el plomo de una fundición obligó a cerrar una escuela en la puna jujeña
Primera Fuente
En Abra Pampa, pueblo de la puna jujeña, ocho de cada diez niños están enfermos como consecuencia de los altos niveles de plomo en la sangre. Otros metales también hicieron estragos en sus organismos. La contaminación, según denunciaron vecinos del lugar, es causada por desechos abandonados por una ex fundidora de metales que dejó de funcionar hace 20 años. La situación llegó a tal punto que semanas atrás se cerró el principal establecimiento educativo del lugar debido a que trece niños están enfermos de cáncer. Una ex maestra de esa escuela corroboró las penurias de este pueblo olvidado.
Pese a que ya pasaron casi dos décadas del cierre de la fundición Metal Huasi, los habitantes del poblado de Carahuasi, Abra Pampa, en plena puna jujeña, siguen padeciendo las consecuencias devastadoras de portar altos niveles de plomo en su sangre. La muerte circula por las venas de quienes viven en esta localidad rodeada de montañas y en la cúspide del olvido.
A tal extremo alcanzan las penurias de Carahuasi que semanas atrás el Gobierno local optó por el camino más fácil: en vez de hacerse cargo de la enorme crisis sanitaria y ambiental de esta población optó por cerrar la escuela Nº 245 Teresa Monay, dado los 13 niños enfermos de cáncer causado por la fuerte presencia de plomo en su organismo.
La desidia ante esta situación no alcanza sólo al Gobierno de la esa provincia; diversas agrupaciones sociales de todo el país enviaron petitorios a los ministerios de Educación y de Salud y de la Nación advirtiéndoles de esta realidad. Sin embargo, la escuela hoy permanece cerrada y los casos de cáncer no se detienen.
La campaña de divulgación masiva sobre lo que está pasando en Carahuasi tuvo como protagonista, entre otras entidades sociales, a la Biblioteca Popular Pocho Lepratti, de Rosario. Desde allí partió a Abra Pampa la maestra Natalia Mechaluca, hoy reubicada en Formosa en otro establecimiento educativo rural tras el cierre de la escuela puneña. Su vocación se mantiene inalterable pese a los 18 miligramos de plomo que porta en su sangre, cuando el límite tolerado según especialistas es de 10 miligramos.
"Se sabe que la gente del lugar está afectada con plomo. Pero hay otros elementos contaminantes inmersos en el aire como arsénico o cianuro, provenientes de las minas de la zona, que también afectan gravemente la salud de la población", explicó Natalia Mechaluca.
Ocho de cada diez niños de Abra Pampa, enfermos por el plomo
Según un informe de la Universidad Nacional de Jujuy encargado para evaluar el impacto de la actividad de compañías mineras en la región, arrojó que el 81 por ciento de los niños que habitan la comunidad de Abra Pampa, tiene plomo en sangre en cantidades dañinas para su salud.
"Los límites máximos permitidos en Argentina son de 10 microgramos de plomo por decilitro de sangre pero hay países que bajaron esos límites", la "literatura científica dice que a partir de cinco miligramos los niños tiene daño neuromadurativos", sostiene el estudio.
"Un 81 por ciento de la población infantil muestrada tiene valores por arriba de cinco microgramos por decilitro en sangre, o sea, que es población infantil en riesgo", precisó la titular del Grupo de Investigación Química Aplicada (INQA) de la Universidad de Jujuy, Graciela Bovi, en declaraciones reproducidas por la Argensur.Info. Los valores corresponden a un muestreo de 234 chicos de entre 5 y 12 años habitantes de este pueblo puneño.
Metal Huasi, el origen del mal
La fundidora Metal Huasi inició su actividad hace más de medio siglo y funcionó hasta 1990. Autoridades del área sanitaria de Jujuy reconocen la existencia de informes que ya marcaban niveles elevados de plomo en sangre en estudios realizados en 1974, 1980 y 1984.
En 1990, la empresa se declaró en quiebra. En remate judicial, un empresario boliviano compró el pasivo ambiental pero el proyecto fracasó.
Según denunciaron ONG ambientalistas, en Carahuasi quedaron unas 10.000 toneladas de escoria vitrificada y otras 600 de humos blancos -similares a cenizas-, los más volátiles y tóxicos.