Argentina, la
lucha continua....
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A un mes de su muerte, nadie reclamó el cadáver de Felipe Romeo, fundador de la revista El Caudillo
Sergio Kiernan
Fue militante de Tacuara, cuadro del Comando de Organización, vocero de López
Rega desde su revista, editor de Camps y vendedor de cocaína. Prófugo en la
causa por los crímenes de la Triple A, murió solo y bajo custodia policial en el
Hospital Fernández.
Felipe Romeo murió solo, bajo custodia policial y como un indigente en un
hospital público en el que se entregó en enero, después de casi tres años
prófugo. Su bajo perfil se había acabado en 2006, cuando Página/12 lo encontró
viviendo en una cúpula de Congreso, dedicado a restaurar edificios antiguos.
Eterno militante de derecha, tacuarista juvenil, fundador de la revista El
Caudillo, cuadro de López Rega, amigo y editor de Ramón Camps, vendedor de
cocaína arrestado, terminó su vida de un modo inesperado. No fue en un tiroteo
contra ³la sinarquía², como se auguraba en su exilio español, sino en el pasado
mes de abril, por las complicaciones respiratorias y cardíacas que le causó el
sida.
Curiosamente, este símbolo del nacionalismo argentino era extranjero: había
nacido en 1945 en la Italia arrasada por la guerra. Su familia lo trajo en
brazos y el pequeño se crió en Florencio Varela, se hizo argentino y nunca
aprendió la lección de lo que el fascismo podía hacerle a un país. Romeo fue un
derechista desde la adolescencia, cuando comenzó a militar en el primer Tacuara.
En una vida de violencia, su único gesto de moderación fue optar por la rama
³revolucionaria² del tacuarismo cuando el grupo se dividió entre nazis de fuste
y fascistas populistas. El anónimo militante saltó a la fama, sin embargo, con
la vuelta de Perón del exilio: sus contactos con Alberto Brito Lima, jefe del
Comando de Organización, y figuras como el coronel Osinde, lo colocaron entre
los fundadores de la Juventud Peronista de la República Argentina, la
³jotaperra², y lo llevaron a José López Rega. De ahí vinieron el respaldo y los
fondos para hacer política en un alto perfil.
Su instrumento fue la revista El Caudillo, que lanzó el 16 de noviembre de 1973,
con 28 apenas cumplidos, bajo la divisa ³El mejor enemigo es el enemigo muerto².
La publicación funcionaba abiertamente como órgano de la Triple A y la única
firma era la del director, siempre al pie del editorial.
El Caudillo bajaba línea contra la izquierda peronista, divagaba entre
antisemitismos diversos y ³doctrinas² de derecha, y emitía los ³pedidos de
castigo² a figuras políticas y culturales. A medida que la violencia de la
Triple A aumentaba, la revista de Romeo simplemente emitía condenas a muerte que
se cumplían con gran regularidad.
Una vez que El Brujo asumió en el Ministerio de Bienestar Social, la revista se
pobló de interminables, amplios y repetidos avisos de diversos programas
oficiales financiados por esa repartición. A partir de la muerte de Perón, en
julio de 1974, aparecen anunciantes como ELMA, la desaparecida empresa naval
estatal; el Instituto Nacional de Vitivinicultura, la Caja Nacional de Ahorro,
el Banco Nacional de Desarrollo, el Banco Social de Córdoba y, poco antes del
golpe, la municipalidad porteña. Nunca hubo un anunciante privado.
La identidad política de Romeo y de El Caudillo queda en claro no sólo por sus
odios, sino por sus amores: Lorenzo Miguel, Casildo Herrera, Jorge Camus, Raúl
Lacabanne, Oscar Ivanissevich, Ricardo Otero ³a todos hemos apoyado y todos
tienen la confianza de la compañera Isabel², las 62 Organizaciones y la Falange
Española, citada como ejemplo ³de revolución nacional². El Caudillo saludó
alborozado el nombramiento de Ivanissevich como ministro de Educación y la
intervención a la UBA del todavía más desatado Alberto Ottalagano, que apareció
en la tapa de la revista Gente haciendo el saludo nazi y con el título de ³Sí,
soy fascista, ¿y qué?²¹.
Tanto le gustó el reportaje al interventor universitario que lo mandó a reeditar
en un librito con el mismo título.
El golpe militar no encontró a Romeo en Argentina. Previsor, ya estaba instalado
en Madrid, donde se reunía regularmente en un restaurante con viejos amigos como
Herrera y el ex custodio presidencial y miembro de la Triple A Rodolfo Almirón,
y soñaba en voz alta con tiroteos. La vuelta se dio después de Malvinas, cuando
renació El Caudillo como parte de la campaña electoral. La derrota de Italo
Luder significó el cierre definitivo de la revista, pero la actividad electoral
continuó editando los libros del general Ramón Camps bajo el sello RO-CA, Romeo-Camps.
La siguiente novedad pública fue el 26 de octubre de 1988, cuando la División
Moralidad de la Policía Federal detuvo a Romeo en el bar de una persona ³con
antecedentes de delitos contra la propiedad y robo de automotores², en Gascón
1460. Según la causa, Romeo tenía ³entre sus ropas² 110 gramos de cocaína de
alta pureza. Después de seis días preso fue liberado bajo fianza de 50.000
australes y acusado de tenencia de estupefacientes, sin que se le pudiera probar
que intentaba traficar.
Según personas que lo conocieron, en los años que siguieron Romeo sufrió
recurrentes problemas de salud por su estilo de vida, que culminaron en un
infarto en 2006 y la instalación de dos stents, a los 61 años de edad. Ya
formaba parte hace años en carácter de socio, amigo o acreedor, de acuerdo con
distintas fuentes que se contradicen de la empresa ³CR², dedicada a las
restauraciones y que tiene como sede el último piso y la cúpula gaudiesca de
Ayacucho y Rivadavia. El inesperado restaurador solía desconcertar a sus
albañiles con arengas como ³¡sean valientes!².
Para la misma época en que se agudizaban sus problemas de salud, Romeo volvía a
ser mencionado por la reapertura de la causa criminal de la Triple A en la que
figura en forma prominente su camarada Almirón. Al ser descubierto por
Página/12, huyó del país, en apariencia al sur de Brasil y luego a otros rumbos
más seguros. Prófugo, reapareció solo en el Hospital Fernández en enero de este
año, con un cuadro agudo de problemas respiratorios y cardíacos. Los médicos
pronto descubrieron la causa del colapso: un cuadro avanzado de sida. Romeo pasó
los últimos meses de su vida en un estado casi comatoso, bajo custodia, y murió
en abril. Todavía nadie reclamó su cuerpo.