Argentina, la
lucha continua....
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Dos represores más tras las rejas
Fueron detenidos agentes que actuaron como interrogadores del primer cuerpo
de ejercito
Tras los pedidos de captura del juez Daniel Rafecas, Juan Copteleza permanecía
prófugo desde 2005 y Pedro Santiago Godoy desde 2007. Ambos se negaron a
declarar y están detenidos en cárceles comunes.
Diego Martínez
Página12
Hace treinta años se destacaron como interrogadores en centros clandestinos
del Primer Cuerpo de Ejército. Cuando el juez federal Daniel Rafecas ordenó sus
detenciones, ambos decidieron fugarse. El viernes Juan Máximo Copteleza se cansó
de jugar a las escondidas y se entregó en la mesa de entradas del juzgado. Pedro
Santiago Godoy no se resignó, burló con éxito a la Justicia durante más de
cuarenta meses, hasta que el jueves pasado Interpol lo detuvo mientras caminaba
con un familiar. Ambos se negaron a declarar y ya pasan sus días en cárceles
comunes.
Oficial de inteligencia de la Policía Federal, Godoy tenía orden de detención
desde octubre de 2005. Los sobrevivientes de los centros clandestinos Atlético,
Banco y Olimpo lo recuerdan como "Calculín" por su parecido con el dibujo
animado. Entonces tenía alrededor de cuarenta años, era de estatura media, cojo,
pocos pelos, dentadura saliente, anteojos gruesos. Su presencia, junto a la de
Julio Simón, el condenado "Turco Julián", era una fija en las sesiones de
tortura. Un ex cautivo de El Banco destacó su frialdad como interrogador: pasaba
lista por la mañana para controlar que estuvieran todos, les daba mate cocido y
luego los sacaba para torturarlos. Mario Villani recordó su "singular obsesión"
por Pirí Lugones, nieta del escritor e hija del torturador. Calculín ya está
alojado en el penal de Marcos Paz.
En junio pasado Rafecas elevó a juicio la causa que se conoce como "ABO" (por
Atlético-Banco-Olimpo) y que hasta el momento incluye a Simón, Raúl Guglielmine-tti,
Samuel Miara, Oscar Rolón, Raúl González, Eduardo Kalinek, Juan Carlos Falcón,
Luis Juan Donocik, Eufemio Uballes, Roberto Antonio Rosa, Eugenio Pereyra
Apestegui, Guillermo Cardozo y Juan Carlos Avena. Tras la reasignación de
expedientes abarrotados en el Tribunal Oral Federal 5 que realizó la Cámara
Nacional de Casación Penal, el juicio a las patotas de la Policía Federal recayó
en el Tribunal Oral Federal 2.
Copteleza era personal civil de la Fuerza Aérea y conducía interrogatorios bajo
tortura a médicos y enfermeras en El Chalet, que funcionó en la residencia del
director del Hospital Posadas, en Haedo, durante la última dictadura. Era
segundo jefe del grupo de tareas "Swat", que se instaló en el policlínico por
orden del general Reynaldo Bignone, con la misión de proteger el lugar de
"resentidos, disociadores y subversivos". Una sobreviviente que pasó por sus
manos declaró en la causa que Copteleza le clavó "un atizador en el pecho,
mientras cantaba la marcha de San Lorenzo y gritaba ‘para los enemigos ni
justicia’". El juez ordenó su detención a fines de 2007 y, ante la evidente
voluntad de esconderse, pidió su captura. "Con los teléfonos intervenidos y
vigilancia en los lugares que solía frecuentar, se vio cercado y, al ver que el
seguimiento no cesaba, se entregó", evaluó una fuente de la investigación.
Rafecas elevó la causa Hospital Posadas a juicio en diciembre. Hasta ahora en el
banquillo hay cinco acusados, encabezados por el dictador Bignone. Tras la
reasignación de causas que ordenó Casación, el juicio quedó radicado en el TOF-3,
donde tramita la causa que juzga a los imputados por las coimas en el affaire
IBM-Banco Nación. Gracias a sus 64 años y a las evidencias sobre su voluntad de
no colaborar con la Justicia, Copteleza fue enviado al penal de Marcos Paz.
En la causa Primer Cuerpo continúan prófugos el policía Eduardo Angel Cruz, el
penitenciario Néstor Roberto Cendón, el gendarme Juan Miguel Méndez y el coronel
retirado Luis Enrique Baraldini. A fines de 2003, cuando Rafecas ordenó
detenerlo por su actuación como jefe de policía en La Pampa, el ex carapintada
indultado por Eduardo Duhalde se escondió en Bolivia, donde había sido agregado
militar en los ’80. Según investigó el diario La Arena, se hizo llamar Luis
Pellegri y se radicó en Santa Cruz de la Sierra, donde abrió un centro de
equitación. Igual que en el caso del capitán Roberto Guillermo Bravo, fusilador
de la Masacre de Trelew radicado en Miami, las exigencias burocráticas de los
Estados que eligieron como segundo hogar les permiten continuar impunes.