Argentina, la
lucha continua....
|
Contradicciones y perspectivas del acuerdo de paz social del Subte
Néstor Pitrola
Prensa Obrera
El acta firmada entre el Ministerio de Trabajo y el Cuerpo de Delegados del
Subte constituye un esfuerzo extremo del kirchnerismo para salvar la estantería
de la descompuesta burocracia sindical argentina ante el avance implacable de la
organización independiente de los trabajadores. Como tal, está plagada de
contradicciones: concede el derecho al Cuerpo de Delegados para peticionar a la
patronal, lo que es propio de un sindicato, pero niega la inscripción del nuevo
sindicato.
Se trata de un compromiso político que busca poner un paréntesis al
reconocimiento jurídico. Ese paréntesis es una ‘paz social’ que significa la
renuncia a llevar la exigencia de reconocimiento a la Justicia. El gobierno
enfrenta una avalancha de fallos laborales y sindicales adversos, y teme como a
la peste que la Justicia le imponga el reconocimiento del nuevo Sindicato del
Subte.
El acta instaura una tutela gremial que violenta las imposiciones de la ley de
asociaciones profesionales vigente –lo que supone que la burocracia de UTA
tampoco iría a apelar el acta ante la Justicia. Al mismo tiempo, el
reconocimiento sindical ante la patronal no es propiamente tal, pues debe pasar
por la "gestión" o mediación del Ministerio, que pasa a jugar un rol de árbitro
‘sui géneris’ del conflicto entre el capital y el trabajo. Estamos ante un
mecanismo bonapartista de gobierno. El acta ha mediatizado y relativizado al
Cuerpo de Delegados del Subte, resultado de 15 años de lucha clasista, al
incluir una "comisión directiva" (que fue la junta promotora) en las
negociaciones que no fue elegida por nadie, sino inscripta a partir de la
decisión de un grupo pequeño de delegados, por detrás del Cuerpo de Delegados y,
por supuesto, de las asambleas del Subte. Al saltear la inscripción simple del
sindicato, se ha buscado soslayar el proceso de decisión de formación integral y
legal del nuevo sindicato; o sea, su estatuto, la elección por voto de afiliados
de la nueva dirección sindical y la convocatoria a un cuerpo de delegados del
nuevo sindicato.
El nudo que cierra el acuerdo es la paz social; es decir, el gran objetivo
político de los K. Fue lo que también intentó en Kraft. En este caso, la paz
social implica deponer el reclamo de la inscripción soberana del nuevo
sindicato, que seguirá indefinidamente en los cajones del Ministerio de Trabajo.
En lo esencial, el acta da vuelta la votación de los obreros de Kraft a la lista
que no firmó la paz social.
Tomada lo explicó, "no habrá paro por un año" (Diario Gremial, 28/11). Horacio
Meguira, abogado de la CTA, fue más perverso. Para él, "la firma de la paz
social lleva implícito el derecho de huelga"; es decir que sólo puede ceder ese
derecho el que lo tenía y usaba en la práctica. La paz social afecta el derecho
constitucional de huelga y la soberanía de la asamblea obrera; sólo ella tiene
reservada la potestad clasista de decidir ir a una lucha.
Nosotros hemos fijado una posición clara de antemano: la paz social no debía ser
firmada, aún con el nuevo sindicato inscripto, porque lo habríamos esposado el
día mismo que nacía.
La no inscripción tampoco es menor para los obreros del Subte, a los que se les
birla un derecho, se les viola una ley, ni para el conjunto del movimiento
obrero, al que se le señala que el camino de la independencia del Estado le está
vedado. La paz social es una integración al Estado.
El acta le cubre las espaldas a los Moyano, los Lezcano y los Zanola, algo
imposible, claro, ante el vendaval judicial que enfrentan por delitos graves. El
pataleo de Fernández de la UTA es natural, pero sigue teniendo la potestad legal
en materia de convenio de trabajo.
De manera que no se trata de una concesión menor, sino de una maniobra vinculada
a un proyecto político: el gobierno –que tiene la agenda de tarifazos,
impuestazos, canje de la deuda y subsidios a la burguesía afectada por la crisis
mundial– necesita "paz" en su frente social.
Se trata de una etapa en la que no les alcanza la cooptación tradicional de los
sindicatos tradicionales; el gobierno tiene que pactar más a la izquierda de la
burocracia y para ello se vale de quienes están apoyando a Sabbatella o a los
que coquetean con Solanas. Esto explica el accionar de la CTA en torno al acta
del Subte. Justamente por parte de Claudio Marín de Foetra, un gremio que
expresa una alianza estratégica del moyanismo y la CTA. Entre ellos y con las
telefónicas, niñas mimadas del kirchnerismo como se vio en la ley de medios.
En el esfuerzo bonapartista extremo de Kirchner frente a las luchas sociales y
la crisis capitalista –es decir en el esfuerzo de actuar como un Bonaparte por
encima de las clases para salvar al sistema de opresión capitalista en su
conjunto– la paz social del Subte acerca a Kirchner a la CTA, aunque esto podrá
ocasionar la ruptura de la CTA.
En el toma y daca, a las 48 horas de firmada el acta del subte, se premió a la
CTA con la entrega del Suteba La Plata a Baradel y a su fraude impresentable a
todo efecto. Luego se enfrió la inscripción en Argentina Trabaja de los
desocupados ajenos a la cooptación kirchnerista. Esta situación ha determinado
la constitución en las últimas horas de un amplio frente de lucha – que no
incluye casualmente a la CCC, que firmó el acta de paz social de Kraft.
Las reivindicaciones de la nueva etapa
El complejo armado de la tutela "sui generis" otorgada, como otras concesiones
que pudieran surgir en estos días, como el 1% o incluso alguna más, no nos
obligan a renunciar a un derecho consagrado como la inscripción soberana de un
sindicato.
La exclusión del acta de los delegados de la Línea B, porque la línea había
votado en contra de la paz social, vulnera los métodos históricos del Cuerpo de
Delegados del Subte y demuestra que la paz social, en sus últimas consecuencias,
lleva a la regimentación sindical; o sea, al retorno de los viejos métodos por
nuevas manos. Se está derrallando una profusa campaña política de sectores de
izquierda ligados al kirchnerismo, con abierto apoyo del MST, que presenta el
acuerdo como un gran triunfo, ocultando su alcance a los trabajadores.
Por una etapa habrá que realizar una experiencia en relación al cuadro creado.
Continuaremos el reclamo por el nuevo sindicato ante la Justicia, en vistas de
que el ministerio violentó los plazos y lo cajoneará por tiempo indeterminado.
Por plantear el reconocimiento directo de la patronal al Cuerpo de Delegados
para todas las reivindicaciones de los trabajadores, sin intermediaciones: bolsa
de trabajo, ascensos, antigüedad, condiciones de trabajo y a su turno salario,
es decir en marzo.
El sindicato es el Cuerpo de Delegados y las asambleas de sector que lo
sustentan, ninguna autoridad está por encima de ellos para toda negociación ante
el gobierno o ante la patronal.
La CTA no fue nadie en el Subte en 15 años de lucha. Ha venido ahora a jugar
para la firma de un acta de paz social. Su único rol ha sido reaccionario.