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Argentina, la lucha continua....

Córdoba: Juicio a Menéndez, "No me arrepiento de haber denunciado a Yanicelli: lo haría de nuevo"

Katy García
DIARIO DEL JUICIO - PRENSA RED

Luis Urquiza, ex policía, víctima del Terrorismo de Estado, y testigo en la causa Menéndez II, declaró por primera vez ante la Justicia. Le explicó al Tribunal cómo funcionaba la estructura represiva del D2 y sus conexiones con el Área 311. Denunció el accionar de la "patota" en ese periodo y su continuidad en democracia.

En los setenta, Luis Urquiza era estudiante de psicología y trabajaba en la Policía Provincial en la seccional 16. Al poco tiempo recibió la orden de traslado al Departamento de Informaciones (D2), ubicado en el pasaje Santa Catalina. Esta nueva situación modificó para siempre su vida. (1) En diálogo con PRENSA RED, repasa lo ocurrido cuando declaró, por primera vez, ante la Justicia.

Otro ingrediente se suma a este desafío que acepta cumplir como testigo. Se encontraría cara a cara con uno de sus torturadores: el "Gato" Gómez. "Casi no declaro", le confiesa a este medio. El organismo le jugó una mala pasada, aunque transitoria. Pudo decir todo lo que sabe acerca del funcionamiento y la estructura del Centro Clandestino de Detención D2, hoy convertido en espacio de la memoria.

Por otra parte, Urquiza goza del extraño privilegio de ser el único exiliado en democracia. Fue cuando acusó a Carlos Yanicelli y a otros represores de haberlo torturado en esa dependencia. Las intimidaciones le hicieron imposible permanecer junto a su familia en Córdoba. Como víctima, la causa denominada Gontero -apellido del represor que le disparó en una pierna- ya fue elevada a juicio. "Habré saldado una deuda", afirma sobre esta cuestión. También valora el reconocimiento que el gobierno provincial les realizó a varios ex policías por haberse opuesto al Terrorismo de Estado.

- ¿Qué fue lo que más lo afectó durante la dictadura?

- Son varias cosas. Pero, indudablemente, lo que más me afectó fueron las torturas que recibí y las secuelas físicas que me dejaron. Y lo otro, el exilio. Perdí el contacto con mi país. Me fui a Dinamarca, formé una familia y tengo dos hijos. En 1997, cuando había decidido volverme, tuve que emprender mi segundo exilio en plena democracia. Esos son los puntos más duros.

- Hace unos días, declaró bajo juramento como testigo, ¿Cómo se sintió?

- Me citaron como testigo y me sentí bien. Fue la primera vez que pude contar en Argentina, ante un tribunal, lo que me pasó. Aunque antes había declarado en Amnisty International y ante el juez Garzón. Pero acá es donde sucedieron los hechos y además estaría frente a uno de los torturadores, el "Gato" Gómez. No tuve miedo ni tampoco odio, aunque estuve a punto de no ingresar al recinto porque se me subió la tensión. Volver para atrás y los recuerdos me afectaron; pero lo superé, me vio el médico y dije lo que tenía que decir. Eso, creo, es lo importante.

- ¿Qué elementos o situaciones valora como importantes para la causa Menéndez II y que tuvo oportunidad de decirle al Tribunal?

- Lo más importante fue que pude explicar toda la estructura de la D2 cómo estaba dividida, cómo funcionaba y las relaciones que tenía con el área 311. Las visitas que veía, o que el mismo asesor militar lo era del jefe de policía que también era militar.

- ¿Cómo funcionaba ese Centro Clandestino de represión ilegal?

- Yo hice 18 guardias. Ya venía marcado desde antes que ingresé a la policía junto a otros estudiantes universitarios. No nos querían por eso. Estaba en la Seccional 16 y de la noche a la mañana, me trasladan al D2. No quería trabajar ahí porque estaba estudiando. En ese tiempo pude observar y tener una visión para después determinar cómo funcionaba. (Raúl) Telleldín era el número uno, Esteban el dos y Tissera el tres. Seguía la Brigada de Informaciones que era el grupo de la calle, donde estaba Romano. Luego, el grupo de fábrica donde estaban infiltrados para sacar información sobre potenciales "subversivos" y el grupo de la facultad.

También se encontraba Raúl Yanichelli en sumarios. En el área archivo había carpetas con fojas de personas detenidas. Otra sección era Armas que no tenía relevancia y el Centro de Operaciones Tácticas (COT) a cargo de Tissera, y ayudado por los colaboradores detenidos Charlie Moore y Carlos López.

Así, pude ver que eran unos 100 personas las que trabajaban. No estaban aquí sino afuera, pero aparecían a fin de mes a cobrar el sueldo. Varios ingresaban desde la gobernación y venían acá en comisión. Eran gente de ellos, malhechores, gente jodida.

Yo hacía guardias de 24 por 48. En casi todas, por las noches, venía gente que se identificaba como del Área 311 y se reunían con Telleldín. Y después, a través de la radio, cuando hacían operativos avisaban para liberar zonas y al revés. Eso le dije al Tribunal.

- ¿En esas 18 guardias, alguna vez escuchó gritos de los torturados, ruidos?

- Si. La función mía era la guardia de entrada y tenía vedado pasar al fondo, porque el trato con los detenidos lo tenía la "patota". Ingresaban por el portón grande a los detenidos. Si eran legalizados, sus nombres pasaban a la guardia. Con los otros no sé que pasaba. Recuerdo un operativo grande. Salieron unos 6 autos. Hicieron un operativo en barrio Ituzaingó o en Ferreyra. Dijeron que a una mujer que se había resistido y estaba embarazada, la mataron.

Esa noche había mucha gente, como 30 personas detenidas. Pusieron música fuerte. Pero cuando volví a la otra guardia ya no estaban. Algunos de ellos los encontré en la cárcel. Del resto no sé qué pasó. Pero, hablando con un cocinero me contaba que a los desaparecidos los llevaban al Lago San Roque con baldes de cemento en los pies. Me decía que esto era peor en 1975, había más detenidos. Por eso es muy importante saber el rol del D2 antes de 1976, durante el Golpe, y después de la democracia.

- Nunca imaginó vivir un calvario similar…

- No. Nunca lo imaginé, ni menos en esa proporción. Fue una paradoja, porque nunca había ingresado al fondo del edificio, donde estaban los detenidos. Había visto, cuando pasaba al baño, el llamado tranvía. Siempre había gente de la Guardia de Infantería que vigilaba a una persona esposada y que no tenía posibilidades de escapar.

Era un sitio de torturas, pude ver el horror. No quiero decir que nos torturaron más que a los demás. Pero había un ensañamiento porque estaba eso de que éramos "traidores". Nosotros caemos un viernes, nos interrogan y torturan. El sábado nos pegan sin interrogarnos, el domingo me pegan sin decir nada. Y el lunes por la noche me pegan el tiro en la pierna. No les interesaba más la información. Me pegaban por pegarme y siempre en la pierna con insultos como "traidor hijo de puta".

A mi señora que estaba embarazada, la tuvieron tres días y nos pegaron a ambos. Otra vez, me sacaron y me hicieron un simulacro de fusilamiento. Andá rezando que te vamos a matar, me dijeron. Esperaba el tiro, esperaba el tiro, y no llegaba nunca. Discutieron entre ellos y me dijeron: te vamos a llevar a la escuelita y ahí vas a cantar todo. Nos llevaron a La Ribera, pero ahí no me pegaron nunca. Me interrogaron una o dos veces. Además estaba muy mal de la rodilla. Creo que me salvé de milagro.

- ¿La denominada "patota" era un grupo o todos?

- La patota era un grupo determinado. Eran los que hacían la calle. Entre 15 y 20, entre los que se encontraban Yanicelli, Yabour, el Moro Merlo y otros. Salían a detener, vestidos de civil como toda la D2, tipo pistoleros, con boinas, pelo largo y barba. Para que crean que podrían ser guerrilleros y quedara la duda de quiénes los habían secuestrado.

- ¿En cuanto al segundo exilio, porqué se produce?

- Y porque no se dieron las garantías de seguridad para mi. Estuve cinco meses con custodia policial. No se podía vivir, llamadas telefónicas, autos que pasaban, intimidaciones. Después tuve la custodia del Grupo Éter pero así no podía seguir. Creo que las decisiones políticas que Mestre y Aguad debían haber tomado me refiero a una limpieza dentro de la policía de modo que quedaran desarticulados, no lo hicieron. Yo me fui y a ellos los protegieron. Después, me enteré que hubo una pequeña purga en 1998.

- Usted había denunciado a Yanicelli…

- Esto surge porque en mayo del 1997, cuando el entonces diputado Tazzioli realiza un pedido de informes sobre (Carlos) Yanicelli, jefe de Inteligencia Criminal del gobierno de Mestre, y cita mis declaraciones ante la Conadep donde lo acusé como torturador.

Me contacté con el diputado a quien no conocía y me entero que esta gente estaba en actividad. Fue un shock saber que seguían en funciones. En Junio, me hacen un reportaje en la Voz del Interior y ahí lo acuso de haber participado en el D2. Al otro día, empezaron las amenazas. Pero Mestre y Aguad lo sostienen. Le dan licencia y ordenan un sumario administrativo. Me citan a mí y a otra gente: fue un bluf. El fiscal, (Marcelo) Sammartino archiva la denuncia, incluso dice que ‘era muy joven y que no le cabían responsabilidades’.

- ¿Se reunió con el ministro de gobierno Aguad?

- Tuve dos o tres reuniones. En el sumario que ellos mismos hicieron, había 100 policías en actividad que habían estado en el D2. En esos momentos pedí por los medios que les dieran de baja. La primera vez que estuve con Aguad fue cuando vino el embajador de Dinamarca, y en ese momento me ofreció protección; la segunda vez me dijo que si no tenía perfil bajo no me podía garantizar la seguridad, y que no podía darle de baja a cien policías porque la Guardia de Infantería se levantaría.

A mi entender negociaron. Le dieron de baja a Yanicelli para conservar a los otros. Por ejemplo (Jesús) Antón –actualmente preso- dirigía la Escuela de Policía. Entonces, al ver que no habría grandes cambios, decidimos con mi mujer irnos y se lo comunicamos al Embajador. Cuando se entera Aguad, me hace ir y me promete un montón de cosas por el costo político. Me ofreció trabajo, una casa. Pero yo no me iba a callar la boca.

- ¿Como evalúa la actuación de Ramón Mestre en ese momento?

- Está en los diarios de la época. Meses antes, Mestre hablaba de que el mejor policía que tenía era Yanicelli porque había ayudado a desarticular las manifestaciones y cortes de ruta que se hicieron en Cruz del Eje. Todo el aparato de inteligencia lo utilizaba ese gobierno para su beneficio. Eran favores mutuos, que ya venían de antes del gobierno de Angeloz, Medina Allende, el asesinato de Maders y todo eso.

- ¿Como ciudadano cordobés qué espera de acá en adelante?

- Cuando se realice el juicio donde soy víctima, tomaré una definición. Pero estoy dividido: tengo familia acá y allá: es el precio que tuve que pagar por las denuncias. Mi señora –la segunda- estaba integrada, aprendieron el idioma, estaban mis otros hijos del primer matrimonio y ahora es imposible volver a juntarnos.

Mis hijos son grandes y tienen su vida. Pero no me arrepiento, lo haría de nuevo. Creo que hice lo correcto. Era una cuestión de principios. No podía aceptar que alguien que no solo me torturó a mí, sino a un montón de gente, y haber matado y hecho todas las barbaridades que hicieron, estuviera ocupando el tercer puesto de la plana mayor. Si no lo hubiera hecho, tal vez hubiera llegado a Jefe de Policía.

No podía aceptar que en una democracia siguieran activos. Yo quedé mal, pero lo que me motivó a salir adelante fue buscar Justicia. Entonces, espero que los 15 imputados en la causa Gontero, entre ellos Menéndez, Yanicelli, y el Gato Gómez se sienten en el banquillo. Ahí se saldaría una deuda.

Nota:
1) Para profundizar sobre la historia de Urquiza ver "La Sombra Azul, el caso Luis Urquiza", libro escrito por Mariano Saravia. Describe y contextualiza el itinerario del horror vivido por el ex policía durante dos años en la época de la dictadura. Estuvo en el D2, en el Campo de La Ribera y finalmente en la UP1. También narra los exilios. 2005, Ediciones del Boulevard. Esta historia será llevada al cine por Sergio Shmuckler.

Fuente: lafogata.org