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Argentina, la lucha continua....

Sobre las llamadas "pujas distributivas"

Ignacio Kostzer

Un caso piloto.

En estos días, Argentina es testigo de un caso que economistas, periodistas, intelectuales, activistas políticos, científicos sociales, embajadas foráneas, sindicalistas y el propio gobierno, han identificado como "un caso piloto". De grandes repercusiones mediáticas, estamos hablando del conflicto que enfrenta a la empresa Kraft, la más grande de Estados Unidos (y la segunda más grande del mundo) en materia de alimentos, con sus trabajadores en la planta fabril de la ex Terrabussi en la localidad de Pacheco, provincia de Buenos Aires.
¿Por qué todos hablan de un "caso piloto"? ¿En qué consiste este conflicto? ¿Qué intereses hay en juego? Intentaremos en este breve trabajo aportar algunas reflexiones para dilucidar las respuestas a estas y a otras preguntas.

El puntapié inicial.

En la carrera de Economía y desde enfoques más bien ortodoxos, nos enseñan cómo en los mercados pueden darse determinados "ajustes" a fin de que los mismos alcancen su punto de equilibrio. Estos "ajustes", en la vida real pueden no presentarse de forma tan armónica o idílica como se representan en la academia.
Un mercado particularmente conflictivo a la hora de "ajustarse" es el mercado de trabajo. Campo de las polémicas más apasionantes en la teoría económica y en la ciencia social en general, la cuestión del trabajo (habiendo autores que incluso consideran incorrecto hablar de un "mercado de trabajo", o la inexistencia del mismo) ha atraído a su estudio y análisis a los hombres de ciencia durante cientos de años hasta la actualidad.
Un punto de partida en el que no debería haber mayores desacuerdos, incluso hasta por su verificación contable, es que entre los intereses de los asalariados y los empresarios hay un conflicto inocultable. Más allá de las caricaturizaciones de empresarios simpáticos como el tristemente célebre "Don Carlos"
[1] , entre trabajadores y capitalistas se da lo que en la facultad entendemos como una "puja distributiva", es decir, una lucha entre intereses contrapuestos y antagónicos.
Si los salarios bajan, las ganancias empresariales suben y si los salarios suben, el margen de ganancia del capital se achica. Esto que parece una trivialidad, una "puja distributiva" propia de la naturaleza del sistema económico, en la vida real se presenta bajo formas complejas, donde materia económica y política se entrelazan en una disputa que hace al fondo de la cuestión.

El conflicto en Kraft

El problema en esta fábrica parece bastante "básico". Durante el período de máxima alerta sanitaria a causa de la propagación del virus "Influenza A" (popularmente conocido como "gripe porcina"), la empresa se negó a cumplir con la reglamentación establecida desde el Ministerio de Salud de la Nación, haciendo caso omiso a los pedidos de los trabajadores por condiciones higiénicas básicas, obligando incluso a trabajadoras embarazadas a cumplir sus tareas de forma "normal". De más está decir que una pandemia mundial no parece ser de lo más "normal"…
Esta situación devino en un lógico reclamo de los trabajadores desde el sindicato que los agrupa, generando una reacción de la empresa que dispuso el despido de más de 160 empleados de la planta por participar del mismo. O sea, a raíz de un planteo sanitario elemental, la empresa decide dejar en la calle a más de 160 trabajadores con sus respectivas familias, entre los cuales se encuentran varios delegados de la comisión interna de la fábrica, violando por completo los fueros sindicales contemplados en la legislación laboral. "Todo bien, todo legal" diría Don Carlos, en lo que podría ser una disertación sobre Responsabilidad Social Empresaria, como las que se organizan con frecuencia en nuestra casa de estudios.

La caja de Pandora 

Los despidos llevaron a los trabajadores a tomar medidas de fuerza mayores en defensa de sus fuentes de trabajo, llegando a ocupar la fábrica durante 40 días. La comisión interna, independiente de la conducción del ex secretario general de la CGT Rodolfo Daer, jugó un papel fundamental en la dirección de este proceso.
A partir de ese momento, tomaron partida la Unión Industrial Argentina (UIA), la Asociación Empresaria Argentina (AEA), la embajada estadounidense, los medios de comunicación masivos, las fuerzas represivas del Estado, el movimiento estudiantil, partidos políticos opositores, el poder judicial, organismos de derechos humanos, organizaciones políticas y sociales de todo tipo y color, un premio Nobel de la Paz , y hasta el gobierno nacional y la CGT que venían haciendo la vista gorda, se vieron obligados a dar el presente en este conflicto "básico".

Pero… ¿Quién es quién en esta pelea?

Kraft Foods : Con presencia en 150 países del mundo y una planta de 100.000 trabajadores, este coloso multinacional con casa central en Estados Unidos tuvo ingresos en 2007 de 4.331 millones de dólares (4.331.000.000) con ganancias netas de 2.590 millones (2.590.000.000) de dólares, incrementando sus ingresos en 2.008 en un 31,6%.
En Argentina, se dedicó a "adquirir" durante los noventa empresas nacionales como Terrabusi, Canale, Mayco, Capri y Vizzolini (responsables de marcas como Tita , Rhodesia, Express, Cerealitas, Melba, Duquesa, Manón, Variedad, que se sumaron a Tang, Clight, Oreo, Club Social, Philadelphia, Milka, Toblerone, etc., etc., etc.).
Esto nos da una pauta de por qué la embajadora estadounidense en nuestro país, Vilma Socorro Martínez, se mostró tan "preocupada" por la situación en la ex Terrabussi. Consciente de que las compañías estadounidenses emplean a más de 155.000 trabajadores argentinos, Martínez manifestó públicamente en pleno desarrollo del conflicto en Kraft "Espero que las perspectivas sigan mejorando para crear un mejor clima de negocios para atraer inversiones extranjeras".
El gobierno local entendió con claridad el mensaje, y a fin de mantener la "seguridad jurídica" y defender la "calidad institucional", llevó adelante una violenta represión con la policía bonaerense para desalojar la fábrica y dejó un saldo de varios heridos y casi 70 trabajadores detenidos.
Lo que los economistas llamamos un "buen clima de negocios", parece que en la cruda realidad se presenta como centenares de policías a caballo golpeando a empleados con sueldos cercanos o inferiores a la canasta básica familiar.
La alianza Kirchner-CGT: Más allá de los diversos análisis que se pueden realizar sobre esta alianza, la famosa "gobernabilidad", y el plan "lleguemos al 2011 como sea", el conflicto en Kraft cristaliza algunas cuestiones que hacen a la esencia política y a la razón de ser de estos actores.
El silencio cómplice al cual apostó Rodolfo Daer, cabeza de la dirección nacional del sindicato de la alimentación (el cual integra la fábrica Kraft), se vio frustrado por el curso frenético de los acontecimientos.
Daer, conocido entre los poderosos de turno como un "buen negociador" (vale decir, un pésimo negociador para los trabajadores que debiera representar), jugó un papel igual de lamentable que el actual titular de la CGT y pieza fundamental en el debilitado entretejido del poder "K", Hugo Moyano. Ambos apostaron en primera instancia por callar, después por descalificar y difamar a una comisión interna elegida democráticamente, y finalmente, obligados por la fuerza que tomó el reclamo, a balbucear un timorato reconocimiento de la legitimidad del pedido de reincorporación de la totalidad de los trabajadores despedidos.
Por su parte, el gobierno nacional llevó adelante una política errática, que osciló entre la descalificación de la propia Presidenta a la "metodología" del reclamo, el aval a la represión policial y la militarización de la planta fabril, y los tibios tratos que encaró el Ministerio de Trabajo proponiendo multas irrisorias ante violaciones gravísimas de la legislación laboral, por montos que el gigante estadounidense maneja entre vueltos y propinas. Más allá de la verborragia oficialista, queda claro que ante un conflicto que enfrenta a una mega-corporación estadounidense con trabajadores argentinos, la defensa de estos últimos no es una opción para la fuerza gobernante.
La fábrica fue intervenida físicamente por decenas de policías en su interior y centenares afuera de la misma. Se prohibió el ingreso a los delegados de la comisión interna y también se prohibieron las "reuniones" entre más de 2 trabajadores dentro de la fábrica. Estas violaciones gravísimas llevadas a cabo por la policía contrastan dramáticamente con la retórica y liturgia progresistas que todavía intentan sostener algunos oficialistas trasnochados.

De vuelta al "caso piloto"

Como pocos, la UIA y la AEA han manifestado su preocupación por cómo va a resolverse el caso Kraft. Ocurre que por la notoriedad que adquirió este conflicto, han cerrado filas detrás de la empresa estadounidense las cámaras empresariales locales, el gobierno de turno, los medios de comunicación tradicionales, el sindicalismo corrupto, la iglesia, la embajada estadounidense, la oposición derechista, es decir, el conjunto de los sectores concentrados de poder en nuestro país.
La crisis económica y política achica el margen de maniobra del gobierno para contener y apaciguar el conflicto social que va en franco ascenso. El problema en Kraft es "básico": de un lado el Goliat estadounidense y del otro más de 100 familias que pelean por llevar el pan a su mesa. Pero en tanto "caso piloto", todos coinciden en que el desenlace del conflicto en Kraft, sentará un precedente para las pujas venideras y son éstas las que ponen en vilo a los retrógrados de siempre.
Es muy básico, no quieren a los trabajadores organizados con independencia del gobierno y los "negociadores" como los Daer y los Moyano.
Se trata de una "puja distributiva" elemental, pero sin ecuaciones ni curvas de indiferencia. Será que todavía no hay papers que modelicen a través del equilibrio general la represión policial y el terrorismo mediático, o modelos inter-temporales que reflejen los entretejidos de poder que limitan y combaten la organización independiente de los trabajadores.
La situación en la ex-Terrabussi es realmente básica, son familias de trabajadores y trabajadoras peleando por una vida digna.
El movimiento estudiantil se hizo presente en el conflicto para respaldar a los trabajadores de Kraft y otras facultades de la UBA votaron en sus Consejos Directivos repudios al violento accionar de la policía.
Llegará el día en que Económicas, en vez de organizar eventos para que los Don Carlos y sus voceros en la academia expongan sobre la Responsabilidad Social Empresaria, la Seguridad Jurídica , la Previsibilidad , la Profundidad Financiera , los Mercados Autorregulados, etc., y asumiendo el rol que el corresponde en tanto Universidad Pública, se posicione en defensa del bienestar de las mayorías que viven de su trabajo.

Fuente: lafogata.org