Julián Spataro
Agencia Walsh

Cuando decimos que el genocidio continúa, dentro de las cárceles argentinas, verdaderos campos de concentración, donde se hacinan para su degradación y exterminio los excluidos de este perverso sistema social, lo hacemos basándonos en las miles de evidencias que las mismas victimas exponen y los informes permanentes de organismos Nacionales e Internacionales de Derechos Humanos, que casualmente nunca vemos en los grandes medios.

Las divas y divos televisivos, cuando no están ocupados en sus mediocres vidas de lujos y negociados, o expulsando a mapuches de sus tierras, les hacen de voceros a los que necesitan venganza y sangre de negros, pobres y excluidos.

Las denuncias sobre torturas y muertes en el penal de Varela vienen generándose desde hace años, promesas de investigación y respuestas, cambios de caras en las direcciones del penal abundan. Lo que no abunda, son dediciones políticas que saquen de ese infierno a los que se encuentran atrapados y vejados por el servicio penitenciario argentino.

Algunos ejemplos confirman lo que decimos:

¿Dónde estaba el Estado y su herramienta ejecutora en las cárceles, "el servicio penitenciario" encargado de garantizar la seguridad y la vida de las personas a las que priva de su libertad?

Recientemente, durante el horario de visita, era el comentario generalizado que a uno de los pibes lo habían "roto" en un Control y luego lo tiraron en los buzones. Diminutas celdas de castigo, sin luz ni aire, solo acompañados por la mugre y los excrementos. Pero que esto deja de ser una anécdota, por ser una práctica cotidiana. Desconocemos si este chico pudo recuperarse o murió, luego de la tortura. Como se sabe, en la Argentina no hay datos oficiales sobre estos crímenes.

A las 17 horas se los "engoma," se los encierra en las celdas superpobladas, plagadas de ratas gigantes y cucarachas, con toda la violencia y el resentimiento acumulado luego de "tan buen trato", y se los saca de ahí, si no están castigados por el capricho de algún celador, a las 8 de la mañana del día siguiente.

En caso de estar castigados permanecerán encerrados durante días.

Claro, muchas veces esta tranquilidad es interrumpida por feroces requisas, donde muchos terminan en la enfermería por las golpizas.

Los estudiantes reclaman desde hace largo tiempo un pabellón donde puedan estudiar sin estar en el medio de peleas con facas y muertes, por supuesto sin ninguna respuesta, más que algún comentario como cuando daban asesoramiento jurídico a los cientos de chicos que no tienen acceso a un abogado.

Sabemos que hay miles de internos, en todas las cárceles argentinas sin juicio y sin condena, que ya llevan mas de 3, 4, y 5 años cumpliendo un castigo que nadie juzgó ni dictó. ¿Como era eso de que todos somos inocentes hasta que no se pruebe lo contrario? Y ¿cuánto es el período de tiempo que el Código Penal prevé para detener a alguien sin condena?

Pero como todos sabemos, en esta sociedad ser pobre ya es un delito consumado.

El Estado aporta 3.600 pesos mensuales por cada interno. ¿La grasa, el arroz y la polenta que se les da en sus distintas variantes, justificará este gasto mensual?

Los depósitos están atestados de elementos de higiene personal, tales como: jabón, papel higiénico, shampoo, maquinitas de afeitar, dentífrico, entre otros. Esto se va reponiendo periódicamente, aunque claro jamás le llega a ningún interno.

Lo mismo ocurre con la provisión de frutas, que jamás llegan a los enfermos de SIDA, Tuberculosis, diabetes, y otras patologías para las que están destinadas.

A esta altura no es novedad para nadie, que estos depósitos de aniquilamiento de personas, son focos de contaminación y contagio para toda la población carcelaria, donde la salud es una palabra que alguna vez tuvo algún significado, y hoy es solo una fase antes de la muerte.

Por caso, a José, durante su encarcelamiento le partieron el maxilar en cuatro partes, hace casi cuatro años que esta encerrado sin juicio, y reclamando una operación quirúrgica, que nunca llega, lo que si llega son los golpes y el traslado cada vez que reclama. Ya fueron 9 los habeas corpus y 17 los traslados, la operación sigue sin aparecer.

Por otra parte, los medicamentos que las familias compran para los detenidos, invariablemente se pierden en el camino. Solo algunas veces llegan muestras gratis, dependiendo de la sensibilidad de los responsables de la salud de la población ese día, que suelen ser otros internos con ciertos "privilegios", por ejemplo miembros de las fuerzas represivas con condenas por gatillo fácil.

En los últimos días hubo amenazas de muerte contra algunos de los detenidos, a quienes suponen parte de esta denuncia.

Podemos confirmar que el viernes 27 del corriente hubo numerosos traslados, entre cuatro a cinco personas por pabellón, sin motivo aparente, a otras unidades como la número 31, también de Florencio Varela, donde nos informan que tienen regimenes militares, y hasta la fecha continuaban en las celdas de aislamiento y castigo, conocidas como "buzones".

Responsabilizamos Al Estado, el Servicio Penitenciario, y el Poder Judicial por cualquier represaría, "accidente casual" u hostigamiento sobre cualquier interno del penal o sus allegados.