Argentina, la
lucha continua....
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Anuncios presidenciales. Un universo reducido
Prensa de frente
El jueves pasado Cristina Fernández anunció el lanzamiento de una teórica
asignación universal, reivindicación central de buena parte de las expresiones
de izquierda y centro izquierda de nuestro país. Hecho el anuncio, se disparó en
estos sectores el debate sobre sus alcances, el tiempo de implementación y sobre
el origen de los fondos. Una medida peleada por las organizaciones sociales y
políticas durante muchos años hoy aparece en escena. El gobierno eligió hacerlo
a su modo.
La primera reacción, en contra por supuesto, vino por parte de la oposición de
derecha. Tras sus voceros, Carrió y Morales, se encolumnó toda la diáspora de
macristas, radicales, duhaldistas, etc. para señalar el despilfarro que
implicará un plan de estas características. La oposición por derecha se planta
sobre la idea del clientelismo - al que también apelan en las provincias y
ciudades que gobiernan - para rechazar cualquier esquema redistributivo, sea el
monto y el impacto que sea.
Pero las voces críticas también vinieron por izquierda, de la mano del diputado
de Buenos Aires para Todos, Claudio Lozano, quien destacó el carácter regresivo
del origen de los fondos. Si bien es un avance que los fondos del ANSES, una
década atrás puestos al servicio de la especulación financiera, estén hoy al
servicio de políticas sociales, Lozano señaló que tomar fondos de esa caja
provisional refuerza la discrecionalidad del uso de fondos que deberían estar
asignados exclusivamente a recomponer el ingreso de los actuales jubilados.
A la vez, el diputado y economista señala que la toma de recursos del ANSES es
una decisión política ya que una masa similar, o aún mayor, de recursos podrían
tomarse de diferentes y progresivos gravámenes a la renta financiera,
posibilidad explícitamente descartada por la presidente el mismo día del
anuncio, a la renta petrolera o simplemente suprimiendo regímenes de promoción
concentrados en firmas con posiciones dominantes.
Otro de los puntos fuertemente cuestionados es el carácter universal de la
medida. Según la definición literal, una disposición es universal si alcanza al
conjunto de la sociedad, pero la medida lanzada se encuadra aún en el concepto
de políticas sociales focalizadas. Esto se manifiesta en que el ingreso está
centrado en la figura de una familia desocupada u ocupada pero con salarios en
negro o por debajo del salario mínimo. Lo cierto es que este recorte, que
también imposibilita acceder al mismo a las familias beneficiarias de otros
planes sociales, tiñe al anuncio con características similares a algunos otros
planes ya implementados, como por ejemplo el Plan Familias, en vez de ampliar o
universalizar su alcance.
Un plan que pretende favorecer a más de 2 millones de pibes, más allá de las
observaciones nombradas, estará sujeto a sortear un principal escollo incluso
antes que la posibilidad de universalizarse que será la implementación de una
medida de semejante magnitud.
Una medida con sentido progresivo por la cual se luchó durante largos años,
indudablemente positiva más allá de los muchos matices y críticas posibles,
llega modificada en algunos de sus aspectos y el oficialismo recurrirá a su
infalible esquema de mandar de volea cualquier crítica al arco de la derecha.
Así viene funcionando con contadas excepciones.
El camino a la hora de la implementación abre aun más interrogantes, sobre todo
con el ejemplo de las, también recientemente anunciadas, cooperativas de trabajo
en las que los acuerdos trazados hace quince días por la cartera de Desarrollo
Social y un conjunto de organizaciones sociales, son hoy virtualmente
desconocidos.