Argentina, la
lucha continua....
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Las medidas estatales benefician a empresas y no a los trabajadores
Eduardo Lucita
LA ARENA
Desde mediados del año pasado todos, casi sin excepción, hablamos de crisis. Sin
embargo cuando se revisan los indicadores socioeconómicos a escala mundial surge
inevitablemente la pregunta ¿Por qué recién ahora hablamos de crisis?.
Efectivamente, se ha discutido mucho si se trata de una crisis que afecta sólo
al sector financiero o alcanzará también a la llamada economía real, si es por
insuficiencia de crédito o por insolvencia, por codicia o especulación, y así de
corrido. Finalmente ahora ya se reconoce que es una crisis del sistema como tal,
que por efectos de la tan elogiada globalización no hay región de la tierra que
pueda aislarse de la misma.
Transformaciones
Se trata como sabemos de una crisis del capital que aparece como culminación de
un ciclo largo de la economía mundial iniciado a mediados de los años '70 del
siglo pasado. En poco más de tres décadas se llevó a cabo una profunda mutación
de las estructuras del sistema, las nuevas tecnologías de capital intensivo, una
fuerte ofensiva del capital sobre el trabajo, transformaciones en los procesos
productivos y en la gestión de la fuerza de trabajo, junto con la relocalización
de los espacios productivos y de servicios, fueron ejes centrales de esta
transformación
Se fue definiendo así un modelo de acumulación y reproducción de capitales que,
sostenido en la recuperación de la tasa de ganancia, redundó en una expansión
generalizada de la economía mundial, y especialmente en la última década generó
grandes ganancias para los capitalistas.
Indicadores
Pero al mismo tiempo este ciclo de crecimiento con alta rentabilidad resultó
fuertemente concentrador de la riqueza y expansivo en cuanto a la pobreza. Esto
se verifica cuando se pasa revista a los indicadores socioeconómicos que
periódicamente brindan diversos organismos de Naciones Unidas.
La reestructuración capitalista elevó abruptamente la cantidad de desempleados
en el mundo que llega según la OIT a 190 millones de trabajadores en tanto que
el subempleo alcanza los 1300 millones. El 50 por ciento de la población activa
mundial está subempleada o trabaja en condiciones de alta precarización.
Según cifras de la FAO a mediados de 2007 eran consideradas pobres 4750 millones
de personas en el mundo, de estos el 20 por ciento pobres de pobreza absoluta.
En América latina 205 millones de personas perciben ingresos por debajo de la
línea de pobreza, 53 millones de ellos sufren de desnutrición crónica. En
Argentina son pobres unos 12 millones mientras que la indigencia alcanza a 4
millones de personas. Para la UNESCO 113 millones de niños no acceden a la
educación formal, mientras que 815 millones de adultos son analfabetos.
Crisis alimentaria
En 2007 sobrevivían en el mundo 923 millones de personas hambrientas, un 30 por
ciento eran niños. Durante los últimos dos años la producción mundial de
cereales creció casi un 8 por ciento, llegando a las 2.200 millones de
toneladas. Según estudios reconocidos este tonelaje es el doble del necesario
para alimentar a la población mundial, sin embargo la FAO se vio obligada a
convocar una reunión cumbre el año pasado para discutir cómo incrementar la
producción frente a la crisis alimentaria mundial, señalando que hay 20 países
cuyas poblaciones padecen de hambre crónica.
Las metas establecidas años atrás por la FAO de reducir para el 2015 a la mitad
el número de personas con hambre en el mundo es ya un gran fracaso, por el
contrario en la última década el número de personas que padecen hambre se
incrementó un 10 por ciento. Hoy 1300 millones de personas están bajo riesgo de
inseguridad alimentaria y desnutrición, constituyen los nuevos migrantes en
busca de agua potable, tierras fértiles o comida.
Crisis Ambiental
El uso abusivo de los combustibles fósiles, desechos industriales y cloacales
sin tratamiento alguno por falta de infraestructura adecuada, el desmonte de
bosques con su correlato de sequías e inundaciones, carencia de servicios
esenciales en los conglomerados urbanos, las nuevas técnicas de la explotación
minera, la agricultura en base a los nuevos paquetes tecnológicos, provocan
lluvia ácida, contaminación de los cursos de agua potable, el calentamiento
global... ponen límites al crecimiento económico y poblacional.
Para la OMS el 40 por ciento de la población mundial no tiene acceso directo a
servicios sanitarios, en tanto que el 45 por ciento no tiene agua potable. Según
esta organización de la ONU 13 millones de personas mueren al año a causa del
deterioro del ambiente. El actual modelo de desarrollo, hegemonizado por las
grandes corporaciones internacionales, no es sustentable en el tiempo.
¿Por qué ahora?
Todos los datos aquí consignados no sólo son oficiales sino que han sido
procesados con anterioridad a que se desatara la crisis que hoy nos preocupa.
Volvamos entonces al principio ¿por qué ahora se habla tanto de la crisis?
¿Será porque está en juego el destino mismo de muchos capitalistas? Se habla de
la falta de crédito, de la insolvencia de los deudores, de la caída de ventas y
la acumulación de stocks, de las eventuales quiebras empresarias, pero poco y
nada se dice de que esta crisis del capital engrosará los ya de por sí
dramáticos indicadores socioeconómicos. Incluso cuando se informa de nuevos
aumentos de la desocupación, se lo hace pensando en que se pierden consumidores
y no que se arroja a la exclusión a miles y miles de personas.
Las medidas que todos los gobiernos están tomando van orientadas según los
intereses del capital: subsidios a los bancos y a las empresas, líneas de
crédito blandas para financiar el consumo y sostener la demanda preservando la
tasa de ganancia de los capitalistas, todo con dineros públicos. Poco es lo que
se orienta hacia los trabajadores y las clases subalternas, mientras que la
riqueza se sigue concentrando.
Una vez más salvar a los trabajadores y a los pueblos y no a los bancos y las
empresas es el reclamo más urgente que seguramente estará presente en el Foro
Social Mundial que esta misma semana está reunido en Belem do Pará, Brasil.
Eduardo Lucita es integrante del colectivo EDI-Economistas de Izquierda.