Argentina, la
lucha continua....
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El panóptico de Mauricio
Un sistema que vigila a todos, en realidad no vigila a nadie y por tanto, la posibilidad real de prevenir el delito se diluye. Por Beatriz Busaniche
Beatriz Busaniche*
de la Fundación Vía Libre
Hace muy pocos días, la cúpula capitalina del Partido PRO, con el jefe de Gobierno Mauricio Macri y la candidata Gabriela Michetti a la cabeza, presentó la ampliación del sistema de cámaras de vigilancia callejeras con el que planean combatir el delito en la ciudad de Buenos Aires
(ver nota). Se trata de la incorporación de 170 cámaras que serán instaladas en diferenes zonas de la ciudad,con la aspiración de llegar a 500 para finales de este año.Está bastante instalada la idea de que estos sistemas funcionan para prevenir y accionar inmediatamente contra el delito, ya que grandes ciudades como Londres, Nueva York y Tokio las usan. Poco se dice de lo que realmente pasa en aquellas ciudades, y en particular en la capital británica, la ciudad que tiene el récord absoluto de cámaras por persona. Un ciudadano londinense que sale normalmente de su casa para ir a su trabajo, hacer compras, pasear, o llevar a sus hijos a la escuela es filmado en promedio 300 veces cada día. Otro dato que se omite es que en Londres, la tasa de delito no ha bajado a pesar de la inversión de millones de libras en dispositivos de vigilancia.
s que hay dos hechos concretos y muy sencillos de analizar que nunca se
mencionan: El primero es que un sistema que vigila a todos, en realidad no
vigila a nadie y por tanto, la posibilidad real de prevenir el delito se
diluye en una marea inmensa de información cruda. La otra realidad que nadie
dice, es que aquellos que hoy día salen a cometer asaltos armados o están
pasados de paco y salen a robar para conseguir más, están más allá de la amenaza
que implica la vigilancia y no van a cambiar porque una cámara los registre. Es
claro, como dice Cory Doctorow en uno de los ensayos de su libro
Content, que "gente desesperada y violenta no es buena para hacer planes
racionales para su vida". Cualquiera que se vuelve un adicto al paco, un
traficante, un ladrón o un asesino de esos que cometen los delitos cotidianos
que se ven en televisión, evidentemente no ha tenido la oportunidad de
planificarse una vida mejor.
¿Somos tan ingenuos de creer que la presencia de cámaras por todas partes va a
convencer a estas personas de cambiar lo que es el modo de vida que
conocen?
La normativa que regula la instalación de cámaras en la ciudad de Buenos Aires
contempla el amparo de exigir que las mismas estén identificadas y que no
registren audio ni video de propiedades privadas. Si bien estos recaudos son muy
importantes, nada dicen sobre el destino que tienen las filmaciones que
claramente caen bajo el marco jurídico del principio constitucional del Habeas
Data.
Ciudades como Londres o Nueva York tuvieron el argumento de haber sufrido el
terrorismo, pero en ciudades como Buenos Aires, la justificación es la voz
de vecinos asustados reflejadas en los noticieros cotidianos. Vecinos que no
tienen por qué conocer información concreta que indica que las cámaras no
reducen el delito en lo más mínimo. Sin embargo, sí debemos exigir a aquellos
que manejan las cuentas públicas que revisen si efectivamente la solución en la
que invierten nuestros impuestos es tal.
Tanto en EEUU como en Inglaterra, estos sistemas se usan desde hace mucho tiempo
y ya existe senda experiencia de evaluación en la materia. El Instituto para
la Autonomía Aplicada, una organización que se dedica a dar apoyo a la libre
determinación individual y colectiva y a proveer tecnologías para ello, inició
mediante la campaña I See – Now more than ever! un servicio de alerta
sobre los riesgos de las cámaras callejeras.
En la campaña citan informes de la Universidad de Hull en el Reino Unido
que documentan que las cámaras se usan principalmente para vigilar minorías
raciales, activistas sociales y políticos y que una de cada diez mujeres ha sido
seguida y vigilada desde una perspectiva sexual. El estudio de Hull comprobó la
existencia de múltiples imágenes de mujeres dirigidas a sus senos o su trasero,
lo que obviamente no tiene ninguna justificación judicial.
El mismo estudio indicó que la gente negra tiene el doble de posibilidades de
ser sometida a seguimiento que la media de su proporción en la población, y
agrega que el 40% de las personas negras vigiladas fueron detenidas por la
policía sin razón obvia ma
* Beatriz Busaniche es Licenciada en Comunicación Social de la Universidad Nacional de Rosario. Da clases en Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires. Se especializa en los impactos sociales de las nuevas tecnologías de Información y Comunicación. Desde 2003 forma parte de la Fundación Vía Libre, organización que defiende los derechos civiles en entornos mediados por nuevas tecnologías. Además es miembro fundadora de Wikimedia Argentina