Argentina, la
lucha continua....
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Argentina, Córdoba: Juicio a Menéndez. Una visita guiada por el chalet del terror
Alexis Oliva - Katy García
DIARIO DEL JUICIO - PRENSA RED
Con una fuerte custodia armada, el testigo principal pudo reconstruir el
espeluznante asesinato de Ricardo Fermín Albareda, en el mismo escenario del
centro de detención y exterminio Casa de Hidráulica, donde el tribunal y las
partes realizaron una inspección ocular que pudieron presenciar los periodistas.
La sexta audiencia del Juicio Menéndez II se realizó en el chalet "Casa de
Hidráulica", uno de los centros clandestinos utilizados por el D2. La propiedad
ha sufrido modificaciones en su estructura, lo que no hizo mella en la memoria
de los testigos Julio César Uslenghi, funcionario de la Dirección de Hidráulica;
Ramón Roque Calderón, ex policía del D2, y Carlos Félix Vadillo, sobreviviente.
La inspección ocular comenzó a las 12 y terminó cerca de las 15 horas.
La Casa de Hidráulica está edificada en una suerte de isla, en cercanías del
murallón del lago San Roque. A pocos metros de donde comienza la variante Costa
Azul, se ingresa al lugar mediante un desvío. El tramo del camino es corto y no
está asfaltado.
Hasta allí se trasladaron el Tribunal, las partes y los tres testigos, junto una
veintena de periodistas y reporteros gráficos. En cada instancia, el presidente
del tribunal, Jaime Díaz Gavier, realizó las preguntas pertinentes y luego
habilitó a las partes a realizar su trabajo, contando con el apoyo de los
expedientes, mapas y anexos relacionados con el lugar.
El primer testigo en efectuar el recorrido, fue Julio César Uslenghi, quien tuvo
a su cargo la tarea de recibir el inmueble, utilizado por el D2 de Informaciones
durante los años de plomo y devuelto en 1980.
Uslenghi reconoció el itinerario de ingreso, sólo tuvo dudas respecto a la
escalera de concreto y consideró que el declive "no era tan pronunciado".
Alejandro Cuesta Garzón, abogado de Luciano Benjamín Menéndez, pidió que se
determine la fecha de la remodelación y se solicite al diario "La Voz del
Interior" la foto publicada el domingo pasado con su correspondiente fecha.
Lo que hoy es una cocina comedor, antes era la galería. El comedor es amplio y
cuenta con un hogar. "Había una mesa de madera gruesa y un aparador", apuntó el
ex funcionario. Ante la solicitud de precisiones sobre la textura de la madera
el testigo dijo que impresionaba como de gran "robustez". También recordó que en
una de las habitaciones -a la izquierda- pudo ver grilletes empotrados en la
pared. Durante este primer recorrido, Fernando Albareda, hijo de la víctima y
querellante particular, se mantuvo a cierta distancia de los jueces, abogados y
el testigo y con semblante taciturno.
Un testigo blindado
Ramón Roque Calderón es el testigo clave. Vio cómo mataron a Ricardo Fermín
Albareda y supo por qué lo hicieron. Actualmente, cumple una condena en la
cárcel de Bouwer por un delito común, por lo que desde el comienzo de la jornada
permaneció en un vehículo del Servicio Penitenciario. Al ser convocado,
descendió con un chaleco antibalas y rodeado por varios guardias fuertemente
armados que lo siguieron celosa y milimétricamente a cada paso que dio.
En líneas generales, Calderón reiteró y amplió lo que había declarado en la
audiencia del miércoles pasado. Antes de ingresar al chalet, Cuesta Garzón
interrumpió su relato para pedir precisiones sobre los metros que separan a la
galería de la puerta de entrada, a lo que Calderón anticipó su pedido de que
"conste en acta" la respuesta, generando un momento de distensión previo a su
dramático testimonio.
Antes de la parte más cruda del relato, Calderón refirió que aquella noche
estaba también de guardia el "flaco" Jesús González, a quien definió como "un
hermano". González estaba citado a declarar y un día antes del inicio del juicio
se suicidó. "Estoy seguro que alguien lo llamó para que declarara en contra mío,
para que me cambiara la declaración", afirmó el testigo.
La noche de sus pesadillas
Aquella noche en que asesinaron a Albareda, el testigo estaba cumpliendo su
función de guardia. Recordó que junto a Antonio Caravante vieron desde la
galería las luces de los vehículos. "Son las brigadas. Todo bien. Traen uno
más…", confesó Calderón que pensó en ese momento.
Así vio llegar al grupo integrado por Pedro Raúl Telleldín, Américo Romano y
Hugo Cayetano Britos que ingresaron al comedor arrastrando a un hombre
uniformado, lo que le generó curiosidad. "¿Quién es ese carteludo?", preguntó
obteniendo por respuesta una reprimenda de Britos. Al rato, oyó gritos de dolor.
"¡Basta muchachos!", dijo que escuchó.
"Yo no podía hacer nada", se justificó el testigo. Pasó un lapso de tiempo que
no sabe calcular cuando, cuando Telleldín le ordenó ingresar al lugar de las
torturas:
-Pase, Kung Fu, y vea lo que le pasa a los traidores…
Calderón ingresó y vio al subcomisario "atado con alambres, de pies y manos, en
una silla grande y ancha". "No se podía defender, ni hacer nada -recordó
abatido-, porque había perdido el conocimiento por los golpes", relató ante la
mirada del hijo de la víctima.
Comentó además que continuaba intrigado por saber quién era ese uniformado, por
lo que le reiteró la pregunta a Antonio Caravante:
-¿Quién es ese carteludo?
-Es un subversivo.
También le vino a la memoria que Telledín pidió que le traigan una botella de
whisky, mientras le ordenó a Britos: "Sáquele las insignias". Después vio y
escuchó a Telleldín dirigirse a la víctima: "Ahora te voy a cortar las bolas
porque caminás por el suelo por ese peso. Cuando te las corte, te vas al cielo".
"Nunca vi hacerle algo tan terrible a un ser humano. No tenía movilidad, tantos
golpes, daba tristeza", sostuvo.
"Agarró el bisturí, le abrió la ropa y dijo: Esto les va a pasar a los que nos
traicionen o no cumplan las órdenes", recordó el testigo. "Había mucha sangre,
estaba irreconocible", destacó.
En ese momento se sintió mal y le pidió al jefe que lo dejara salir de la pieza.
"Lo dejaron al hombre tirado, y se fueron a comer un asado", agregó. En un
momento dado, Telleldín volvió, observó a la víctima y les dijo a los choferes:
"Está listo el paquete". Entonces lo cargaron y lo llevaron con rumbo
desconocido. Luego supo por comentarios del guardia que Telleldín "le había
introducido los testículos en la boca y se la había cosido".
Participaron de este "operativo" los hermanos Antonio y Hugo Caravante, Britos,
Romano y Telleldín.
"Quería contárselo a alguien. En este maldito lugar vi matar a mucha gente, no
sólo subversivos. Secuestraban gente para pedir rescate", reveló el testigo con
aire abatido. Y recuerda que dos presos comunes que habían escapado del lugar -
Miguel Ángel Montero y Mariano Palacios- fueron atrapados y quemados con
tizones. "Los trajo la brigada de Britos con los suboficiales Cuello y Rey,
admite. A Montero lo llevaron fuera de la casa, lo hicieron cavar un pozo y lo
ahorcaron. "Le pusieron nafta y se reían…", explica y caracteriza la situación
como "salvaje". Luego aseguró que suele rezar por las víctimas y que sufre
pesadillas. "Si nosotros hubiéramos intentado irnos, seríamos hombres muertos.
¿Usted cree que yo estaría acá contándole esto?", preguntó, dirigiéndose al juez
Díaz Gavier.
Sobrevivir al terror
Carlos Vadillo fue el último testigo en recorrer el chalet. Relató que lo habían
traído a medianoche, luego de someterlo a torturas. Al ingresar, pudo reconocer
los escalones y adentro recordó que en el comedor había una mesa grande con
sillas, que "corrieron para golpearme, de pared a pared".
Allí cayó al piso varias veces, por lo que pudo retener en su memoria las
baldosas rojas y con guardas blancas exagonales, a pesar de que tenía la cabeza
cubierta con un suéter. Así reconoció una baldosa que el propio Fernando
Albareda encontró tirada en el parque.
Vadillo relató que sus captores lo hicieron sentar y lo llevaron al baño, donde
pudo ver desde un ventiluz la pendiente que desciende hasta el lago. "Estuve
aquí", dijo y aclaró que el baño era una construcción única (ahora dividida).
-¿Qué recuerda del lugar?- le preguntó el abogado de Menéndez
-Golpizas- respondió con expresión de sorpresa.
Mañana a las 10 continúa el juicio. Serán citados a declarar dos testigos:
Gonzalo Echenique, pedido por la defensa, y Fernando Albareda, propuesto por la
querella.