Argentina, la
lucha continua....
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Peligro: Redes "solidarias"
Ximena Cabral
Prensa Red
Tartagal muestra que las "catástrofes" pueden evitarse y que, una vez que el
desastre llegó, las soluciones amarradas en los lazos "solidarios" apuntan a
individualizar conflictos políticos.
"La Red Solidaria convoca para ayudar a Tartagal, ciudad que se ve afectada por
el alud, con una idea original y sencilla: son cada SMS que se envíe al
15-41631613 se destinará un alimento no perecedero para el comedor Fátima, donde
asisten cien chicos de esa localidad" explica la noticia. Esta especie de camión
solidario virtual muestra las carencias de estas "ideas sencillas".
En primer lugar –como subrayamos cuando ocurrieron las inundaciones de Santa Fe-
aquí no es cuestión del cambio climático, ni de fuerzas oscuras y extrañas de la
naturaleza: es un "agua que dejaron correr". El alud, la catástrofe y tantas
otras nominaciones estén ocultando un telón de fondo enhebrado de la complicidad
y, en casos menores, la negligencia entre representantes públicos
gubernamentales y las empresas transnacionales.
Mientras tanto, fundaciones "solidarias" realizan la política del parche: dan
una solución individual, cómoda solo "desde su celular", corriendo el eje de la
magnitud del conflicto. Es decir, en vez de promulgar la obligación de los
organismos públicos del cuidado territorial y de los bienes comunes (el oro del
nuevo milenio), se trastoca en la fórmula de la solidaridad como una
responsabilización. Allí se reparten las penas en nosotros y las vaquitas para
los ajenos, a la vez que se supone y se acuerda en que las ganancias siempre
serán privadas mientras que las pérdidas deben repartirse entre todos. Y eso no
se discute.
Catástrofe anunciada
Los efectos que el desmonte esta produciendo, dentro de la depredación de bienes
comunes en América Latina, puede convertirse en moneda corriente. Si bien la ley
de Bosques implica una avanzada aun queda por discutir lo que fue el veto a la
ley de Glaciares. Hay cientos de hombres y mujeres que van denunciando lo que
las trasnacionales hacen sobre las tierras, el agua y sobre sus cuerpos, con
enfermedades como el cáncer y envenenamientos en el caso de los agrotóxicos.
Acá podemos hacer un paréntesis para recordar la movilización de Montecristo en
la ciudad de Córdoba hace solo una semana; o ir más atrás y rememorar la extensa
denuncia de las madres de barrio Ituzaingo. "Nuestros hijos se mueren de cáncer"
gritaban las madres y su relato puede entremezclarse con el de las mujeres de
Jachal, con los que marchan contra la minería en "los despierta" y otras
imágenes de cuerpos infectados, enfermos, contaminados.
Algunos protestan una vez que la enfermedad se hizo visible, otros largamente
continúan denunciando –como lo hicieron en Gualeguaychú desde el inicio- y están
quienes van logrando avances como algunos de los colectivos contra las mineras.
Sin embargo, quedan librados a su posibilidad de presión y denuncia. Denuncia
que es invisibilizada por los grandes medios o, en otros casos, es transformada,
descontextualizada y banalizada por algún recorte periodístico o una
reinterpretación del presentador de noticias.
Y aquí, no hay criterios de lo noticiable que se respeten: encuentros
regionales, demandas judiciales, protestas de cientos que –más allá del
mediático Greenpeace- fueron ignorados entre tandas publicitarias y lo estrechas
que son las discusiones cuando se habla de las problemáticas del campo en la
Argentina.